El proyecto “Micro-Comunidad”, premiado con el Tercer lugar  en el concurso de Arquitectura 2022 de Madera21, planteó un tipo de viviendas de CLT innovadoras y sustentables con el foco puesto en la calidad de vida. Las viviendas proyectadas son ampliables en el tiempo y comparten áreas verdes y una cancha central para el buen vivir y la identidad de barrio. 

Fuente: Madera21

“Micro-Comunidad” fue el proyecto ideado en el contexto del Taller 7 y 8 de la Carrera de Arquitectura de la Facultad de Ciencias de la Construcción y Ordenamiento Territorial de la Universidad Técnica Metropolitana.  Los alumnos Víctor Mayorga, Rubén Fernández, Javiera Vargas y Javiera Santibáñez fueron guiados por los profesores José Becerra y Matias Córdoba. 

La arquitectura en madera para el bienestar social

La idea de construcción en CLT consiguió el Tercer lugar en el concurso de Arquitectura 2022 de Madera21 y se emplazó en la población San Gregorio, ubicada en la zona sur de Santiago, comuna de La Granja. En síntesis,  la propuesta buscó enfrentar la residencia compartida mediante la configuración espacial de diferentes tipologías de viviendas. En concreto, se pensaron viviendas de CLT para familias con 9 a 10 integrantes, todas adaptables en el tiempo.



Desde el punto de vista del material, el proyecto explora diversos tipos de madera para su desarrollo, el principal es el CLT madera laminada cruzada que compone la estructura maciza con forma de “E” que compondrá los muros estructurales y será donde se inscriban los tabiques secundarios. Todo este material será cubierto por una estructura de madera impregnada que sostendrá una celosía retráctil compuesta también del mismo material, sujetada por placas de acero. 

La celosía estará dispuesta en la mayoría del perímetro. El proyecto además cuenta con pilares de madera laminada que recorre la vertical, pilares que se extenderán hacia la estructura de techumbre, esta contará con vigas diagonales cubiertas con policarbonato que sostendrá a su vez, una celosía de madera. La estructura en general cuenta con uniones de acero en todo el proyecto, además de con tensores dispuestos en la estructura de techumbre.

El equipo escogió  el CLT como “un material que considera nuevas tecnologías y formas constructivas sustentables poco utilizadas en Chile. Esta forma industrializada de utilizar la madera, reduce los tiempos de construcción y contempla el valor de una comunidad que se proyecta hacia el futuro, apostando por la reducción de la huella de carbono y nuevas formas de vida sustentable”, señaló Javiera Santibáñez estudiante de V año de Arquitectura de la UTEM.

Bienestar de lo micro a lo macro

El proyecto planteó integrar socialmente a la comunidad en distintas escalas: desde lo micro a lo macro. Santibañez lo explica así: “El término ‘Micro-Comunidad’ comienza desde un patio compartido que integra tres viviendas donde se propone un programa de fito-depuración. Esto quiere decir limpieza de aguas grises de las viviendas y reciclaje de material orgánico. A una mayor escala se encuentra el núcleo central de la manzana, donde convergen en las viviendas hacia la acumulación de agua de la fitodepuración que se utiliza para el sistema de riego de áreas verdes. A una escala barrial se unen las manzanas por medio de la cancha que cumple la función de ‘corazón del barrio’,  donde se configura la cancha apostando a la cohesión social en el espacio público por parte de los residentes”, explicó la vocera del grupo, Javiera Santibáñez. 

Para el equipo, la arquitectura  puede mejorar las relaciones interpersonales entre las familias y las comunidades si existe una una buena configuración de los espacios privados. “Estos permiten interactuar e integrarse de manera óptima con los espacios públicos. Dependiendo del espacio, las relaciones interpersonales pueden optimizarse  potenciando el bienestar humano y respetando los límites de privacidad de cada persona”, señaló Javiera Santibáñez.

Asimismo, la estudiante destacó el valor social del proyecto, a partir de la conciencia medioambiental en las nuevas comunidades, pues “propone nuevas formas de convivir entre vecinos a partir de acciones sustentables que se generan en las distintas escalas comunitarias”.

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