A veces, el potencial de la arquitectura para unir a las personas reside más en la programación del edificio que en la forma espacial en sí. En este caso, el espacio es un contenedor de cualquier función que se adapte al colectivo; por lo tanto, el cuidadoso ensamblaje de actividades es el motor de la interacción social

Fuente: Plataforma Arquitectura

El capital social se refiere a las relaciones establecidas entre grupos sociales en sociedades heterogéneas, a través de valores compartidos, confianza y reciprocidad. Un capital social sustancial significa una mayor cooperación entre los ciudadanos, menos fricciones y una aguda conciencia de los terrenos comunes y los destinos entrelazados. La arquitectura puede ayudar a construir capital social y numerosas estrategias de diseño que pueden generar un terreno fértil para la interacción social y diversas actividades no planificadas.

Por una variedad de razones que van desde fomentar la cohesión social, promover la justicia social, hasta abordar la soledad y la salud mental, la arquitectura que estimula la interacción social es un tema de gran interés. A la luz del (re) reconocimiento de la arquitectura de su potencial para nutrir la construcción de comunidades, vale la pena examinar diferentes ideas y proyectos que podrían ayudar a definir un método de diseño que se centre en crear este tipo de actividades.

Un ejemplo de ello es el Centro Comunitario Absalon en Copenhague. La antigua iglesia ha sido convertida en la sala de su vecindario por los arquitectos ArcgencY. En el transcurso de un solo día de la semana regular, la nave central de la iglesia es el escenario de una gran cantidad de actividades, desde clases de yoga hasta ping-pong, proyecciones de películas, representaciones teatrales, eventos musicales, a la par que sirve como recibidor, cafetería y comedor. Compartir una comida alrededor de largas mesas, con casi 200 de sus vecinos, de todo tipo de antecedentes es, sin duda, un elemento de cohesión dentro de la comunidad. 

¿Qué podría provocar mejor la imaginación de las personas y crear un camino al diálogo que lo inesperado? Con un brief que requería ni más ni menos que el diseño de un edificio que reúna a las personas y mejore la calidad de vida, MVRDV y ADEPT desarrollaron una nueva tipología de edificación centrada en el movimiento. La Casa de la Cultura en Movimiento Ku.Be fusiona espacios de teatro, deportes y aprendizaje en un paseo arquitectónico, donde las actividades se informan entre sí y se establece una diversa gama de conexiones visuales y físicas entre las diferentes funciones. La tipología espacial del edificio y las estrategias de diseño empleadas aquí crean el terreno fértil para la interacción, estimulando vínculos entre personas que de otra manera no se conectarían.

arquitectura

El potencial de interacción social no está reservado para los centros comunitarios y los servicios públicos. Los proyectos de vivienda intergeneracionales están comenzando a surgir en toda Europa e involucran a personas de diferentes edades que viven juntas, comparten sus habilidades y su tiempo. El arreglo de beneficio mutuo satisface la mayor sensación de soledad de las personas mayores, así como la falta de viviendas asequibles para los más jóvenes. La vida intergeneracional fomenta el aprendizaje y puede hacer una contribución esencial para cerrar la brecha entre los diferentes grupos sociales. 

En Finlandia y Suecia se han desarrollado programas piloto de viviendas para jóvenes y personas de la tercera edad, así como diversos proyectos de vivienda como zwei + plus Intergenerational Housing en Wien, Austria en donde también han adoptado la idea.

Re-imaginar los activos cívicos como conectores sociales

Como ya han dicho muchos arquitectos, la arquitectura también debe dejar espacio para lo no planificado, para actividades y encuentros espontáneos. 

El ámbito social y sus problemas son vastos, así como lo son los medios arquitectónicos a través de los cuales la profesión puede contribuir a la creación de una sociedad más cohesionada. Al pensar las relaciones espaciales y los diseños programáticos que provocan encuentros casuales, se fomenta la comunicación, la interacción y se consolidan las comunidades, en donde los arquitectos toman una posición más activa proporcionando el marco para el diálogo social.

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