Es el momento de asentar la innovación y el valor añadido que aporta la industrialización
Fuente: Cinco días
El SARS-CoV-2 ha marcado un antes y un después a nivel mundial. A las nuevas formas de relacionarnos y consumir -con un claro componente digital- se suma la evolución de nuestras expectativas sobre cómo queremos que sean nuestros hogares en un futuro próximo. Porque si algo ha acentuado esta pandemia es la necesidad de habitar viviendas más acordes a nuestras necesidades, y, sobre todo, más saludables en términos de eficiencia, responsabilidad y sostenibilidad.
La construcción continúa siendo uno de los motores esenciales de la recuperación económica de España, en la que estamos seguros de que tendrá un papel protagonista la construcción industrializada. El porcentaje de vivienda industrializada en España es aún muy bajo, apenas supera el 1 %. Pero, aunque nos encontramos lejos de países como Finlandia, Noruega o Suecia (+ 45 %), estamos en la senda correcta. Nuestro país tiene por delante un largo y apasionante camino por recorrer para hacer de la industrializada la metodología predominante en el corto plazo. Con todos los elementos, requisitos y capacidades necesarias para conseguirlo, con la industrializada conseguimos incrementar la calidad, eficiencia y sostenibilidad de un espacio tan importante para las personas como es el hogar, donde pasamos de media el 50% de nuestro tiempo.
Debemos concebir las crisis como oportunidades que, a su vez, nos llevan a marcarnos retos. Y, ante este panorama, el mensaje es claro y contundente: debemos apostar por nuevas formas de hacer y crear industria, reactivando cuanto antes la economía española si queremos seguir creciendo, con un tejido industrial sólido que se convierta en referente nacional e internacional y solución a los actuales problemas medioambientales y socioeconómicos. En este punto, una de las labores que se nos plantean es aumentar exponencialmente el porcentaje de construcción industrializada. Una nueva era en la que debe ser protagonista un sistema constructor y un paradigma inmobiliario marcado por un uso más eficiente de los recursos y un impacto positivo para las personas y los mercados.
En todo este entramado, la industrialización es la clave para dar respuesta a los principales desafíos del sector: reducir tiempos de entrega, resolver la carencia de mano de obra profesionalizada, crear modelos inclusivos, proponer sistemas constructivos de calidad y apostar fuertemente por la sostenibilidad. Para ello, serán necesarios varios elementos que la industrialización trae consigo de forma implícita, como son la profesionalización del sector y la digitalización de los nuevos métodos con un amplio conocimiento y manejo de los datos.
El mercado de la vivienda está experimentando una transformación motivada por cambios socioeconómicos y culturales. Aprovechémoslo. Es el momento de asentar la innovación y el valor añadido que aporta la industrialización a la construcción tradicional en el largo plazo. Y es que, precisamente, gracias a la industrialización avanzaremos con paso firme y con garantía de éxito hacia la reactivación económica del país y, así, estaremos preparados desde el sector para los retos que se nos plantean en un futuro aún por escribir.