Nuestra industria está muy al debe en productividad con respecto a otros países y a otras industrias. Por ello, la primera pregunta que surge es ¿cómo avanzamos? Hay muchas palancas que se pueden activar, varias de ellas se mencionan en el estudio de Matrix Consulting sobre productividad, por lo que los invito a leerlo.
Fuente: Construye2025
Columna: Pablo Ivelic, presidente del Consejo Directivo de Construye2025
Sin duda, la industrialización juega un rol relevante y hemos tenido avances muy importantes hace varios años; sin embargo, la industrialización incorporando tecnología en los procesos en obra hoy está bastante agotada. Por cierto podemos seguir avanzando, pero donde de verdad podemos generar cambios radicales es trasladando a una fábrica la mayor cantidad de partidas que hoy se ejecutan en el sitio del proyecto.
¿Por qué? La fábrica es, fundamentalmente, un ambiente de mucho mayor control. En una fábrica no solamente eliminamos el desplazamiento vertical, sino que también los desplazamientos horizontales son mucho menores; es factible, de manera real, generar una programación rítmica y por tanto automatizar los procesos.
Si nosotros como industria avanzamos hacia esa industrialización que traslada una cantidad importante de partidas del sitio a la fábrica, lo que hacemos es transformar el problema constructivo a un problema logístico y de montaje.
Los beneficios de este cambio son diversos, como lograr menor cantidad de trabajadores en obra. Un estudio hecho por Construye2025 comparando obras tradicionales con industrializadas, concluyó que se utilizan entre 34% y 50% menos cantidad de trabajadores en las partidas industrializadas, lo que conlleva un beneficio colateral tremendamente importante: la disminución de la exposición al riesgo. Singapur se planteó hace mucho tiempo atrás lograr una tasa de accidentabilidad grave igual a 0 y lo hizo industrializando sus procesos. La industrialización fue el puente, el mecanismo para lograr reducir de manera relevante las tasas de accidentabilidad.
Por supuesto, se reducen los plazos, puesto que en el minuto en que ejecuto partidas en un lugar distinto al sitio de la obra, puedo traslapar los procesos que en obra deben ser secuenciales, mejoro los rendimientos (HH) y costos, tengo menores pérdidas de materiales y menor generación de residuos. En Chile, se genera el doble de los residuos de los países más desarrollados, y según el mismo estudio de Construye2025, en una obra industrializada se puede llegar a generar entre 3 a 3,5 veces menos residuos que en una obra tradicional. A ello se suma la calidad en la ejecución, dado que los reprocesos en obras industrializadas son entre un 8% y un 27% menos que en obras tradicionales.
Entonces, ¿por qué seguimos ejecutando obras de manera tradicional? Por cierto que hay costos asociados, como la logística del transporte, mayores costos eventuales por sobre estructuración de elementos prefabricados, inversión en nuevas tecnologías, así como los costos y barreras culturales para su implementación. Minimizar este último punto es un error, dado que este es un cambio cultural, que implica procesos adaptativos, razón por la cual los colaboradores que participan en estos procesos tienen que estar efectivamente convencidos de lo que se está haciendo.
Con todo, en la ecuación entre los beneficios y los costos podemos decir que con la industrialización se pueden ejecutar los proyectos con mayor velocidad, menor mano de obra y mayor calidad, pero con costos bastante similares a un proceso tradicional (entre 1 a 2% de reducción de los costos según estudio de Matrix Consulting). Sin embargo, eso es desde la mirada del constructor, puesto que desde la visión del mandante, esto es mucho más beneficioso porque el menor tiempo implica menor costo financiero y un adelanto en los flujos de ingreso, y en las obras industriales esta variable es tremendamente.
A ello se suma que si bien hoy los costos y beneficios del proceso constructivo son bastante equivalente, esto irá migrando a un contrapeso mayor de los ahorros, dado que el costo de mano de obra de la construcción sigue incrementándose por sobre el resto de las industrias, razón por la cual el beneficio que otorga la mejora de los rendimientos cada vez va a ser mayor. A ello debemos sumar la cada vez menor disponibilidad de mano de obra: al 2015, se estimaba la relación de 4 trabajadores activos por cada trabajador retirado, en tanto, se estima que al 2050, vamos a tener 2 trabajadores activos por cada retirado. En adición, es necesario mencionar que es cada vez menos “sexy” trabajar en la construcción y hoy hay menos disponibilidad, lo que encarece el valor de la mano de obra.
Por ello, quienes hoy no se suban a este proceso, cuando la transformación sea una obligación, pasarán serios apremios. En cambio, habrá otros que tienen incorporada la industrialización en sus procesos, y estarán surfeando la ola, mientras el resto estará recién aprendiendo a nadar.