La obra desarrollada por la Société de Construction des Batignolles ha resistido el paso del tiempo. Mientras vastos sectores de la ciudad se inundan, calle Huérfanos y el paseo Ahumada no tienen problemas.
Fuente: El Diario Inmobiliario
La infraestructura de alcantarillado de la ciudad últimamente ha estado en el centro de la noticia. Primero, por un grupo de jóvenes que se aventuró a explorarla. Habían ingresado por un túnel en el Barrio Franklin, en San Joaquín, se perdieron y caminaron en línea recta por horas hasta que no les quedó más opción que solicitar ayuda. Bomberos los rescató a la altura de la comuna de La Pintana.
También se descubrió que las redes subterráneas son ocupadas para realización de fiestas electrónicas hasta la madrugada, sin las autorizaciones ni medidas de seguridad correspondientes.
Lo que no todos saben, es que la historia del alcantarillado de Santiago es mucho más antigua. Su construcción data del siglo XIX y la calidad de la infraestructura ha variado con el paso de los años. A medida que la ciudad también ha ido creciendo, no todas las nuevas obras que han extendido la red han estado a la altura. Y se nota ante los fenómenos climáticos.
La red de alcantarillado y aguas lluvias del Santiago del Centenario, desarrollada por la empresa Batignolles Fould, por ejemplo, hoy resiste sin problemas pese a cumplir más de 100 años. El urbanista Ricardo Abuauad recuerda que, en su momento, se cuestionó su costo y su trazado por la vía pública en zigzag, en vez de aprovechar las acequias de interior de manzana, que era más barato.
El tiempo les dio la razón a sus ingenieros. Hoy, a diferencias de desarrollos urbanos más modernos bajo tierra, no hay inundaciones en calle Huérfanos ni en el paseo Ahumada al desatarse los sistemas frontales. Son otros los sectores de la Región Metropolitana inundados los que muestran los canales de TV cuando llueve.
La regulación (o falta de ella) tiene su cuota de responsabilidad, sostiene Abuauad. La Ley de Servicios Sanitarios de 1988 no incluyó la evacuación de aguas lluvias entre los servicios que deben proveer las sanitarias. Y la Ley de Aguas Lluvias de 1997 estableció que su evacuación es responsabilidad del Estado. Al margen de estos mandatos legales, el resultado derivó en que no se han construido los colectores de aguas lluvias suficientes, lo que sumado a otras factores, provocan las inundaciones en distintos sectores de la capital.
Estas fallas estructurales resaltan aún más la centenaria obra que realizó la Société de Construction des Batignolles y cuya historia fue documentada en la investigación del académico Enrique Fernández Domingo, que se puede leer en el portal Scielo. Se llama “Estudio sobre la génesis y la realización de una estructura urbana: la construcción de la red de alcantarillado de Santiago de Chile (1887-1910)”.
En la investigación, se cuenta que la licitación de las obras se realiza dentro de un contexto internacional del mercado de obras públicas que, desde el final del siglo XIX, se ha desplazado hacia las colonias de las potencias europeas, Rusia, China y América Latina.
“En este periodo, el sector de las obras públicas conoce también importantes mutaciones tecnológicas gracias a la aparición de nuevos materiales (acero y cemento armado) y nuevos procesos de construcción (fundaciones en artesonado de aire comprimido). Si las empresas británicas continúan siendo líderes en el sector de las obras públicas, la reorientación de la demanda hacia nuevos tipos de obras hace que la competencia de las compañías francesas sea más agresiva, que empresas alemanas y belgas se asienten en el mercado, y que aparezcan nuevos outsiders como es el caso de firmas italianas o escandinavas”, explica el investigador.
Si bien a mediados del siglo XIX se hicieron varias mejoras al sistema de acequias, como el proyecto de “nivelación” y aumento de los declives, la aparición de “taqueros” expertos en destaparlas, y la eliminación de los excusados sobre la acequia y su reemplazo por pozos debajo o vecinos a los dormitorios, la ciudad seguía siendo insalubre, a tal punto que en 1893 la Municipalidad pidió a la Dirección de Obras Públicas iniciar los estudios para el alcantarillado.
La Municipalidad no tenía los fondos necesarios para tamaña obra. Providencialmente, la Salmonella typhi vino en su auxilio con un tremendo brote de tifoidea, y el Ejecutivo motivó al Congreso, que tras una larga discusión, finalmente terminó en la autorización de los fondos para nuevos estudios.
“Con estos dineros se contrató en Europa para hacer un buen proyecto al ingeniero Gaspar Rouffosse, que éste presentó en 1899. Otros proyectos surgían, el Gobierno y las Cámaras estaban confundidos, hasta que se pusieron todos de acuerdo en las bases para un concurso, al cual se presentaron un proyecto de Santa María, otro de José Pedro Alessandri con varias compañías nacionales y el tercero, el ganador, del capitalista Ricardo Wedeles, de la prestigiosa firma francesa Batignolles-Fould, que contaba con los ingenieros Wery y D’Orival, de acuerdo al Decreto-ley del 26 de diciembre de 190412”, señala la investigación.
La ceremonia de colocación de la primera piedra, que daba inicio a los trabajos tuvo lugar el 12 de agosto de 1905, con la presencia del Presidente Germán Riesco, del Arzobispo Mariano Casanova y de otras varias autoridades. Fue un momento histórico, del que hoy pocos se acuerdan… salvo cuando llueve y el agua colapsa Santiago.