Según la ONU, más de 7.000 fenómenos meteorológicos extremos se han registrado desde el año 2000. Solo en 2020, los incendios forestales arrasaron Australia y la costa oeste de los Estados Unidos; Siberia registró un récord de altas temperaturas, alcanzando los 38 grados Celsius antes que Dallas o Houston; y a nivel mundial, septiembre pasado fue el mes más caluroso registrado en el mundo.
Fuente: Plataforma Arquitectura
Mientras los efectos de la crisis climática se manifiestan de formas cada vez más alarmantes, es deber de la industria de la construcción –actualmente responsable del 39% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero–, hacer su parte al comprometerse con un cambio genuino y radical en su acercamiento a la sosteniblidad.
Uno de los aspectos más desafiantes de este cambio será satisfacer las crecientes demandas de enfriamiento de una manera ecológica. El enfriamiento es innatamente más difícil que el calentamiento: cualquier forma de energía puede convertirse en calor, y nuestros cuerpos y máquinas generan calor de forma natural incluso en ausencia de sistemas de calefacción activos. El enfriamiento no se beneficia igualmente de la generación espontánea, lo que a menudo hace que su implementación sea más difícil, más costosa o menos eficiente. El calentamiento global y sus efectos tangibles solo exacerban esta realidad, intensificando una demanda acelerada de sistemas de refrigeración artificial. En su forma actual, muchos de estos sistemas requieren grandes cantidades de electricidad y dependen en gran medida de los combustibles fósiles para funcionar. El sector de la construcción debe encontrar maneras de satisfacer la creciente demanda de refrigeración, eludiendo simultáneamente estos efectos insostenibles.
Afortunadamente, ya existen muchas soluciones. Los arquitectos e ingenieros deben contribuir a este esfuerzo global al usarlos y adaptarlos a las construcciones nuevas y existentes. A continuación, enumeramos una serie de estas estrategias, soluciones y productos que ayudan a enfriar los interiores arquitectónicos de manera ecológica.
A grandes rasgos, las soluciones de enfriamiento se pueden dividir en dos categorías: pasivas y activas. La refrigeración pasiva se refiere a estrategias que regulan la ganancia y disipación de calor con poco o ningún consumo energético. Estas estrategias generalmente se facilitan a través de efectos ambientales naturales y diseños arquitectónicos pasivos en lugar de sistemas mecánicos activos. Dentro de la refrigeración pasiva, los arquitectos pueden utilizar técnicas preventivas o técnicas de disipación de calor: el primero evita la ganancia de calor a través del diseño o aislamiento del sitio y del edificio; este último disipa el calor una vez que ya se ha acumulado, ya sea mediante ventilación, enfriamiento evaporativo u otras opciones similares. ArchDaily ha cubierto algunas de estas estrategias en el pasado, enfocándose específicamente en materiales propicios para la refrigeración pasiva y técnicas naturales como la ventilación cruzada.
Para diseñar efectivamente una casa pasiva, los diseñadores deben considerar una matriz compleja de condiciones interrelacionadas, que van desde la orientación hasta la ubicación de las ventanas y el sombreado externo. La casa pasiva de Darmstadt Kranichstein es un ejemplo útil de sistemas de refrigeración pasivos en funcionamiento. En un análisis de Passipedia, The Passive House Resource, cada una de las condiciones de refrigeración pasiva mencionadas anteriormente y sus efectos sobre la temperatura ambiente promedio se investigan con mucho detalle. Simplemente inclinando las ventanas y facilitando así el flujo de aire, “se logra un clima interior excelente” y puede ser incluso más exitoso para regular las temperaturas que los sistemas de ventilación mecánica, dependiendo del contexto.
Asimismo, los balcones o los aleros pueden disminuir significativamente la frecuencia de los eventos de sobrecalentamiento. Como reconoce la propia Passipedia, cada una de estas valoraciones depende en gran medida del clima, la época del año y los detalles de cada sistema o elemento arquitectónico: por ejemplo, los voladizos que son demasiado grandes pueden aumentar la demanda anual de calefacción de manera significativa, incluso si disminuyen la probabilidad de sobrecalentamiento en verano. La orientación personifica la cuestión del contexto: en el verano, en el hemisferio norte, una orientación norte disminuye las frecuencias de sobrecalentamiento; en otras épocas del año, sin embargo, aumenta la demanda por calefacción. Lo contrario es más o menos cierto en el hemisferio sur. Al norte del ecuador, una orientación sur generalmente se considera ideal, pero climas y ubicaciones específicas pueden afectar este axioma drásticamente. El caso de estudio reconoce algunas de estas limitaciones y sigue siendo un manual útil para presentar las estrategias de refrigeración pasiva en las regiones del norte.