Uno podría pensar que los huertos urbanos son una invención reciente, sin embargo, hay evidencia de que existen hace más de 5.500 años en Mesopotamia. Esta práctica se ha mantenido en tiempos modernos, destacando la existencia de huertos urbanos desde la época de la Revolución Industrial popularizándose su uso en el desarrollo de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Tal fue el boom que se denominaron “victory gardens” o “war gardens”, transformándose en una forma de subsistencia.

Fuente: Comunicado de Prensa Arcadis
Columna: Kevin Cleveland, Profesional de Proyectos, Área de Remediación Arcadis

Hoy la agricultura urbana es cada vez más popular en las grandes ciudades y muchas personas están optando por sembrar y cultivar sus propios alimentos por razones de salud -evitando así el uso de pesticidas- y motivaciones ambientales, económicas y como una forma de crear comunidad.   

Los huertos urbanos particulares o comunitarios permiten que las personas que viven en las grandes ciudades, rodeados de edificios, cemento, ruido y poca vegetación, obtengan múltiples beneficios. Estas áreas verdes, al llevarse a cabo de manera correcta y holística, generan diversos servicios ecosistémicos tales como: la generación de suelo, hábitat y alimento para especies polinizadoras, valor educativo, fuentes de inspiración, lugares de esparcimiento y mucho más.

Kevin Cleveland, Profesional de Proyectos, Área de Remediación Arcadis.

Esto permite además que las personas se familiaricen con el origen de su comida y lo que se requiere para obtenerla, generando conciencia y demostrando que todos podemos aportar en la producción y consumo de alimento de forma sostenible. Sin duda, una excelente forma de aumentar la seguridad alimentaria, capturar carbono, aminorar la huella de carbono por transporte de los alimentos, reducir la escorrentía de lluvias y revivir el suelo que muchas veces se pierde bajo el pavimento.

Cuidar de una huerta urbana requiere de esfuerzo, ingenio, amor y trabajo en equipo; de entender y darse cuenta lo conectados que estamos con el planeta en que vivimos. También la forma en que los nutrientes se van reciclando, lo mucho que dependemos de los insectos polinizadores y de los valiosos microrganismos que habitan en el suelo, y lo necesarios que son los espacios verdes para que estas especies puedan existir y proliferar.

Con acciones que parecen tan pequeñas, como lo es una huerta urbana, podemos aportar de manera positiva al planeta en que vivimos y a quienes somos parte de él. Al observar con cuidado, nos podemos dar cuenta de su relevancia, de sus beneficios y de las interacciones tanto ecosistémicas como sociales que se crean gracias a ellas. Como una manera de celebrar el Día de La Tierra es importante compartir y motivarnos a emprender acciones como éstas.

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