La construcción industrializada se estima que está hoy en el 1% de la edificación y podemos aspirar a que, por lo menos, ésta aumente orgánicamente a un 5% de aquí al año 2025, como una estimación sobre la base de la tendencia actual.
Fuente: Construye2025
Columna escrita por: Marcos Brito, gerente de Construye2025
Ahora bien, considerando actuales estimaciones sobre la capacidad productiva de las plantas prefabricadoras en Chile, que estaría entre 7.000 y 12.000 unidades habitacionales anuales, dependiendo de la demanda, la tasa de penetración de la industrialización en la vivienda -al menos- podría estar superando el 10% del total, considerando el actual Plan de Emergencia Habitacional y las políticas públicas que se han impulsado para favorecer la construcción de viviendas industrializadas en Chile.
Desde esa perspectiva, es una buena señal el avance que se dio este 25 de abril, con la publicación de la Ley Miscelánea (Ley 21.558), que amplía el plazo para acceder al 100% del Crédito Especial de Empresas Constructoras (CEEC), con lo que las empresas podrán ingresar sus permisos de edificación ante las respectivas DOM hasta el domingo 30 de abril. Además, permite ingresar permisos con el Informe de Mitigación de Impacto Vial en trámite y faculta al Minvu a dictar normas técnicas de industrialización. Todo en el marco del Plan de Emergencia Habitacional.
Sin duda, este plan ha sido un gran desafío y una importante oportunidad para la industria. Especialmente para plantas prefabricadoras, que podrán contar con una demanda más estable y, con ello, la oportunidad de invertir en una mayor capacidad productiva, aumentando turnos o bien, añadiendo líneas de producción. Con esto, además, estamos ganando experiencia y capacidad de respuesta, involucrando no solo a las plantas, sino que a proveedores de materias primas e insumos, transportistas, montajistas y constructoras. También ha permitido a quienes realizan las inversiones para los desarrollos inmobiliarios integrarse de mejor manera con la cadena de valor de la edificación, concibiendo los proyectos con una mejor coordinación temprana de especialidades y proveedores, pudiendo elaborar proyectos más certeros en sus estimaciones de riesgo.
Por otra parte, para quienes esperan sus viviendas, la oportunidad también es significativa, ya que los plazos se acortarán cada vez más y si a la capacidad productiva le logramos agregar una mayor rapidez en la tramitación de permisos, el resultado será un mayor compromiso desde el sector privado, pudiendo paliar el déficit habitacional de una vez por todas, con eficiencia, calidad y compromiso.
Y es que, en ese sentido, el potencial de las viviendas industrializadas es alto y, además, está creciendo. Tenemos que ser capaces de construir viviendas sociales mucho más rápido que al ritmo que la demanda crece, para así eliminar el déficit actual, a la vez que, evitar volver a ser deficitarios.
Para esto se requiere trabajar sobre varios frentes; por una parte la capacidad productiva, que con la industrialización se hace especialmente más rápida y eficiente, la mayor rapidez en las tramitaciones y la mayor certeza jurídica para los inversionistas.
Con todo, poder hacer frente a la construcción convencional, además de la que se requiere para enfrentar emergencias producto de desastres naturales, la creciente inmigración y la proliferación de campamentos y tomas, requiere de esfuerzos conjuntos, así como una mayor y mejor capacidad productiva. La construcción industrializada, como concepto productivo y organizacional, aúna mejoras que el método y la técnica hoy ofrecen, para desplegar obras de manera rápida, eficiente y con un alto estándar de calidad.