En un complejo escenario de cambio climático, ante el cual nuestro país es altamente vulnerable; y en un contexto de déficit habitacional en Chile, que se estima en unas 600 mil viviendas, surge la necesidad de utilizar materiales de construcción que tengan como característica principal un bajo impacto ambiental, es decir, que en su producción y aplicaciones presenten bajas huellas de carbono y agua y que, además, permitan aumentar de manera significativa la rapidez en la construcción.

Fuente: El Mostrador

La madera reúne todos esos beneficios y destaca con holgura sobre otros materiales constructivos: es un recurso renovable, reciclable, versátil, edificable en altura, es un buen aislante térmico, tiene beneficios para la salud de las personas y sus construcciones presentan un buen comportamiento frente a los sismos.

Además, el uso de la madera en la construcción de viviendas tiene un significativo impacto social, dada la generación de empleo que provee la industria del aserrío. Más de 15 mil personas trabajan en 938 aserraderos, trabajando entre Valparaíso y Magallanes, los que en un 97% corresponden a pymes, según datos del Instituto Forestal (INFOR), organismo adscrito al Ministerio de Agricultura.

El aporte habitacional y medioambiental de la construcción en madera

Es, precisamente, esta institución, a través de su área de Investigación de Tecnología y Productos de la Madera, la que ha aportado de manera significativa, desde inicios de los años 60, en los ámbitos de la construcción con madera, la industria del aserrío, la formación de técnicos y el desarrollo de productos con valor agregado.

La introducción de la técnica de laminado en el país, la emisión de los primeros manuales de diseño y construcción con madera, la derivación de los grados estructurales de la madera aserrada de pino radiata, el apoyo a la creación de la primera especialidad de Técnico de Nivel Superior en Construcción en Madera en el CFT Lota-Arauco, la implementación del Laboratorio de Madera Estructural en el país (LME-INFOR), iniciativa acreditada por el Instituto Nacional de Normalización (INN) como laboratorio de ensayos bajo el estándar NCh ISO 17025 e inscrito en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU); el desarrollo de envigados y componentes para la construcción, y más recientemente con la transferencia a la pyme del aserrío de una serie de aplicaciones digitales desarrolladas en los ámbitos del secado, dimensiones, tiempos muertos y control de la producción; son solo algunos ejemplos de la activa contribución institucional al ecosistema de la madera.

Es claro, entonces, que hay un largo camino de investigación que se ha traducido en resultados concretos en aspectos multidimensionales. Con todo, esta experiencia acumulada es el gran motor que impulsa a la madera como un material de construcción sustentable que ayuda a solucionar un problema habitacional que demanda una respuesta inmediata y de alto estándar de calidad.


Columna escrita por: Sandra Gacitúa Arias, Directora ejecutiva del Instituto Forestal, Ministerio de Agricultura.

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