El carbono embebido es un contaminante que afecta al medioambiente antes, durante y después de la construcción y operación de un inmueble.
Fuente: Obras Expansión
Si hoy todos los edificios de un país se vaciaran y dejaran de consumir recursos como la luz y electricidad –uno de los mayores contaminantes del mundo–, estos inmuebles continuarían con emisiones de carbono. La razón es el carbono embebido en los materiales, de acuerdo con Ana Karen Mora, Chair de los Comités ASG de Amefibra.
Éste representa una parte significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la construcción y mantenimiento de la infraestructura urbana y muestran que el impacto ambiental de los edificios va más allá de su uso diario. Aunque los edificios vacíos puedan parecer inofensivos, su huella de carbono embebido sigue contribuyendo al cambio climático.
También conocido como carbono incorporado, este contaminante comprende todas las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la extracción de materias primas, fabricación de materiales de construcción, su transporte y los procesos de construcción.
Según 4×3 Archi, estas emisiones representan un porcentaje significativo del impacto climático total de los edificios. A diferencia del carbono operativo, que se puede gestionar y reducir mediante el uso de energía renovable y tecnologías eficientes, el componente se libera en el ambiente una vez que el edificio está construido.
La Agencia Internacional de la Energía estima que el sector de la construcción es responsable del 38% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, con un 11% proveniente directamente del carbono incorporado. Este valor puede parecer menor en comparación con el carbono operativo, pero es un componente crítico que afecta la huella de carbono total de un edificio a lo largo de su vida útil.
¿Cómo funciona el carbono embebido?
Una vez que un edificio ha sido construido, el carbono embebido permanece en el ambiente. Esto significa que incluso si un edificio se queda vacío, sigue siendo un contribuyente al cambio climático debido a las emisiones ya generadas durante su construcción.
De acuerdo con 4×3 Archi, desde la extracción de materias primas hasta la instalación de materiales en el sitio, cada etapa de la construcción añade a este ‘presupuesto’ de carbono.
A pesar de que las prácticas modernas buscan reducir el consumo energético durante la vida útil del edificio, el impacto del carbono incorporado es significativo.
De hecho, según Slow Studio, puede representar hasta el 75% de las emisiones totales de un edificio durante un ciclo de vida de 60 años. Este dato subraya la importancia de considerar no solo el uso de los edificios, sino todo el proceso de su creación y eventual desmantelamiento.
La regulación y los desafíos
Uno de los desafíos más grandes es la falta de regulaciones específicas para este tipo de contaminante. Mientras que muchos países han implementado normas estrictas para mejorar la eficiencia energética de los edificios, pocas legislaciones abordan directamente las emisiones generadas antes de la ocupación del edificio.
Zero Consulting subraya la importancia de desarrollar estrategias para reducir el carbono embebido, como la minimización de materiales, el uso de materiales de proximidad y la optimización del diseño de los edificios. Estas estrategias no solo reducen el impacto ambiental, también pueden ser económicamente beneficiosas a largo plazo.
En México se están tomando cartas en la materia, sobre todo en los inmuebles industriales y de oficinas.
Ana Karen Mora, de Amefibra, explica que los Fideicomisos en Bienes Raíces, por ejemplo, al no desarrollar inmuebles nuevos sino adquirirlos usados, aportan en su reutilización. “Lo mejor ambientalmente es tomar un edificio viejo, remodelarlo y ponerle equipos eficientes porque entonces ahí te evitas esas emisiones de la construcción, es y puedes reducir también el consumo de energía futuro”, apunta.
La estrategia de reutilización de inmuebles creció tras la pandemia, cuando los inmuebles corporativos quedaron deshabitados y se decidió reconvertirlos en locales, hospitales y vivienda.
Hacia una construcción más sostenible
El camino hacia una construcción sostenible requiere un enfoque circular que considere tanto el carbono operativo como el embebido. La adopción de prácticas como el análisis del ciclo de vida (ACV) permite evaluar de manera más precisa el impacto ambiental total de un edificio.
Este análisis, que toma en cuenta todas las fases del ciclo de vida de un edificio, desde la extracción de materias primas hasta su desmantelamiento y reciclaje, es esencial para una comprensión completa del impacto climático.
El ACV, según Slow Studio, es una herramienta poderosa para identificar áreas donde se pueden realizar mejoras significativas en la sostenibilidad. Por ejemplo, optar por materiales de construcción que tengan un menor impacto ambiental, reutilizar y reciclar materiales existentes y diseñar edificios con una vida útil más prolongada puede reducir considerablemente el carbono embebido.