Seguimos consternados con la información que llega de los terremotos de Turquía y Siria (7,8 y 7.5 Mw), ocurridos el 6 de febrero, y que a la fecha oficializa la muerte de más 40 mil personas. Resulta inevitable recordar lo ocurrido durante el terremoto del 27 de febrero de 2010 (Maule 8,8 Mw).
Fuente: Biobio Chile
Al comparar los efectos de estos terremotos se plantea la duda razonable de por qué acá los daños parecieran ser menores.
El terremoto de Turquía ocurrió a una profundidad de aproximadamente 10 kilómetros, lo que significa que fue relativamente superficial. Además, el epicentro se ubicó en una zona densamente poblada, lo que aumentó los daños en la infraestructura. Por otro lado, el terremoto de 2010 de Chile ocurrió a una profundidad de cercana a los 35 kilómetros, más de 3 veces la profundidad del terremoto de Turquía.
Además, gran parte del daño se produjo en áreas costeras. Otro factor relevante es la calidad de la construcción, no obstante, para analizar su efecto es necesario conocer en detalle cómo se diseñaron y construyeron las estructuras frente a sismos.
Chile se encuentra en el límite de la placa de Nazca y la placa Sudamericana, el cual forma parte del denominado Cinturón de Fuego del Pacífico, situación que nos expone a una constante sismicidad. El terremoto más grande registrado en la historia ocurrió en Chile en 1960, con una magnitud de 9,6 Mw y una energía liberada estimada en alrededor de 500 megatones de TNT. Considerando lo anterior, debemos estar siempre preparados.
La autoridad, a través del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, Senapred (Ex Onemi), ha elaborado guías de cómo estar preparados y cómo actuar durante y después de un sismo. Algunos de los aspectos claves a considerar: contar con un kit de emergencia, identificar zonas seguras en nuestras viviendas y lugares de trabajo e identificar zonas de evacuación.
Chile cuenta con un sistema integral de protección sísmica, constituido por reglamentos, normas, procesos e instituciones.
Los reglamentos establecen los estándares técnicos de diseño y de construcción exigibles. Las normas de diseño sísmico, establecen las condiciones para que las estructuras funcionen adecuadamente para las distintas zonas sísmicas del país, y que en sus actualizaciones incorporan la experiencia adquirida en sismos recientes.
Las normas de materiales, que establecen los métodos para efectuar el control de calidad y verificar las propiedades de los materiales. Las normas de mecánica de suelos, que establecen los estándares mínimos para poder caracterizar la respuesta sísmica del suelo de fundación.
Por otro lado, existen controles de tercera parte, entre ellos: la revisión obligatoria de los proyectos de cálculo estructural, la inspección técnica de obras y el control de la calidad de los materiales por parte de laboratorios oficiales. Las distintas instituciones como Ministerio de Vivienda, Ministerio de Obras Públicas, Municipalidades, fiscalizan que se cumpla con los estándares técnicos de la construcción antes indicados. Por otro lado, Senapred establece la gestión a nivel transversal para reducir el riesgo de desastres, entre ellos los originados por terremotos.
Finalmente, Chile es un país que cuenta con una industria de la construcción con tradición de calidad, así como una cultura sísmica por parte de sus habitantes.
Cada una de las partes que componen este sistema no funciona por sí sola. En su conjunto es lo que garantiza seguridad, preparación y respuesta frente a sismos, y es lo que nos diferencia de otros países.
Columna escrita por: David Silva, jefe de División Aceros Control de Idiem – Universidad de Chile