Los avances en ciencia y tecnología están haciendo que la construcción cambie radicalmente, creando innovaciones que resultan cada vez más impactantes. El objetivo de estas innovaciones es reducir los altos niveles de contaminación que producen materiales como el hormigón, que son fundamentales para la industria. Para esto, una empresa acaba de crear un bioladrillo que absorbe CO2.
Fuente: Ecoticias
El mundo está trabajando para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Se han logrado grandes avances en sectores como la movilidad, la producción energética y el tratamiento de residuos. Sin embargo, otros sectores están resultando más difíciles, principalmente la construcción, que en la actualidad es responsable del 40% de la contaminación.
El hormigón es el material más usado para la construcción de edificios y todo tipo de estructuras. Es barato, resistente y versátil, y es fundamental para la creciente urbanización que se expande en cada rincón del planeta. Sin embargo cada etapa de producción del mismo genera altas cantidades de emisiones de CO2 y destruye ecosistemas, desertificando los suelos.
La compañía SOM (Skidmore, Owings & Merril) ha creado el proyecto Urban Sequoia, basado en un nuevo biohormigón que contiene algas y cianobacterias las cuales son capaces de activarse en presencia de humedad. Cuando se activan, estos microorganismos inician un proceso de fotosíntesis dentro de la estructura, absorbiendo CO2 y produciendo calcita que repara cualquier fisura en la estructura.
Arquitectura que imita a la vida: un cambio de enfoque para el hormigón
SOM reconoce que la industria de los materiales de construcción es tan contaminante que requiere de soluciones revolucionarias para reducir las emisiones que produce. Los materiales como el ladrillo hecho con azúcar son interesantes y pueden ser alternativas viables a futuro, sin embargo, necesitamos medidas más inmediatas y eso los ha llevado a unirse a la startup Prometheus.
Por medio de esta colaboración han conseguido crear el material Bio-Block Spiral, que consiste en encapsular diatomeas y cianobacterias en la estructura del hormigón. Estos microorganismos tienen la capacidad de permanecer durante años en estado latente hasta que entran en contacto con la humedad, lo cual ocurre cuando se producen daños en la estructura que permiten la entrada de aire.
Entonces el material cobra vida y empieza a repararse al tiempo que absorbe CO2 y produce oxígeno. Por su parte, las cianobacterias se multiplican rápidamente produciendo calcita que reacciona con el carbono y el hormigón rellenando rápidamente cualquier grieta. De esta manera, los edificios se vuelven más duraderos, requieren menos mantenimiento y limpian el aire de las ciudades.
Un espiral de bioladrillos que respiran: la primera estructura de hormigón de carbono negativo
SOM y Prometheus presentaron su nuevo biohormigón en una instalación en forma de espiral construida con métodos tradicionales de albañilería. El objetivo era demostrar la capacidad de su material de ser aplicado a la construcción sin tener que cambiar los métodos actuales, facilitando su adopción, la cual tendría el potencial de reducir un 8% de las emisiones globales de la industria.
La instalación estuvo diseñada para que las personas pudieran comprobar la textura del material y su reacción a los cambios ambientales. El material purifica el aire del ambiente interior, regula las temperaturas y mejora la calidad del aire de las ciudades.
La construcción se diversifica: soluciones que preparan el camino al futuro
En todo el mundo se desarrollan nuevos materiales que permiten edificar sin contaminar. Sin embargo, falta todavía un largo camino para que alternativas como el Kaynemail, un aislante inspirado en las cotas de malla, se vuelvan más accesibles. El biohormigón reinventa un material de uso cotidiano reduciendo costos de mantenimiento y absorbiendo CO2 sin un gran impacto en su aplicación.