El sector tiene un importante reto. Además de transformar los procesos productivos, hacia un contexto más automatizado e integrador, surge una nueva motivación: ¿qué ocurre con los edificios ya existentes? Un elevado porcentaje son, además, previos al Código Técnico con lo que ello implica. En este escenario, aparecieron los fondos NextGeneration que, lejos de contribuir a actualizar estas viejas construcciones, su implementación ha sido desigual en el conjunto del país. El spoiler es que todo sigue igual y la rehabilitación eficiente y sostenible es, a día de hoy, una utopía. No obstante, durante la pasada edición de Construmat se descubrieron nuevas oportunidades para el sector dentro del Sustainable Building Congress.
Fuente: Interempresas
Uno de esos ejemplos vino de la mano de T9sA Arquitectes que ha conseguido transformar un edificio enfermo en uno saludable. Situado en Diagonal 233 (Barcelona) también ha cambiado su uso, para convertirse en una oficina que ofrece todas las ventajas y prestaciones de un modelo híbrido. Una actualización que ha permitido recuperar el esplendor de este edificio que, además, se convierte en la carta de presentación de una estrategia impulsada por la Diputación de Barcelona y que se completará con el resto de equipamientos propiedad del ente público.
“Este proyecto circunda alrededor de 3 temas: urbano, social y sostenibilidad. Creemos que la sostenibilidad no solo es energía o materiales, sino que también es la gente. Con esto, el edificio no podría ser ajeno a estos cambios”, comentó al respecto Oriol Cusidó, arquitecto de T9sA y coredactor del proyecto.
Unos cambios que no deben desentonar en el entorno en el que se ubican. Todo lo contrario. La fachada muestra su carácter contemporáneo mimetizándose en este enclave del Ensanche barcelonés. Para conseguirlo, emplean un recurso muy útil de espacios abiertos y diáfanos que, además, se abre literalmente a la ciudadanía. No en vano, este edificio se destinará a la recaptación tributaria y esta actividad pública contribuye a que se creen espacios de apertura hacia el exterior y de total transparencia.
Una transformación que también se da en el interior con una reorganización espacial, de acuerdo con los nuevos usos de los espacios de trabajo, apostando por la polivalencia y flexibilidad. Todo bajo el paraguas de la implementación de los parámetros LEED. “Las certificaciones nos ayudan a mostrar que las cosas las estamos haciendo bien”, reconocía Eloi Juvillà, director de Servicios de Edificación y Logística de la Diputació de Barcelona.
Y, en su ADN, los trabajos deberán generar el menor impacto medioambiental posible. Por ello, los residuos generados por la construcción de la nueva fachada servirán para generar el nuevo pavimento, fomentando, así, la economía circular. Y es que, precisamente, la fachada será uno de los elementos más destacados, ya que se generará una segunda piel, para mejorar la climatización interior y como espacio de socialización, ya que se proyecta una terraza interior, donde el uso de la madera no solo contribuye a reconectar con la naturaleza, sino a sumar para mejorar el confort interior. Un proyecto que deberá iniciarse en 2025 y que marcará el hilo conductor del resto de edificios de la Diputació de Barcelona que deben rehabilitarse, para adaptarse a las nuevas necesidades.
Otro de los casos de éxito es la reforma de la Casa de Pich i Pon también en Barcelona. Se trata de un edificio patrimonial, junto a la céntrica Plaza de Cataluña, que ha cambiado de uso de residencial a oficinas, perpetuando los grandes ventanales que caracterizan a esta construcción, que mantiene la esencia de su arquitecto Puig i Cadafalch. Para ello, se ha construido un ‘storytelling’ acerca de la exaltación del movimiento cultural de finales del siglo XIX, concibiendo este emblemático edificio en una auténtica obra de arte.
Un proyecto impulsado por el estudio scob donde se pretende recuperar vínculos con la naturaleza, la ciudad y los lugares que habitamos, a través de un proceso de innovación que pone la empatía en el centro del proceso de diseño. Esto es que pone el foco en la experiencia de los usuarios y el respeto por el hábitat, sin olvida la fuerza transformadora que revitaliza el patrimonio arquitectónico.
Su cambio de uso de residencial a edificio de oficinas es una declaración de intenciones. Los grandes ventanales y su máxima flexibilidad convierten este espacio para Loom en una máxima de calidad y confortabilidad.
Aribau 195 es, en cambio, un edificio resiliente en el que se intentó conservar gran parte de los elementos fijos. Sin embargo, la mayor actuación se produjo en el muro cortina de la fachada, donde la hibridación hormigón y madera le confiere una cierta elegancia en el contexto urbano, pero buscando, a su vez, la ventilación natural y una gran entrada de luz. No obstante, en su interior, las alturas desiguales de 2’50 a 2’80 metros, dependiendo de cada estancia, determinó que la climatización e iluminación artificial se mantuvieran a la vista, para no reducir altura. No obstante, lo más remarcable es el espacio natural que converge en la fachada posterior, recuperando un interior de manzana en desuso, con una propuesta de baja demanda hídrica, apostando con el tiempo a que se convierta en una cubierta verde y reduzca la sensación de isla de calor en verano.
Rehabilitación radical
¿Qué ocurre cuando no se puede preservar la estructura de un edificio histórico? La rehabilitación radical permite levantar un edificio prácticamente nuevo, aunque, el contrapunto está en que generan muchos residuos. Una solución es la que expuso Roger Orriols Gil, fundador de ROA Arquitectura, en el edificio de Jean Piaget de Sabadell (Barcelona) que, además contempla una transformación disruptiva, ya que ha pasado de espacio industrial a edificio residencial, bajo los preceptos de eficiencia y sostenibilidad, ya que también se ha apostado por la economía circular, a partir de los materiales procedentes de gran parte de la demolición del mismo.
“Instalamos una pequeña central de reciclaje para la selección y recuperación del material residual. Pero también nos encontramos, por ejemplo, con ventanas de madera que no cumplían el código técnico o radiadores de fundición que integramos en el proyecto como aparcamiento de bicicletas o barandillas de decoración en el edificio”, comentó al respecto Orriols.
La imaginación, la creatividad y, sobre todo, el firme compromiso con el planeta es vital desde la fase de diseño.
Precisamente, la madera juega un papel importante en el sector de la construcción. Sus propiedades y prestaciones le han posicionado como uno de los elementos imprescindibles para cumplir con el Pacto Verde europeo. En la mesa redonda ‘Retos y oportunidades para la edificación con madera maciza industrializada’ se puso de manifiesto los desafíos industriales y las oportunidades edificativas. La investigación sigue siendo uno de los pilares y el desarrollo de nuevas soluciones en construcción permitirá un avance para, además, reducir la demanda habitacional y dar respuesta a la escasez de mano de obra, a la vez que se contribuirá a la descarbonización del sector.
En este escenario surge la red Mass Madera, cuya misión está en acelerar el uso de madera maciza industrializada en España, como solución a la reducción de emisiones asociadas con el sector de la edificación. Una sesión que contó con la participación de Vicente Guallart, co-Fundador del IAAC y de Mass Madera; Elena Orte de SUMA Arquitectura; Ferran Urgellés, Production & Supply Chain Mgr. de Woodea; Carles Martí, CEO de Grup Boix; y Juan Velayos Lluis, socio fundador en JV20 Investment & Advisory JV Forest / Terra Greenliving, quien reconocía “que tenemos el viento a favor y es una oportunidad que tenemos que aprovechar”.
Esta tendencia no implica una desaparición de materiales como el hormigón o el acero, sino que simplemente se deberán optimizar los materiales constructivos, para diseñar y construir bajo una premisa menos contaminante a todos los efectos. “Nos encontramos en un proceso de continuo aprendizaje sobre la madera, pero es indudable que es un material incomparable, no solo en términos de sostenibilidad, sino que también por su calidad y calidez que otorga a los espacios”, reconocía Elena Orte de SUMA SUMA Arquitectura, quien recientemente ha recibido un Premio EUmies Awards por la Biblioteca García Márquez de Barcelona.
La salud se integra en el diseño constructivo
Además de definir parámetros de eficiencia energética y sostenibilidad, la salud entra en la ecuación de la construcción. Una de las profesionales que más apuesta por soluciones de bioconstrucción es Sonia Hernández de Arquitectura Sana, quien despertó el interés de muchos de los asistentes en la última jornada de Construmat.
En cierto modo, achacaba que velar por el Código Técnico no siempre tiene que llevarse al extremo por conseguir certificaciones, ya que en muchas ocasiones se tiende a aislar térmicamente edificios que no lo requieren por su situación geográfica u orientación. Este problema se manifiesta también en proyectos de rehabilitación, que se tiende a ‘sobrealimentar’ los edificios, es decir, a apostar por la rehabilitación energética, pero, muy probablemente, ya que “tiene que haber más que el simple cambio de una letra de eficiencia energética”, comentó al respecto.
Y añadió que “a los edificios les pedimos mucho. Que produzcan energía, que las fachadas sean bonitas, que se introduzca el verde… hay que ser coherente y no caer en el desastre”. A esto hay que sumar los materiales empleados, el mobiliario, los tejidos, la iluminación, la pintura… todos estos factores influye en nuestra salud y puede provocar “el síndrome del edificio enfermo”. Pero también nuestro estado de ánimo o lo que nuestras viviendas provocan en nuestras emociones puede tener incidencia en nuestra salud.
Entonces, ¿cómo tener una vivienda óptima? Para Hernández es clave hacer un diagnóstico personalizado del edificio o vivienda a rehabilitar, optimizando los recursos existentes que pueden poner en valor. Está claro que es importante el uso de materiales de baja huella de carbono, pero no podemos pedir a los edificios que asuman un rol que no les pertenece, ya que de por sí ya generan un impacto porque ocupan un espacio en la naturaleza que no les es propio”. Por este motivo, es importante trabajar de forma multidisciplinar con distintas áreas del conocimiento como ciencias de la salud, derecho, economía, arquitectura… para tener una sensibilización hacia la salud.
Para completar esta interesante sesión se vivió una mesa redonda posterior sobre ‘Casos prácticos de rehabilitación que incluye criterios de salud’ donde se expusieron los retos del sector en materia rehabilitadora, destacando la mejora de la accesibilidad a los edificios, por ejemplo, o apostar por la ventilación natural como elementos que contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas.
El proyecto del Camp Nou
Una de las sesiones más esperadas de Construmat fue la relacionada con los trabajos de rehabilitación del Camp Nou. Para ello, Lluís Moya, director general de edificación el FCB; Jordi Portabella, director del Área de Sostenibilidad; y Jordi Altet, director de Calidad e I+d+i de Molins expusieron las claves de esta gran rehabilitación que, por un lado, contribuye a valorizar los residuos generados por el derribo de la tercera gradería; y, por el otro, aúna una recuperación patrimonial correspondiente a la segunda gradería.
Como remarcó Moya, “nos hemos inventado un sistema constructivo mixto y evolutivo, con varias actuaciones a la vez para cumplir los plazos establecidos”. Un proyecto que pone al socio en el eje del diseño y donde el hormigón es el material clave, pero desde el punto de visa de la sostenibilidad. Por este motivo, los residuos generados por el derribo de parte de la estructura se han valorizado ‘in situ’ para fomentar la economía circular, gracias al ‘expertise’ de Molins, para la ejecución en las áreas a reconstruir.
No obstante, la cubierta será uno de los elementos clave de este proyecto, cuya complejidad ha llevado a determinar que será el último elemento en implementarse, antes de su inauguración, prevista para el verano de 2025.
Pero, sobre todo, el nuevo estadio del Camp Nou quiere ser un referente en términos de eficiencia energética y reducción de su huella de carbono, alineándose con los ‘green building’ tanto en valorización de residuos, pero también en actuaciones mediante el uso de renovables, además de impulsar, desde el Área de Sostenibilidad, acciones que minimicen el impacto en el medio ambiente implicando también a los socios y asistentes al estadio. Unas políticas que les ha llevado a actuar para alcanzar los certificados de la más alta calidad y convertirse en un referente internacional. Ahora solo queda esperar a que sea una realidad en pocos meses.