En los últimos años, en el contexto empresarial, se han hecho muy populares las siglas BIM, que responden a las palabras inglesas Building Information Modeling. BIM es una metodología, una forma de trabajar, que ha revolucionado las actuaciones en proyectos de construcción y que se ha hecho imprescindible.

Fuente: Huelvaya

Cuando hablamos de BIM (Building Information Modeling, en inglés, o Modelado de la Información para la Construcción, Modelado de la Información para la Edificación, en español) lo estamos haciendo de una metodología de trabajo colaborativa para la concepción y gestión de proyectos de edificación y obra civil. Una metodología que centraliza toda la información de un proyecto en un modelo digital.

Al cambiar la forma de trabajar en un proyecto, el objetivo debe ser que el salto de CAD a BIM se produzca de la forma más fluida posible. Algo que se logra con un seguimiento y actualización continuos, contando con la garantía de un amplio grupo de profesionales del sector como apoyo.

Lo primero y fundamental para este cambio es disponer de un ‘Plan estratégico de implantación BIM‘. Un plan a medida en el que se definen todas las fases y acciones que son necesarias para llevar a cabo la implantación BIM en una empresa.

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Este plan es  crucial, porque no hay dos empresas iguales, y de ahí que su resultado final tenga que ser tras un proceso de auditoría de la compañía que va a realizar el cambio. Es clave saber qué tipo de trabajos realiza la empresa y desde qué punto parte para que el cambio esté bien dirigido, se marquen los plazos adecuados y no acabe mal. Este plan contempla desde la actualización de hardware y software a la definición de un proyecto piloto, sin olvidar la formación de recursos humanos, las plantillas y contenido BIM necesarias, la compartimentación de información, los organigramas y responsabilidades, manuales BIM necesarios y los estándares y protocolos necesarios.

Son muchos los ejemplos de empresas que comienzan a realizar acciones e inversiones aisladas sin ningún plan director, y han caído en saco roto. Por ejemplo, dar cursos de Revit o cualquier software de modelado, sin que exista un plan en el que se encuadre.

Para que un proceso de cambio a BIM acabe con éxito, además del plan descrito, son importantes otras consideraciones y aspectos, como la designación de un líder interno, alguien que se convierte en el BIM Manager de la empresa en la que se va a implantar el cambio.

Igualmente, la medición y comparación de los resultados de manera que cualquier cliente pueda ver con claridad que gracias a la metodología BIM es capaz de hacer mejores proyectos, en menos tiempo y por menos coste que antes.

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Y también debe quedar claro que el cambio no es sencillo porque cuando se plantea un proceso de implantación BIM, hay que contar con el impacto que ocasiona en los ritmos de producción el volumen de horas que los técnicos de una plantilla van a tener que dedicar, por ejemplo, a la formación o al proyecto piloto. En un proceso de implantación común, en una empresa de arquitectura o ingeniería, podemos estar hablando, para un técnico, de unas 350 o 400 horas de formación. Normalmente se organizan en 8-12 horas semanales, lo que supone  de un 20% y un 30% de su dedicación.

Por último, incidir en que estos cambios deben hacerse con el asesoramiento de una empresa especializada, y de ahí que disponer de la ayuda de consultores BIM sea importante para asegurar que la implantación se realiza de forma segura, basada en las mejores prácticas contrastadas y eliminando el riesgo de dar pasos en falso.

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