Además de ser considerada el motor del PIB brasileño y uno de los segmentos más importantes para la economía global, la construcción civil también enfrenta un desafío de muchos años, que gana aún más peso con el crecimiento mundial de la agenda ESG.
Fuente: CLA
Columna Escrita por: Fábio Camargo
Director General de Camargo Química, empresa especializada en insumos no contaminantes para la construcción.
Se trata del sector más contaminante del planeta y, como tal, necesita movilizar urgentemente su modus operandi para encontrar formas de reducir los residuos y los recursos, así como la preservación del medio ambiente.
Y la bandera de la mitigación de los riesgos contra el clima está en la agenda dentro y fuera de Brasil, siendo reforzada especialmente después del Acuerdo de París de 2015, que trazó un objetivo común y global para todo el mundo y que pretende implementar acciones reales y mensurables para reducir la contaminación.
En el contexto de la industria de la construcción, hay un largo camino por recorrer y una necesidad latente de hacerlo. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la construcción civil mundial es responsable directa e indirectamente del 39% de los gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera. Cerca del 11% de este volumen estaría vinculado a la cadena de producción de acero y cemento. Este impacto sitúa al sector en primera línea de la agenda de descarbonización, un término cada vez más presente, especialmente en el mercado de inversores y grandes empresas.
Hay dos grandes puntos relacionados con este contexto que pueden ser vistos con optimismo por la cadena de producción de la industria de la construcción: el primero es que existe un mercado en plena expansión que puede ser clave para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y contribuir a un funcionamiento más saludable de la empresa: el mercado de créditos de carbono. Ya sea adquiriendo títulos de empresas que operan en acciones que reducen las emisiones de CO2 y “transfiriéndoles” así su responsabilidad, o en asociaciones en las que las empresas están vinculadas, es posible comprar o vender títulos y crear un mercado financiero paralelo, al tiempo que se reduce el impacto del gas carbónico en la atmósfera.
El otro punto, además de la viabilidad económica a través del mercado de créditos de carbono, es el uso de tecnologías disruptivas que cambien la forma de producir insumos, especialmente cemento y hormigón. Actualmente, el mercado ya presenta soluciones que retiran de la atmósfera el CO2 emitido por los grandes emisores, lo inyectan en la mezcla para el hormigón y transforman este gas nocivo en mineral sólido no contaminante: es la unión de procesos químicos y de alta tecnología para transformar el hormigón en un elemento cada vez más respetuoso con el medio ambiente e incluso más duradero.
Así, la descarbonización puede llevarse a cabo a gran escala. Imaginemos un proceso de eliminación y transformación del CO2 como el descrito anteriormente en la construcción de grandes condominios, obras públicas, complejos industriales. Se estima que este tipo de tecnología puede reducir 500 millones de toneladas de emisiones de CO2 al año, lo que equivale a retirar 100 millones de coches de las carreteras.
Por lo tanto, además de ser factible, la descarbonización de la industria de la construcción se está convirtiendo en un factor urgente para el crecimiento y una mayor visibilidad de las empresas que prevén la construcción de empresas sostenibles a largo plazo. Se trata de una iniciativa totalmente posible, económicamente viable -si no interesante y rentable- y urgente para aportar valor al consumidor.