Autor/Fuente: Tecvolución.com

Una iniciativa de MasterCard pretende poner en común a todos los actores que participan en el panorama de desarrollo tecnológico de las ciudades para hacer frente al reto de diseñar las ciudades del futuro.

Estamos acostumbrados a hablar de aplicaciones tecnológicas que convertirán a las ciudades en “ciudad inteligente”, o su término anglosajón más habitual, smart cities. En un artículo reciente de TechRadar se preguntan cómo se planifica una ciudad para que siga esta senda de la innovación.

Más del 70% de la población mundial vivirá en ciudades en el año 2050. El planeta contará con unas 43 megaciudades dos décadas antes, en 2030, con poblaciones de más de 10 millones de ciudadanos en cada una de ellas. Además, y lo quizá más relevante, es que el 70% de las emisiones de dióxido de carbono provienen de las ciudades.

Ciudad Inteligente

Todos estos datos parten de MasterCard, que ha creado una iniciativa llamada City Possible. El objetivo de la misma es poner en común organismos públicos y compañías privadas, para atajar los desafíos más urgentes.

Además, establece un marco común para que las aplicaciones llevadas a cabo en diferentes ciudades puedan servir de guía a las demás.

Esta capacidad de aprender de las experiencias de otras ciudades es quizá lo más valorable de la iniciativa de MasterCard. Hasta ahora, los organismos públicos se han comportado como clientes y las compañías privadas como vendedores: ¿por qué no trabajar juntos por mejorar la innovación urbana?

Anthony Townsend, experto en planificación urbana, explica su visión acerca de cómo debe ser una “ciudad inteligente” y cómo se debe plantear en los despachos, que se pueden resumir en los siguientes puntos:

Es difícil poner de acuerdo a expertos en qué es una “ciudad inteligente”. ¿Una ciudad en la que se emplean soluciones tecnológicas para su mejora? En ese caso, todas tendrían este adjetivo.

Generalmente, los responsables de las ciudades, a nivel organizativo y gubernamental, no son conscientes de la necesidad de marcos regulatorios y políticas que organicen estas operaciones, guiadas habitualmente por la iniciativa privada.

La “ciudad inteligente” perfecta debería huir de las soluciones digitales poco complejas cuando las analógicas den el mismo o mejor rendimiento; demasiada integración de elementos digitales genera demasiado control sobre su propia infraestructura; en definitiva, prepara el mundo digital para mejorar el real, físico.

Cerramos con una cita del propio Townsend: “la generación, el uso y el manejo de los datos sobre personas y sus actividades necesita ‘cocinarse’ para descubrir cómo funciona el gobierno de las ciudades en sus más básicos niveles”. En definitiva, hacer radicalmente lo contrario para lo que se están concibiendo hoy muchos sistemas de control, dentro de nuestras ciudades.

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