Incorporar a las comunidades locales en los procesos de diseño y construcción es clave para promover el desarrollo sostenible en la arquitectura contemporánea.

Fuente: Plataforma Arquitectura

Cada año, en la calurosa y seca ciudad de Djenné, en el centro de Malí, tiene lugar algo especial: la Fête de Crépissage. Este día, que se traduce en el “Festival del yeso”, es una jornada en la que toda la comunidad de Djenné colabora para reforzar los muros de barro de la Gran Mezquita de Djenné, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y uno de los hitos arquitectónicos más característicos del continente africano.

Dejando de lado su materialidad sostenible -los muros de adobe mantienen la mezquita fresca incluso en los días más calurosos-, esta reunión anual de los habitantes de Djenné para dar forma a una parte clave de la identidad de su ciudad cuenta una historia más profunda. Una que ejemplifica el hecho de que, cuando hablamos de la aplicación de materiales locales y del uso apropiado de lo vernáculo en la arquitectura, también tenemos que hablar de las comunidades locales. Comunidades locales que deberían participar activamente en la configuración del entorno que les rodea, y no ser voces pasivas relegadas a un segundo plano.

Esta conversación es especialmente relevante en el caso del continente africano. Los legados del colonialismo, del despojo de la identidad, siguen vigentes hoy en día. Las variadísimas morfologías arquitectónicas de las sociedades africanas fueron ignoradas en gran medida por los gobiernos coloniales, lo que ahogó el desarrollo de los estilos arquitectónicos autóctonos. El movimiento de independencia de muchos estados africanos en las décadas de 1950 y 1960 supuso la libertad de los antiguos países colonizados, pero el carácter arquitectónico poscolonial de muchos de estos estados siguió siendo moldeado por arquitectos principalmente occidentales. Aunque se discuta sobre la identidad de estos arquitectos, la cuestión principal, como afirma el investigador de diseño Mathias Agbo Jr., es la de una educación arquitectónica en el continente que en muchos países sigue poniendo poco énfasis en los estilos arquitectónicos africanos autóctonos, lo que nos lleva de nuevo a los materiales locales.

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Cuando se habla del uso de materiales locales en un contexto arquitectónico africano, no basta con mantener una conversación unidimensional, es decir, considerar simplemente la integración de la arquitectura vernácula como el todo para un proyecto sostenible. El trabajo de Kéré Architecture es muy relevante en este caso. Aunque su proyecto de la Escuela Primaria en Gando, en Burkina Faso, es una armoniosa integración de las técnicas locales de construcción con arcilla y los tejados de chapa ondulada importados, el éxito del proyecto puede atribuirse más bien a la gran participación de la comunidad local. Con los planos dibujados por Francis Kéré (nacido en la aldea de Gando), la participación de la comunidad hizo que los niños, por ejemplo, recogieran piedras para los cimientos de la escuela: la comunidad fue parte esencial en el proceso de construcción.

La arquitecta y académica Lesley Lokko ha escrito sobre lo que describe como el “paradigma del desarrollo en forma de caridad”. Cita el hecho de que, de las 42 candidaturas presentadas al Premio Aga Khan de Arquitectura 2016, solo cuatro fueron encargadas por los gobiernos locales: el 98% de los proyectos presentados fueron realizados por ONGs y patrocinados por instituciones extranjeras. Sin embargo, los africanos siguen estando al margen del proceso de la toma de decisiones cuando se trata de qué y para quién se construye en su propio continente.

En el espacio tecnológico africano, vemos cómo los fundadores de empresas locales luchan por conseguir los fondos de los inversores que necesitan para hacer despegar realmente sus proyectos, ya que se les pasa por alto en un entorno que parece estar predispuesto en su contra. En el panorama arquitectónico africano, se puede establecer un paralelismo con la frecuencia del voluntariado arquitectónico en el continente, lo que plantea el debate sobre cómo esta forma de ayuda puede acabar haciendo más daño que bien. A veces, las comunidades locales no pueden participar en igualdad de condiciones en las decisiones de diseño que se toman en sus comunidades.

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Burkina Faso, Gando. Grundschule. Arch. Francis Kere. Primary school. Foto: Erik-Jan Ouwerkerk

Es innegable que se trata de una conversación complicada, pero al examinar los proyectos que utilizan la lengua vernácula en el continente africano es fundamental profundizar un poco más, observar a los equipos que están detrás de la ejecución de los proyectos y evaluar si las comunidades locales pueden emprender otros proyectos por su cuenta. El proyecto del Centro de Diseño Africano de MASS Design Group es un modelo que esperamos que se adopte más en el futuro, capacitando a una generación de diseñadores locales a través de una beca que complemente su educación arquitectónica. Tal vez esta sea una solución para preservar la arquitectura vernácula africana e integrarla con éxito en los métodos de construcción modernos, en donde los estudiantes podrán aplicar lo aprendido en sus comunidades.

La aplicación de materiales locales en la arquitectura no es garantía de éxito ni criterio definitorio de la sostenibilidad. Por otro lado, la participación de las comunidades locales en los procesos de diseño y construcción es clave para promover el desarrollo sostenible en la arquitectura contemporánea.

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