“Vida, espacio, edificios – en ese orden”. Esta frase, del arquitecto urbanista danés Jan Gehl, resume los cambios que ha sufrido Copenhague en los últimos 50 años. Conocida actualmente como una de las ciudades con los niveles más altos de satisfacción con respecto a la calidad de vida, la forma en que se diseñaron sus espacios públicos y edificios ha inspirado a arquitectos, autoridades gubernamentales y urbanistas de todo el mundo.
Fuente: ArchDaily
Lo que vemos hoy, sin embargo, es el resultado de una valiente toma de decisiones, mucha observación y, sobre todo, diseños que ponen a las personas en primer lugar. Copenhague será la Capital Mundial de la Arquitectura de la UNESCO-UIA en 2023, así como la sede del Congreso Mundial de Arquitectos de la UIA debido a su fuerte legado en arquitectura innovadora y desarrollo urbano, junto con sus esfuerzos concertados en cuestiones de clima, soluciones de sostenibilidad y habitabilidad.
Pero quienes piensan que la mentalidad de la ciudad siempre ha sido así se equivocan. Durante las décadas de 1960 y 1970, Copenhague hizo lo mismo que la mayoría de las grandes ciudades europeas, construyendo autopistas y desarrollando planes esencialmente modernistas, como el Plan Finger de 1948, que preveía el desarrollo urbano del área metropolitana concentrado linealmente junto a una red de 5 grandes arterias de carreteras y ferrocarriles. El plan, sin embargo, no llegó a buen término, principalmente porque Dinamarca no contaba con los recursos económicos en ese momento –saliendo de la Segunda Guerra Mundial–, lo que provocó que la ciudad tomara otro rumbo en las décadas siguientes.
Como lo describe Gehl en su libro Cities for People, después de años de restringir los espacios peatonales a favor de los automóviles, en 1962 Copenhague simplemente convirtió el bulevar principal tradicional de la ciudad, Strøget, en un paseo peatonal. Esto provocó enormes críticas y escepticismo, que apuntaron, sobre todo, al duro clima local y la personalidad más reservada de los nórdicos. Sin embargo, lo que demostraron los datos fue un aumento del 35% en el número de peatones solo en el primer año, y para 2005 el área dedicada a los peatones y la vida de la ciudad se había multiplicado por siete. Esta es la contribución más importante de Jan Gehl al campo del urbanismo: trabajar en proyectos que se centran en las personas (su escala, demandas y particularidades) y, junto con esto, desarrollar métodos para medir, cuantificar y calificar los espacios urbanos.
El espacio público juega un papel fundamental en la vida de la ciudad. Es un espacio de contacto humano, de encuentro entre diferentes grupos culturales y sociales, y donde pueden darse interacciones sociales planificadas y espontáneas. Se compone de parques y plazas, pero también de las propias calles, que en Copenhague tienen la particularidad de una extensa y conectada red de ciclovías. Este es otro quiebre que ha hecho la ciudad con el diseño moderno de grandes carreteras y la dependencia de los combustibles fósiles. La bicicleta es, sin duda, la mejor manera de moverse por la ciudad, con más del 40% de sus habitantes utilizando la bicicleta a diario. Los peatones y ciclistas son importantes por lo que Jane Jacobs llamó los “ojos de la calle”. Debido a que se mueven a velocidades más bajas y están completamente integrados en el entorno urbano, los ciclistas se convierten en observadores naturales y se involucran más entre ellos y con las atracciones que ofrece la ciudad. Los espacios públicos bien diseñados crean ciudades más saludables, más creativas e inclusivas, donde, independientemente de la situación económica, el género, la edad, el origen étnico o la religión, todos pueden participar en las oportunidades que ofrecen las ciudades.
Un ejemplo es el paseo marítimo de Copenhague. El agua del puerto ha sido tratada y ahora está tan limpia que es apta para nadar. Esto ha creado una serie de nuevas opciones de ocio y vida para los habitantes, con deportes acuáticos, playas urbanas y estructuras flotantes que son muy populares entre los residentes y turistas por igual. Copenhagen Harbour Bath, diseñado por BIG + JDS y Kalvebod Waves, de JDS + KLAR son dos ejemplos de estructuras singulares, con buena arquitectura, que crean movimiento y nuevas comodidades urbanas en su entorno.
Las plazas de las ciudades también han adquirido un protagonismo especial en los espacios urbanos de Copenhague, creando áreas de convivencia y ocio en la vida cotidiana. La plaza Israels Plads ejemplifica bien las transformaciones que ha sufrido la ciudad. De un vibrante mercado histórico al aire libre, la plaza se convirtió en un estacionamiento sin vida en la década de 1950. La nueva plaza, construida en 2014, se eleva por encima del nivel de la calle existente, manteniendo los autos bajo tierra mientras crea un gran parque urbano y un área de actividades arriba.
Otra atracción urbana destacada es Superkilen. Ubicada en uno de los barrios con mayor diversidad étnica y socialmente desafiado de Dinamarca, la plaza adopta un enfoque único: trae elementos de todo el mundo, a través de objetos, texturas y colores. Como señalan los diseñadores del proyecto, Topotek 1 + BIG Architects + Superflex, “una especie de colección surrealista de diversidad urbana global que, de hecho, refleja la verdadera naturaleza del vecindario local – en lugar de perpetuar una imagen petrificada de Dinamarca homogénea”.
Otra lección más de Copenhague es que puedes incluir espacios comunitarios incluso en los lugares más inusuales. Es el caso de Park ‘n’ Play, de JAJA Architects, que transforma un edificio de estacionamientos en un activo para la ciudad, con una fachada verde activa y una zona de juegos en la azotea. La famosa planta de energía y centro de recreación urbana CopenHill de la firma danesa BIG, por otro lado, utiliza un edificio de infraestructura funcional como una montaña artificial donde incluso se puede esquiar.
La capital danesa demuestra al mundo que existen soluciones realistas para los desplazamientos y los espacios públicos urbanos en las grandes ciudades, sin necesidad de grandes espacios abiertos o infraestructuras viales complejas. Para ello, combina en una ciudad compacta y densa, una red de espacios públicos, la movilidad sostenible y la escala humana. Este y otros ejemplos de espacios públicos exitosos muestran que un enfoque en las personas, su escala y demandas es mucho más importante que los grandes planes urbanos o los imponentes horizontes.