Así lo plantea un proyecto liderado por dos investigadoras de la UdeA y financiado por MinCiencias a través del programa ‘Orquídeas, mujeres en la ciencia: agentes para la paz’.

Fuente: El colombiano

Marllory Isaza Ruíz es una ingeniería de materiales que mientras cursaba su doctorado, tuvo la oportunidad de trabajar con geopolímeros, un material sólido formado con aluminosilicatos, por medio de la activación de silicatos alcalinos como precursores.

“En ese trabajo nos dimos cuenta, con mi grupo de investigación, de que, si los residuos industriales eran buenos para generar geopolímeros, los residuos mineros, que son precisamente de la tierra, también debían serlo”, contó Marllory, quien hace parte del Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo de Materiales de la Facultad de Ingeniería de la UdeA (Cidemat).

Así que de ahí surgió el proyecto Aprovechamiento del relave minero de Antioquia para soluciones de vivienda, mostrando su viabilidad socioeconómica para mejorar el bienestar de la población vulnerable, el cual es liderado por la hoy doctora, Isaza Ruíz, y por la joven investigadora Magali Restrepo Posada.

Con este proyecto, ambas consiguieron el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, tras ser elegidas como beneficiarias de la primera versión del programa Orquídeas, mujeres en la ciencia: agentes para la paz, una estrategia del gobierno nacional que busca la paridad de género en el campo de la investigación.

Foto: UdeA

El proyecto

Desde noviembre, Marllory y Magali, al lado de un grupo más robusto de investigación, empezaron a darle forma a su proyecto, es decir, a apostarle a la conversión de relaves en geopolímeros, un material que funciona como sustituto del cemento o del concreto, y que puede ser usado en el mundo de la construcción.

Y es que los relaves, que son los residuos que quedan de la producción minera, están compuestos por roca triturada, agua, restos de mineral y un alto contenido de silicio y aluminio, que es precisamente la característica que permite que los relaves se activen alcalinamente y que al activarse se pueda producir un material similar al cemento.

“Entonces la idea a partir de este proyecto es usar esos desechos mineros para la producción de esos geopolímeros con miras a que los beneficiarios sean precisamente los mineros y las zonas mineras de Antioquia, o sea, para que ellos lo puedan usar en la mejora de viviendas y, por qué no, en un futuro, los mismos mineros puedan tener emprendimientos generando por ellos mismos con este material”, comentó Marllory.

Así que este proyecto es prometedor en dos vías: en la que menciona la doctora, y en la que significaría el correcto tratamiento del desecho, ya que, por lo general, en los municipios dedicados a la explotación de oro, los relaves se acumulan en una presa minera, y esa acumulación afecta a la tierra y a las fuentes hídricas, y son bastante peligrosos, por lo que en el gremio están buscando nuevas aplicaciones para ellos.

“Con estos geopolímeros, muy poco explorados, se pueden generar transformaciones interesantes, porque se trata de reutilizar un material que, hasta ahora, nadie sabe qué hacer con él”, le dijo Magali al medio de la universidad.

Foto: UdeA

Avances

Hasta ahora las investigadoras trabajan con relaves mineros de los municipios de El Bagre, suministrados por el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), Andes, suministrados por el grupo de investigación en Materiales y Preciosos de la Facultad de Ingeniería de la UdeA (Mapre), y están en conversaciones con mineros de San Roque, específicamente de la empresa Gramalote, porque esperan poder desarrollar toda la parte social con ellos: la socialización de los resultados y de enseñanza.

“Desde que arrancamos en noviembre el proyecto ha fluido muy bien, estamos en una etapa muy experimental, de ensayo y error en la formulación del geopolímero, pero bueno, de eso se trata. Por otra parte, poder conversar con los mineros, trabajar con ellos, no ha hecho ser conscientes de que los ingenieros tenemos mucho que aportar, mucho más que siempre investigaciones que se quedan en el papel, nos dimos cuenta de que todo lo que hacemos nosotros se puede aplicar a la sociedad, y eso ha sido muy gratificante”, expresó Marllory.

Con los resultados de esta investigación que va hasta noviembre de 2024, se desarrollarán cursos, cartillas y un ciclo de conferencias entre las comunidades mineras para que aprendan a hacer, usar y posiblemente comercializar los geopolímeros.

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