El trabajo del ganador del Premio Pritzker este año ha desarrollado su carrera en China, su país natal, y se caracteriza por sus diseños enfocados en mejorar la vida del ser humano.
Fuente: Revista AD
El arquitecto Liu Jiakun, ha recibido hoy el Premio Pritzker de Arquitectura 2025. El creativo, afincado en Chengdu, (China) centra su trabajo en el ser humano con el objetivo de mejorar su vida cotidiana. Este galardonado de 69 años, fundador de Jiakun Architects, ha realizado más de 30 proyectos, todos ellos en su país, a lo largo de sus más de cuatro décadas de carrera. Su obra incluye proyectos académicos y cívicos, espacios culturales y comerciales e incluso planificación urbana. Sea cual sea la tipología, Liu contribuye positivamente, (y a veces de manera inesperada), al ámbito público con cada uno de ellos.
“La arquitectura debe revelar algo: debe abstraer, destilar y hacer visibles las cualidades inherentes a la gente del lugar”, publicaba Liu en un comunicado. “Tiene el poder de moldear el comportamiento humano y crear atmósferas, ofreciendo una sensación de serenidad y poesía, evocando la compasión y la misericordia, y cultivando un sentimiento de comunidad compartida”.
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Un ejemplo para afrontar los retos del futuro
Tras Wang Shu en 2012, Liu, que ha dedicado su práctica al diseño en y para su país, es el segundo arquitecto chino galardonado con el Premio Pritzker de Arquitectura. Entre sus principales proyectos se encuentran el Museo de Arte de Escultura de Piedra Luyeyuan (2002) en Chengdu, que entrelaza un jardín tradicional y el brutal edificio de la galería con paredes de hormigón; el Departamento de Escultura del Instituto de Bellas Artes de Sichuan (2004) en Chongqing, un edificio de color óxido, adaptado perfectamente a su entorno, cuyos niveles superiores están inclinados hacia fuera para garantizar la máxima luz y aire a los ocupantes académicos; y el complejo comercial West Village (2015) en Chengdu, que abarca toda una manzana y cuenta con un campo de deportes comunitario en su centro, el Museo Imperial de ladrillos de Suzhou, (2016), es un guiño moderno de tejado plano al material tradicional que expone y la renovación de las Cuevas de Tianbao, (2021), en Luzhou, recurre a la arquitectura tradicional china a base de pabellones para revelar y a la vez ocultar las nuevas estructuras que albergan a los visitantes de las mayores cuevas de almacenamiento de licor del mundo.
“En un mundo que tiende a crear interminables periferias aburridas, Liu ha encontrado la manera de construir lugares que son al mismo tiempo un edificio, una infraestructura, un paisaje y un espacio público”, dijo el presidente del jurado del Premio Pritzker de Arquitectura y galardonado en 2016, Alejandro Aravena, sobre el premiado. “Su obra puede ofrecer pistas impactantes sobre cómo afrontar los retos de la urbanización en una era de ciudades en rápido crecimiento”.
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Artesanía y significado
Además de utilizar la arquitectura para fomentar la pertenencia a una comunidad, proteger el contexto estético y el patrimonio e integrar el paisaje en el entorno rural y urbano, los proyectos del ganador del Premio Pritzker 2025 crean una interacción poética entre la luz, la sombra y los materiales. Para esto último, da prioridad al abastecimiento de bienes locales que apoyen la artesanía tradicional y busca aquellos con textura e imperfecciones visibles para añadir carácter a sus edificios. Los escaparates del mencionado complejo del West Village, por ejemplo, están incrustados con lo que el arquitecto llama “ladrillos del renacimiento”, un material fortificado que inventó mezclando escombros de las ruinas del terremoto de Wenchuan de 2008 con cemento y fibra de trigo local. Más resistentes y económicos que el ladrillo normal, también están impregnados de significado cultural. En 2009, en Chengdu, a tan solo 80 km del epicentro del mortífero terremoto, Liu utilizó el mismo material para crear una obra íntima de menor escala aunque igual de cautivadora, el Memorial a Hu Huishan, una adolescente que murió durante el desastre natural. La estructura tiene la forma de una tienda de campaña de refugiados y es tanto una oda a la memoria individual como a la colectiva.
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Más allá de la arquitectura
Nacido en Chengdu, Liu no siempre consideró la arquitectura como su vocación, de hecho, durante la primera etapa de su vida se sintió más atraído por el dibujo y la escritura. A los 17 años,— tras trabajar en el campo a través del programa Zhiqing del gobierno chino que, a lo largo de diez años, mandó a más de 12 millones de jóvenes intelectuales a entornos rurales—, fue admitido en el Instituto de Arquitectura e Ingeniería de Chongqing en 1978. Tras graduarse, trabajó primero para el Instituto de Investigación y Diseño Arquitectónico de Chengdu, de propiedad estatal, para luego trasladarse al Tíbet y dejar atrás la arquitectura. En 1993, una exposición individual de la obra de un antiguo compañero de clase, Tang Hua, en el Museo de Shanghái, reavivó su pasión por la disciplina como forma de expresión personal. Liu fundó su empresa, Jiakun Architects, en su ciudad natal en 1999, y desde entonces ha utilizado su trabajo para, tal y como describió el jurado del Premio Pritzker, “forjar comunidad, inspirar compasión y elevar el espíritu humano”.