CDT La construcción tiene una huella de carbono inaceptablemente elevada, como afirma incluso el Ministerio para la Transición Ecológica. El consumo de recursos naturales (como este que cogemos de las playas y que podríamos no usar más) es uno de los problemas más importantes. Sin embargo, ahora podríamos dejar atrás materiales tradicionales, como los ladrillos, por este que repele su propio calor.
Fuente: Ecoticias
Los ladrillos tradicionales presentan varios problemas en cuanto a la absorción y retención de calor en ambientes urbanos. Estos materiales están hechos principalmente de arcilla cocida, lo que los convierte en grandes acumuladores de calor durante el día. ¿Entiendes cuál es el problema y, por supuesto, sus riesgos?
La alta densidad y capacidad calorífica de los ladrillos hace que absorban rápidamente el calor del sol. Luego, durante la noche, liberan lentamente este calor acumulado hacia el exterior. Esto provoca un efecto «isla de calor» en las ciudades, donde las temperaturas permanecen elevadas incluso durante la noche.
Los ladrillos también tienen una conductividad térmica relativamente alta, por lo que transfieren fácilmente el calor entre su cara expuesta al sol y la cara interna orientada hacia los espacios habitados. Esto provoca un sobrecalentamiento de los interiores urbanos que convierte a las calles en sartenes.
El hormigón fotónico, un material de construcción que repele el calor
Un grupo de investigadores europeos ha desarrollado un nuevo tipo de hormigón capaz de reducir significativamente la acumulación de calor en los edificios. Este novedoso material contiene pequeñas esferas de poliestireno expandido que le otorgan propiedades aislantes únicas.
Las esferas reemplazan parte del árido grueso que normalmente lleva el hormigón tradicional. Es similar a otro material del que hablamos en su momento, pero este es capaz de liberar incluso su propio exceso de energía en construcción. Mientras más energía, mayor es el calor que puede guardar en su interior.
Al incluir estas microesferas, el hormigón resultante es mucho más ligero y posee una muy baja conductividad térmica. En otras palabras, no absorbe ni transmite el calor con tanta facilidad como un hormigón corriente y, por supuesto, mucho mejor que el ladrillo, que puede ser tan pesado como poroso.
Las pruebas realizadas demostraron que este innovador hormigón permite reducir la temperatura interior de los edificios entre 2 y 3 grados en climas cálidos. Esto se traduce en un importante ahorro energético por la menor necesidad de recurrir al aire acondicionado.
El difícil equilibrio entre ligereza y liberación de calor: así lo han conseguido
Los investigadores chilenos lograron incorporar estas burbujas utilizando aditivos espumantes en la mezcla de hormigón para la construcción. El resultado es un material poroso, con al menos un 20 % de su volumen compuesto por aire. Esto reduce significativamente su capacidad para conducir y transmitir el calor.
Las pruebas realizadas demostraron que este novedoso hormigón burbujeante tiene una conductividad térmica hasta 6 veces menor que la del hormigón convencional. Por lo tanto, su incorporación en edificios y viviendas permitiría un importante ahorro energético en climatización y construcción.
Además de sus propiedades aislantes, este hormigón ligero y poroso presenta una densidad un 30 % menor que el hormigón normal, aligerando el peso de las construcciones. Sus creadores esperan que este desarrollo ayude a mitigar el efecto de isla de calor urbano en las ciudades.
Como has podido ver, el uso de este nuevo hormigón en la construcción demuestra que no solo necesitamos crear nuevos materiales, también es posible aprovechar los actuales y darles una vuelta. Sin embargo, parece que no es el único intento por descarbonizar este sector; estos días conocimos una propuesta tan curiosa como alarmante: así pretenden que vivamos debajo de invernaderos para reducir la contaminación de las ciudades.
Cargando...
