Este proyecto busca aprovechar y transformar los residuos orgánicos en un nuevo material de construcción, utilizando la impresión 3D.
Fuente: El Español
La aparición de nuevas tecnologías está permitiendo una importante innovación en la construcción, con proyectos que prometen cambiar la industria para siempre, como es el caso de unos bloques para construir casas como Legos y aislarlas mucho mejor. Sin embargo, el futuro del sector pasa por la impresión 3D para aprovechar mejor los recursos naturales, una técnica cada vez más presente y que ya se ha utilizado en España para edificar una casa de barro. Ahora, unos investigadores han acudido a ella para fabricar unos revolucionarios ladrillos hechos con los desechos cáscara de huevo.
Se trata de ‘Un Proyecto de Huevo’, dirigido por el estudio de diseño mexicano Manufactura, quienes han creado una biocerámica hecha a base de cáscara de huevo que, combinada con áridos sostenibles y utilizando un brazo robótico KUKA KR-150, consigue una mezcla compacta y resistente, explica a EL ESPAÑOL – Omicrono Dinorah Martínez Schulte, CEO del estudio.
Martínez explica que “la compresión máxima y resistencia máxima es muy similar a la cerámica ya cocida”, con lo que es suficiente para levantar muros con ella. Un revolucionario concepto para aprovechar los residuos orgánicos y convertirlos en un material de construcción, lo que abre un nuevo mercado para edificar de una forma responsable con el medioambiente.
El uso del huevo no es casual. El país americano está considerado como el principal consumidor de huevos frescos a nivel mundial y, pese a las tasas de hambre locales, es un país donde se desperdician veinte millones de toneladas de comida al año, según un estudio del Banco Mundial. A eso se le suma que la cerámica como industria puede impactar negativamente con el medioambiente, por lo que este proyecto y ladrillo supone una interesante alternativa para crear una alternativa doblemente sostenible.
Huevo con impresión 3D
El proceso de fabricación del ladrillo se realiza a través de la impresión 3D robótica, que permite a los investigadores dar cualquier forma al bloque para utilizarlo en diferentes aplicaciones arquitectónicas y abrir así nuevas oportunidades en la construcción.
Para hacer el ladrillo se limpian las cáscaras de huevo a la que añaden bioaglutinantes para obtener una mezcla que se puede solidificar sin necesidad de cocción. El mejunje está mejorado aún más por un proceso de fabricación aditivo basado en la impresión 3D con un brazo robótico y un extrusor – pieza incorporada en la impresora 3D que hace posible que se extruya de manera uniforme y consistente el filamento para obtener piezas de calidad- que permite dar forma a los ladrillos con diferentes geometrías. Una combinación que le permite superar los 50 kilogramos de presión directa, aunque se encuentran en proceso de medición científica, explica Martínez.
Eso sí, uno de las investigaciones que se encuentran en desarrollo sobre sus llamativos ladrillos es la porosidad. La cáscara de huevo es uno de los materiales orgánicos más porosos que existen, con lo que tienen que hacer pruebas para ver cómo responde la mezcla a diferentes climas y entornos.
“El ladrillo es resistente al agua y no corre el riesgo de que se produzcan hongos. Los sellamos con una capa de vinagre al terminar la impresión y después los ponemos al sol, con lo que el huevo pierde todas las bacterias posible que pueda tener. Además, también lavamos todas las cáscaras con cloro y las ponemos al sol del mismo modo”, apostilla la CEO.
También agregó que no necesita el clásico proceso de quema de los elementos cerámicos porque ésta se se seca directo con el sol: “con eso creamos su dureza máxima y lo hace así mucho más sostenible”, comenta la máximo responsable del estudio.
“Esta técnica también permite el uso eficiente del material (menos desperdicio), libertad geométrica, precisión y repetibilidad”, explican en redes sociales el equipo de Manufactura. Durante el desarrollo del estudio, los investigadores trabajaron especialmente en dos aplicaciones.
La primera fue un muro de ladrillos de cáscara de huevo que se presentó en la Design Week 2022 de México y que estaba formado por un total de 105 bloques diferentes que se ensamblan en función de su geometría. Mientras que también crearon una columna de cáscara de huevo con 26 piezas que se abrazan y van creando estabilidad a través de su forma.
Manufactura señala que elabora cada ladrillo de forma 100% sostenible y circular, ya la materia prima -las cáscaras de huevo- se obtiene a través de la recolección y donación de los desperdicios de más de dos meses de producción de varios restaurantes de la Ciudad de México.
Un material innovador
Con este proyecto los investigadores han conseguido crear un nuevo material nunca antes visto en el mercado actual, lo que ofrece un valor agregado al sector de la construcción, ya que no existe la opción de encontrarlo ni producirlo de otra forma que no sea mediante esta ingeniosa técnica. Además, también abre nuevas posibilidades en la industria, generando un sistema circular desde donde se obtiene hasta su uso, al darle una nueva vida a los residuos.
Este proyecto se ha logrado gracias a “la mezcla del diseño computacional y las oportunidades que ofrece actualmente la fabricación digital, la tecnología y la innovación de materiales para transformar nuestros residuos y generar conciencia”, explican desde el estudio de diseño Manufactura; quienes también han cuestionado los actuales métodos de fabricación de cerámica.
Como solución sostenible y amigable con el medioambiente, Manufactura ofrece un sistema circular de producción y vida, mientras al mismo tiempo generan nuevas fuentes de empleo, desde el reciclado o desinfección de la cáscara de huevo hasta la fabricación con impresión 3D robótica del ladrillo. Un material que promete cambiar la industria para siempre a la vez que abre nuevas oportunidades en la construcción de futuros espacios arquitectónicos.