Las técnicas antisísmicas para la edificación de nuevas viviendas es una prioridad en ciudades de países como México. Sin embargo, para lograrlo no se necesitan grandes tecnologías: la arquitectura vernácula da algunas pistas.
Fuente: Inmobiliare
Un ejemplo de esto lo encontramos en algunas casas a base de tierra que han perdurado hasta más de 300 años, parte de la arquitectura vernácula. Para Luis Mario Díaz Jiménez, director de patrimonio edificado del ayuntamiento de Tehuantepec, Oaxaca (México),, hay materiales muy flexibles ante un terremoto, como “el adobe, el ladrillo o la madera pueden de alguna manera adaptarse a estos movimientos, como las casas de nuestros antepasados”.
Según un estudio realizado por una institución mexicana, en la zona de Santo Domingo Tehuantepec, existen 250 viviendas de este tipo que tienen, en promedio, de 100 a 300 años y solo el 2% sufrieron un colapso en el terremoto del 7 de septiembre del 2017. Díaz Jiménez recordó que, a pesar de las ventajas que representan en zonas sísmicas, es muy poco el interés social por preservarlas.
La arquitectura vernácula se puede definir como un edificio popular que crece en respuesta a las necesidades reales. Que se ajusta a un entorno por personas que no sabían mejor que encajar con el sentimiento nativo. Esta utiliza técnicas y materiales originarios de su región, así como un conocimiento generalmente transmitido de generación en generación.
Se nutre de materiales locales, técnicas y soluciones constructivas particulares. Es el propietario quien construye, apoyándose en la comunidad y la tradición, ya que emplea los sistemas de construcción de sus ancestros. Un edificio diseñado con arquitectura vernácula responde a los tres pilares del desarrollo sostenible que son el pilar social, económico y ambiental. Además, promueven actividades tanto sociales como profesionales dentro de una ciudad.
Dichas edificaciones se caracterizan por muros gruesos que alcanzan hasta los 8 metros de altura, a base de materiales nobles como el barro, la paja y madera, elementos que le dan la característica única en caso de sufrir algún daño estructural.