Este proyecto de edificio de viviendas en Toronto (Canadá) aprovecha las ventajas de la prefabricación de paneles de madera contralaminada.
Fuente: El Español
La madera se asocia con construcciones endebles que son vulnerables al fuego, pero nada más lejos de la realidad. Las técnicas de última generación han permitido el desarrollo del CLT (siglas en inglés de madera contralaminada) y otros materiales que aprovechan las cualidades de la madera para ofrecer alternativas al acero y al hormigón y llevar a cabo construcciones más ligeras y resistentes. Además de sus ventajas medioambientales, facilitando la captura de CO2, una de sus características más apreciadas por arquitectos y constructores es la velocidad con la que permite levantar edificios.
El último ejemplo de esta rapidez es el proyecto Hälsa (que en sueco significa ‘salud’), que empezará a construirse en los próximos meses en Toronto (Canadá). El edificio, de 9 plantas y unos 30 metros de altura, está destinado a viviendas, y será el más alto de este tipo en la ciudad, aunque no puede competir con los rascacielos de madera más altos, que llegan a los 200 metros. En lo que sí puede plantar batalla es en el ritmo de construcción ya que, según la empresa detrás del proyecto, Intelligent City, se completará toda la estructura y el cerramiento del edificio en apenas 90 días.
“Este proyecto es un testimonio de cómo la prefabricación puede satisfacer la creciente demanda de vivienda sin comprometer la sostenibilidad, el diseño o la calidad“, señala Oliver David Krieg, presidente de Intelligent City, en un comunicado de prensa. Su misión es, precisamente, “acelerar el suministro de viviendas urbanas utilizando recursos renovables y fabricación industrializada, manteniendo al mismo tiempo un alto nivel de calidad y libertad de diseño”.

Prefabricación y robótica
La crisis de vivienda no sólo afecta a España. Es un problema a nivel global que necesita soluciones innovadoras, y la llegada de nuevas técnicas y materiales al sector de la construcción es un primer paso indispensable para facilitar el acceso a hogares más asequibles.
Junto a la impresión 3D de edificios enteros, el CLT y otras soluciones basadas en madera, como el glulam (madera laminada encolada), son los más firmes candidatos para esta revolución industrial. La clave está en la automatización de la mayor parte de los procesos, algo que Intelligent City persigue desde sus inicios y ha plasmado en el edificio que ocupará el 230 de Royal York en Toronto. Los técnicos de la compañía han desarrollado una plataforma tecnológica capaz de integrar diseño, ingeniería y fabricación automatizada mediante robótica avanzada.
Este enfoque permite reducir los plazos con respecto a los métodos constructivos convencionales, facilitando una producción rápida y rentable de edificios modulares de madera. Además, la compañía dispone de un software paramétrico propio que facilita el diseño y la estimación de los costes de construcción, así como cuantificar los materiales necesarios y conocer con detalle la huella de carbono del proyecto. Es una herramienta perfecta para estudiar cientos de iteraciones “y encontrar el equilibrio óptimo entre normativa, intención de diseño y coste”.
Sumidero de carbono
Es el mismo proceso que se ha seguido con el edificio Hälsa, en el que también han participado Oben Build, Lang Wilson Practice in Architecture Culture Inc. (LWPAC) y Moses Structural Engineers. Del siguiente paso se encargará la planta de fabricación de Intelligent City en Delta (Columbia Británica), que se encargará de producir las piezas de la estructura principal y la envolvente del edificio en cuatro meses. Eso sí, a pesar de las propiedades estructurales del CLT, el hormigón seguirá siendo necesario para la base del edificio.
La combinación entre IA y robots industriales de última generación permite procesar y ensamblar cada pieza de madera, preparando al milímetro cada detalle para que, una vez en el lugar de la obra, la construcción sea rápida y sencilla. Este método de prefabricación de los componentes en un entorno controlado permite una mayor precisión y calidad en la construcción, reduciendo al máximo los desperdicios de material.
A diferencia del acero o el hormigón, los paneles de CLT utilizados son completamente renovables y actúan como sumidero de carbono, almacenando CO2 durante la vida útil del edificio y contribuyendo a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El edificio contará además con los estándares de diseño y eficiencia energética Passive House, que incluyen aislamiento, sellados herméticos, ventanas y puertas de alto rendimiento, ventilación con recuperación de calor y humedad, y una climatización con gasto mínimo en todo el edificio.
Todo esto se traduce en ventajas significativas frente a otros materiales y métodos de construcción, entre los que destaca la reducción significativa en los tiempos de ejecución. Al fabricar los componentes en una fábrica automatizada y ensamblarlos in situ, se logra una disminución de hasta el 38% en el tiempo total de construcción.
Además, la integración vertical de los sistemas de construcción y la automatización en la fabricación permiten una reducción de costes de hasta el 33% en comparación con las técnicas tradicionales, según los cálculos de Intelligent City. Además de Hälsa, la empresa tiene en marcha otros desarrollos similares en los que aplicará su innovador enfoque de construcción modular, adaptándose a las necesidades específicas de cada comunidad y contribuyendo a la creación de viviendas urbanas sostenibles y asequibles.