Debido a la ubicación geográfica de los diversos proyectos mineros, estos deben considerar durante su planificación la posible ocurrencia de fenómenos naturales, tales como aluviones, terremotos, nevazones, entre otros. Para hacer frente a los posibles efectos y/o riesgos, es importante contar con diversas medidas de mitigación.
Los expertos consultados indican que previo a la implementación de cualquier medida de mitigación es fundamental realizar estudios de detalle sobre los aspectos geológicos/geotécnicos y de riesgo. Complementariamente a esto, se deberán realizar modelos para evaluar el comportamiento y magnitud de los fenómenos en estudio.
Las obras de mitigación o medidas estructurales, son obras de ingeniería empleadas para reducir el riesgo del elemento expuesto. Ejemplo de ellas, son las orientadas a enfrentar lluvias (que pueden derivar en aluviones), las que pueden ser catalogadas como preventivas, correctivas o de control, dependiendo de la localización de las obras respecto al origen del flujo, entre otras.

Aluviones, movimientos sísmicos o intensas nevazones, son solo algunos de los fenómenos naturales a los que cualquier construcción puede verse enfrentada, debido a lo impredecible que puede ser la naturaleza. Sin embargo, su constante ocurrencia a través del tiempo, permite que se pueda hacer frente previniendo y/o mitigando los efectos posteriores.

En el caso del sector minero los principales desastres naturales a los que pueden estar expuestos los diversos proyectos y faenas van a depender, en primer lugar, de su ubicación geográfica. Por ejemplo, si el proyecto se ubica, en la costa del norte de Chile entre el océano y el acantilado costero, estará expuesto a desastres naturales como: sismos, aluviones, derrumbes (del acantilado), tsunamis, marejadas, sequías, entre otros.

Desde el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), comentan que los efectos que estos desastres pueden tener sobre las obras en el caso de aquellas localizadas en superficie, son la destrucción total o parcial, inundación o aislamiento, debido a cortes en vías de transporte y/o comunicación. “En las obras subterráneas, las principales amenazas son: inundaciones y flujos (aluviones), que pueden afectar al interior de la mina aislando o ahogando al personal o bien, si el derrumbe en superficie ocurre en los accesos a las obras subterráneas, sucedería la aislación del personal”, explican Javier Fernández y Paola Ramírez, geólogos de la Unidad de Peligro Geológico y Ordenamiento Territorial del Sernageomin. Los profesionales agregan, además, que en el caso de sismos, estos pueden generar inestabilidades al interior de la mina y en casos extremos, colapsos de gran magnitud, más aun considerando que gran parte de los proyectos se ubica cercano a fallas, algunas de las cuales se encuentran activas.

Desde un punto de vista constructivo, Sergio Correa, gerente general de Empresas Conpax S.A., señala que el mecanismo habitualmente usado para identificar los efectos de estas contingencias es construir una matriz de riesgos e ir identificando en cada uno de ellos tres variables: magnitud, probabilidad y coberturas (medidas de mitigación, seguros, cliente u otros), determinando finalmente el riesgo que se estima razonable se exponga una empresa, sin perder de vista el objetivo primario de protección a las personas apuntando a Cero Accidente. “Dentro de los riesgos están al menos los siguientes grupos: naturaleza (tsunami, terremoto, crecidas, aluviones, lluvia excesiva, etcétera), así como incendios, otros TRC, riesgos asociados a gestión de Comunidad o vecinos, robo o hurto, responsabilidad civil patronal, entre otros”, explica Correa.

Estudios y consideraciones

Tomando en cuenta que la ubicación de un proyecto minero juega un rol preponderante en su desarrollo y operación, su estudio adquiere gran relevancia al momento de llevar a cabo las obras. En ese sentido, los mapas geológicos corresponden a insumos que se utilizan en la zonificación del peligro geológico, siendo información extremadamente relevante para su elaboración, junto con otros antecedentes como la topografía, geomorfología y geotecnia. Los expertos del Sernageomin, señalan que también es muy importante para la elaboración de mapas de peligro el registro histórico de eventos anteriores. “Previo a la implementación de cualquier medida de mitigación se deben realizar estudios de detalle sobre los aspectos geológicos/geotécnicos y de riesgo y complementariamente se deberán realizar modelos para evaluar el comportamiento y magnitud de los fenómenos en estudio”, explican Fernández y Ramírez, agregando que con esta información es posible “diseñar las obras de mitigación acorde al tipo de peligro y a su alcance, utilizando como supuesto un escenario determinado, dado por la ocurrencia de un evento desencadenante del fenómeno peligroso”. Los geólogos indican que una vez realizadas estas evaluaciones, y considerando los costos de cada tipo de obra de mitigación, se tendrán bases suficientes para un adecuado diseño de las mismas.

En términos generales, las obras de mitigación deben ser consideradas en la etapa de pre-factibilidad del proyecto, debido al costo que pueden llegar a tener dependiendo de su envergadura. Es por eso que Fernández y Ramírez señalan que una buena evaluación del peligro o amenaza natural al cual estará expuesto un proyecto de cualquier naturaleza, es fundamental en las etapas iniciales, incluso a nivel de perfil, ya que puede significar un cambio en el emplazamiento del mismo. “En el caso de una faena minera que contempla múltiples construcciones anexas, estas deben localizarse en los lugares con menor exposición a este tipo de eventos, para luego ir implementando las obras de mitigación adecuadas dependiendo del tipo de peligro”, explican los profesionales.

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Tipos de obra

Como se mencionó anteriormente, hay diversos fenómenos y situaciones naturales que pueden causar problemas tanto a las obras como a las personas, por lo que es importante que los proyectos cuenten con elementos para enfrentar estos escenarios. Las obras de mitigación o medidas estructurales, son obras de ingeniería empleadas para reducir o llevar a niveles “aceptables” el riesgo del elemento expuesto. Uno de los fenómenos naturales más comunes, son las lluvias que pueden derivar en flujos de detritos. Ante estos, las obras de mitigación pueden ser catalogadas como preventivas, correctivas o de control, dependiendo de la localización de las obras respecto al origen del flujo. “Algunos sistemas de contención están dados por obras sólidas, como diques y piscinas, construidos transversalmente a los cauces, generando de esta manera una disminución de la energía, reteniendo los sedimentos más pesados y generando zonas de baja energía para la sedimentación del material sólido presente en los flujos.

Un ejemplo de este tipo se observa en las quebradas que descargan en la ciudad de Antofagasta o en la quebrada de Macul en Santiago”, explican desde el Sernageomin.
Desde un punto de vista constructivo, en los riesgos asociados a la hidrología, se recomienda determinar los caudales de diseño para obras provisorias. “En general son tipo T=25 años y si hay asentamientos humanos, puede llegar a T=200 años o más, según el criterio y la magnitud del riesgo al que se está expuesto”, detalla Correa, agregando que una vez determinados los caudales o volúmenes asociados, existen comúnmente dos tipos de obras de mitigación: barreras o encauses y piscinas o decantadores. Las primeras siguen un cálculo hidráulico tradicional y se refiere a caudales permanentes, mientras que las segundas, se consideran en casos especiales y frente al evento más fortuito que corresponde a aluviones. “Estas se consideran cuando no es posible canalizar y hay infraestructuras de gran valor o asentamientos humanos que no se pueden desamparar y obedecen también a un cálculo hidráulico para que el sólido sea contenido dejando pasar el líquido por los cauces”, explica el gerente de Empresas Conpax S.A.

Otras medidas incluyen la utilización de disipadores de energía, dentro de los cuales, los más usados en los últimos años, corresponden a mallas metálicas especialmente diseñadas y ancladas que se ubican en los cauces y son capaces de contener los sólidos de mayor tamaño en un flujo o aluvión, reduciendo así la energía de estos y disminuyendo el alcance del mismo. “Estas mallas se pueden instalar a lo largo de toda una cuenca, antes del punto de descarga. Presentan múltiples ventajas, ya que comparativamente son de menor costo y permiten disminuir la velocidad del flujo en los tramos iniciales de generación, además de retener el material más grueso”, explican los profesionales del Servicio Nacional de Geología y Minería.

En el caso de riesgos asociados a movimientos telúricos (sismos de alta intensidad, terremotos), la lógica es similar, es decir, se debe diseñar las obras considerando un movimiento lo suficientemente alto, como para cubrir la severidad del eventual daño. “Lo central en obras de construcción es un adecuado plan de emergencia cuidando la protección de las personas, con responsables por área de trabajo, puntos de encuentro adecuadamente señalizados y algún simulacro cada cierto tiempo que asegure no se pondrá en riesgo a los trabajadores”, detalla Correa.

Para contener el movimiento de material por gravedad, desde el Sernageomin señalan que la forma más simple de hacerlo, es realizar un cambio en la geometría de la ladera con el fin de estabilizarla. Esta estrategia corresponde a una medida preventiva y las técnicas constructivas más usadas con este propósito son: el tendido de talud (disminuir la pendiente), la construcción de bermas y de trincheras y/o terraceo. “También son de relevancia las obras de control de drenaje e infiltración, diseñadas para controlar o disminuir la presión ejercida por el agua que se infiltra en el suelo o roca”, señalan los geólogos Fernández y Ramírez, agregando que las técnicas más usadas con este objetivo son cunetas, zanjas, revestimiento, drenes y pozos.

Es importante mencionar que si bien, se pueden realizar todos los cálculos pertinentes para el desarrollo y construcción de este tipo de obras de mitigación, su efectividad se apreciará una vez que enfrenten alguna contingencia para las que fueron pensadas. “No se puede medir la efectividad “durante” la construcción, en el sentido de que la única manera de verdaderamente hacerlo es cuando sucede el evento para el cual fue diseñado. Puede ocurrir un evento de mayor magnitud y la obra va a fallar, pero no por un tema constructivo sino de diseño”, explican desde el Sernageomin. En la misma línea y respecto a la “mantención” de estas obras, Correa comenta que uno de los mecanismos que tienen las empresas certificadas, se basa, precisamente, en evidencia documental de tales inspecciones.

Lo impredecible que puede ser la naturaleza y por ende, sus fenómenos, mantiene en constante alerta a los sectores productivos (no solo al minero), para poder hacer frente a posibles contingencias. «Para este tipo de obras, lo más importante es planificar. La planificación es fundamental al momento de desarrollar los proyectos, además de considerar tanto a los trabajadores, como a la comunidad y contar con los seguros pertinentes”, señala el gerente general de Empresas Conpax S.A.

Otro aspecto a tomar en cuenta son los fenómenos naturales en sí. “En estos momentos, frente al cambio climático que se vive a nivel mundial, ya no se puede trabajar con el período de retorno estimado de acuerdo a los registros históricos; ahora el diseño de las obras de mitigación y de los proyectos en general, se debe llevar a cabo considerando el peor escenario cuyo costo estemos dispuestos a asumir, tanto en términos económicos como de vidas humanas”, explican los geólogos de Sernageomin, agregando que ese es el riesgo que la comunidad en general debe conocer, para asumirlo en forma responsable.

Desastres Naturales


Si bien la naturaleza es impredecible, los riesgos y efectos de sus fenómenos, pueden ser mitigados. Una óptima planificación, con todo lo que eso conlleva en un proyecto, resulta ser clave.

Ejemplo de efecto de frente de mal tiempo

En abril del año pasado, fuertes lluvias afectaron a la región de O’Higgins lo que llevó a Codelco a suspender la producción en sus procesos de minas y plantas de la División El Teniente, debido a daños en la infraestructura de acceso de personal y de suministros, así como por la interrupción del sistema de transporte de mineral a plantas, producto del frente de mal tiempo. De acuerdo a estimaciones de la empresa, los trabajos de restitución de los servicios y sistemas básicos para reiniciar la producción se estimaron en al menos tres días, equivalente a una producción de cinco mil toneladas de cobre fino (cabe mencionar que el resto de las operaciones de la empresa siguieron su operación normal). Si bien en su momento se verificó el adecuado comportamiento de los tranques y embalses, la empresa señaló que el evento climático, provocó daños en la infraestructura de transporte de personas y mineral debido a la ocurrencia de aluviones y desbordes de cursos de agua sobre la infraestructura. Ante eso, y como parte de las medidas de seguridad para minimizar y mitigar cualquier riesgo a los trabajadores de El Teniente y de empresas colaboradoras, se decidió suspender temporalmente  las actividades en las instalaciones. El fenómeno climático fue tan severo que otras empresas como Anglo American Plc, siguieron los mismos procedimientos y también suspendieron sus actividades en Los Bronces y El Soldado por razones de seguridad.

Campaña sobre Factor Humano en ocurrencias de desastres

El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) impulsa una campaña llamada “Los desastres no son naturales”, en la que se busca promover la conciencia pública sobre la responsabilidad humana en la ocurrencia de desastres y la importancia del respeto a la información técnica referida a fenómenos de la corteza terrestre, tales como terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, lahares primarios y secundarios, flujos, deslizamientos, inundaciones y anegamientos, entre otros. De acuerdo a lo señalado en su sitio web, se observa con habitualidad como medios de comunicación, ciudadanía y autoridades hacen referencia (erróneamente) a “desastres naturales”, con escasa conciencia de que ya se sabe cuáles son y dónde están los peligros geológicos, razón por la cual dejan de ser “naturales” si se construye deliberadamente en zonas de peligro. Sernageomin propone con esta campaña que lo razonable sea respetar los mapas de peligros geológicos, lo que conlleva evitar construir donde no corresponde y/o generar obras de mitigación de impactos para proteger a la población.

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