En una entrevista exclusiva con El Planteo, Mauro Corigliano, ingeniero industrial en Eme Industria, habló sobre el uso del cáñamo en la construcción, sus beneficios sostenibles y los desafíos que enfrenta en Argentina.
Fuente: El Planteo
Corigliano explicó que el cáñamo ofrece una serie de ventajas frente a los materiales de construcción convencionales. “Es diez veces más aislante que el concreto y 50% más ligero”, mencionó.
Además, su uso permite capturar dióxido de carbono, lo que lo convierte en una opción significativamente más sostenible. “Una hectárea de cáñamo puede capturar y fijar hasta diez toneladas de carbono”, adelantó Corigliano, subrayando la importancia ambiental de este material.
Ladrillos de cáñamo y más allá: el proceso de producción
Transformar el cáñamo en materiales de construcción es un proceso técnico y laborioso que comienza en el campo. Corigliano explicó que, una vez cosechados los tallos de cáñamo, se someten a un proceso llamado “enriado”, donde los tallos se dejan reposar en el suelo durante 10 a 14 días de cada lado, dependiendo de las condiciones climáticas.
Durante este tiempo, la fibra externa se degrada gracias a la acción microbiana, lo que facilita la liberación de la cañamiza, que es la parte interna y leñosa de la planta. Este proceso es crucial, ya que permite separar la fibra exterior de la caña interna, que es el material base para la construcción.
El cáñamo enriado se recoge y se lleva a una máquina que lo tritura y clasifica. Según Corigliano, “la fibra se separa de la cañamiza, que es lo que utilizamos para hacer los materiales de construcción”.
Este paso es fundamental, ya que la calidad de la fibra afecta directamente la calidad del producto final. Las partículas de cañamiza, que deben tener un tamaño de aproximadamente dos centímetros y medio, son luego calibradas y limpiadas para eliminar el polvo.
Corigliano destaca la importancia de las medidas de seguridad: “Siempre que se trabaja con cáñamo es necesario usar guantes, protección respiratoria y ocular, debido a que es la fibra más dura del reino vegetal”.
Una vez que la cañamiza está lista, se mezcla con cal y otros aglutinantes. La proporción típica, según Corigliano, es “tres partes de cáñamo, una parte de cal hidratada y una parte de agua”, aunque estas proporciones pueden ajustarse según la humedad ambiental y las necesidades específicas del proyecto.
Este material de cáñamo se puede utilizar para fabricar ladrillos o paneles, que son las aplicaciones más comunes.
Corigliano mencionó que el proceso puede variar según la aplicación final del material. Por ejemplo, para los ladrillos, la mezcla se vierte en moldes y se compacta. “Cuanto más lo compactás, menos espacio de aire tiene el material, lo que afecta su capacidad de aislamiento térmico”, explicó.
Los ladrillos de cáñamo pueden dejarse secar al aire o en un horno, dependiendo de los recursos disponibles.
En otros casos, se utiliza un sistema de encofrado, donde la mezcla se vierte directamente en moldes para crear paredes completas, eliminando la necesidad de ensamblar ladrillos individuales. Este método puede ser más eficiente y permite una construcción más rápida.
Corigliano enfatizó que el cáñamo ofrece una flexibilidad increíble en su uso: desde tableros de carpintería hasta aislantes térmicos. “El cáñamo es un recurso maravilloso que, bien procesado, puede aprovecharse al 100% en diferentes aplicaciones”, sumó.
Innovación en Argentina: desafíos y oportunidades
Además, Corigliano señaló que, aunque el interés por este material está creciendo, todavía no existe una infraestructura adecuada para su producción a gran escala. “Hoy en día, en Argentina, no hay suficiente cáñamo disponible para cubrir una demanda industrial significativa”, comentó.
Sin embargo, el ingeniero se mostró optimista sobre el futuro del cáñamo en la construcción, especialmente en las regiones rurales donde las soluciones de bioconstrucción pueden tener un mayor impacto.
Corigliano destacó así que “la capacidad del cáñamo para integrarse en las cadenas de construcción existentes, sin generar una nueva cadena compleja, lo convierte en una opción viable para el futuro”.
Impacto ambiental y económico
El uso del cáñamo no sólo representa una solución más sostenible, sino que también tiene un impacto económico positivo. Según Corigliano, “una hectárea de cáñamo puede producir hasta 500 metros cuadrados de material de construcción, lo que ofrece un potencial significativo para el desarrollo de la industria”.
Además, al utilizar subproductos del cáñamo, como las fibras sobrantes, se pueden desarrollar aislantes térmicos y otros materiales útiles, maximizando el aprovechamiento del recurso.
Finalmente, el ingeniero subrayó que, aunque el costo inicial del cáñamo puede ser más alto que el de los materiales tradicionales, su durabilidad y menor impacto ambiental justifican la inversión. “El cáñamo viene a presentarse como una solución a los métodos de construcción tradicionales, que son responsables del 50% de las emisiones y del 40% del consumo de recursos del planeta”, concluyó.