Un estudio científico identifica la cuenca del Mediterráneo, Asia del Sur o las costas occidentales de Centroamérica y Norteamérica como las zonas con mayor riesgo de perder su capacidad para absorber CO2. En la región mediterránea, los cambios abruptos podrían convertir algunos bosques en matorrales.
Fuente: SINC
Ya hay signos claros de que el secuestro de carbono está en riesgo de desestabilizarse en grandes regiones del planeta, según un artículo científico que acaba de publicarse en la revista Nature.
El estudio liderado por el centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales CREAF y la Universidad de Amberes (Bélgica) demuestra que, en algunas zonas, el secuestro de carbono (la diferencia entre el CO2 que capturan y liberan los ecosistemas a la atmósfera) ha variado de manera notoria en los últimos años, con temporadas de mucha productividad vegetal (secuestro) y otras, con poca.
Los autores alertan de que esta variabilidad es una señal de que los ecosistemas podrían estar en riesgo de desestabilizarse y entrar en una espiral que les alejase de la situación actual y los llevara a cambios abruptos.
“Por ejemplo, en los ecosistemas mediterráneos, podríamos ver bosques que pasan a ser matorrales sin capacidad de volver a la forma original de bosque”, explica Marcos Fernández, primer autor del estudio, investigador del CREAF y colaborador de la Universidad de Barcelona, quien se encontraba en la Universidad de Amberes en el momento de la investigación. El científico advierte que, en estas zonas, también se ha detectado la “señal” de una tendencia, que consiste en “un aumento en su memoria (autocorrelación temporal), indicando que cada valor está cada vez más positivamente relacionado con lo anterior, de modo que si un valor es decreciente, el siguiente será aún más decreciente“.
El estudio confirma que las zonas que más riesgo presentan de desestabilizarse tienen menos bosques, más cultivos, son más cálidas y han sufrido mayores aumentos en la variabilidad de sus temperaturas, lo que podría estar relacionado con un aumento de los episodios de tiempo extremo, como oleadas de calor y de frío. En el mapa, estas regiones serían la zona mediterránea, la zona este de África oriental, las costas occidentales de Norteamérica y Centroamérica, India y Pakistán o el sureste asiático.
Para llevar adelante el trabajo, el equipo de investigación ha trabajado con los datos globales de producción neta de los ecosistemas para el período 1981-2018 de dos modelos globales de inversión atmosférica (CAMS y CarboScope). También han contado con datos de producción limpia de los ecosistemas de un conjunto de 12 modelos dinámicos de vegetación global (TRENDY).
Una naturaleza inestable
El estudio pone de manifiesto que las regiones con un potencial más elevado de desestabilizarse en los últimos años han visto comprometida su capacidad de secuestrar carbono. Por el contrario, las zonas que han tendido a ser menos variables (Amazonas o regiones del centro y norte de Europa, entre otras) han aumentado su capacidad de secuestrar carbono.
“En el caso del Amazonas vemos concretamente que, aunque durante el periodo de estudio, de media, ha perdido carbono, cada vez pierde menos porque el sistema es ahora menos variable que antes”, complementa Josep Peñuelas, profesor de investigación del CSIC en el CREAF.
“Poder predecir el ciclo del carbono es clave en la lucha contra el cambio climático”, comenta Jordi Sardans, coautor e investigador del CREAF. Y admite que, aunque todavía no sepan “si estos cambios abruptos traerán cambios en el clima o en la capacidad de las plantas de secuestrar carbono”, pueden tener certezas de que “una potencial desestabilización de grandes regiones de la biosfera” hace que las predicciones sean “más difíciles”, porque “aumenta mucho la variabilidad”.
¿Más biodiversidad significa más estabilidad?
En ecología siempre se dice que los ecosistemas más biodiversos, con mayor riqueza de especies, son más estables y productivos, por lo cual tienen más capacidad de secuestrar carbono. En este estudio se ha querido testear esta premisa en todas las regiones del mundo estudiadas y se ha visto que las tasas más elevadas de secuestro de carbono se dan en regiones con biodiversidad intermedia, mientras que en lugares donde la biodiversidad es muy elevada, como los trópicos, esta capacidad de secuestro de carbono es menor.
Según apuntan los investigadores, esto puede deberse a que el efecto positivo de la biodiversidad sobre la descomposición y respiración de los ecosistemas tropicales podría compensar el efecto positivo sobre la fotosíntesis, lo que no ocurriría en otros ecosistemas.
Por otra parte, y en contra de lo que se pensaba, este trabajo también apunta a que la máxima variabilidad en el secuestro de carbono también se da en regiones con biodiversidad intermedia. Dada la escala global de este estudio, entender los mecanismos detrás de estos resultados resulta muy difícil.
El artículo ha contado con la colaboración de un equipo con miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC, de la Universidad de Barcelona, de la Universidad Paris-Saclay (Francia), del International Institute for Applied Systems Analysis (Austria), la Universidad de Oxford (Reino Unido), del Max Planck Institute for Biogeochemistry (Alemania), de la Universidad de Exeter (Reino Unido), del Canadian Centre for Climate Modelling and Analysis (Canadá), de la Universidad de Illinois (EEUU), del National Center for Atmospheric Research (EEUU) y del National Centre for Atmospheric Science, Reino Unido.
Referencia:
Fernández- Martínez M. et al. “Diagnosing destabilization risk in global land carbon sinks“. Nature (2023).