La Huella de Carbono de los edificios es el conjunto de Gases Efecto Invernadero (GEI), emitidos de forma directa o indirecta, que provocan tal impacto ambiental sobre el cambio climático que es imprescindible llevar a cabo una medición de estos GEI o un análisis del ciclo de vida de la construcción.
Fuente: Inarquia
Una vez conocido el tamaño y la huella de CO2 equivalente es posible crear una estrategia de reducción y/o compensación de las emisiones.
Este proceso de medición divide en cuatro etapas del ciclo de vida de un edificio:
- Diseño
- Construcción
- Funcionamiento y mantenimiento / Renovación y reforma
- Derribo.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), un edificio provoca un consumo de energía a lo largo de su vida útil del 84% , repartido en el uso de calefacción, agua caliente sanitaria (ACS) y electricidad;un 12% en su fabricación, transporte y construcción, y 4% en mantenimiento y renovación.
La problemática está en que actualmente ‘derrochamos’ energía de un modo insostenible, pues el consumo energético de los edificios en España alcanza un 36% del consumo total del país (siendo Burgos y Zamora las provincias pioneras), no existe una adecuada gestión energética y tampoco se analiza el ciclo de vida de un edificio. Sin embargo, hoy en día existen soluciones y tecnologías avanzadas para remediar esto.
Las estrategias de mejora propuestas para que sea posible un edificio sin huella de CO2 son las siguientes:
- Disminuir la dependencia energética externa: utilizando fuentes de energía renovables (geotermia, solar térmica, solar fotovoltaica, microturbinas eólicas, etc.), mejorando los hábitos de consumo siendo conscientes del gasto que se produce y optimizando los procesos de mantenimiento.
- Mejorar el rendimiento de los equipos y procesos, tanto en iluminación como climatización, refrigeración, generación de calor o electricidad, combustibles, etc. Se podría obtendría un ahorro de energía del 10 al 60%, con una amortización de 3 a 10 años.
- Reducir la demanda de forma pasiva mediante una construcción sostenible, bioclimática, que mejore las cualidades de la envolvente térmica del edificio, a través del aislamiento térmico y la mejora de los puentes térmicos, etc. Se obtendrían ahorros en la demanda de energía que podrían ser de entre el 50-80% , algunos de ellos a coste 0, como el diseño bioclimático.
- Reducir la demanda de forma activa incorporando Sistemas Integrados de Gestión de las Instalaciones (BACS) que actúan en función del uso real (horarios, presencia…), de las condiciones exteriores (Tª, humedad, luminosidad…) y los criterios bioclimáticos activos (orientación, sombras…). El ahorro de energía que se produciría en este caso sería de entre el 5 y el 40%, con una amortización desde 0 hasta 6 años.
Los edificios de consumo de energía casi nulo (nearly Zero-Energy Building) reúnen estas propuestas con el objeto de conseguir un nivel muy alto de eficiencia energética. Su consumo de energía es muy bajo, generándose en su mayoría desde fuentes de energía renovables.
Para concluir, llevando a cabo propuestas de mejora como BACS, el uso de energías renovables y tecnologías eficientes y un diseño bioclimático, se permite conseguir edificios de consumo de energía casi nulo nZEB de la forma más viable económicamente. Asimismo, resulta imprescindible llevar a cabo una gestión de la energía de forma adecuada y óptima.