De robots que llevan café a sillas que se reorganizan tras una reunión. Es la apuesta de dos grandes compañías con un ambicioso objetivo: transformar una superficie equivalente a unos 200 campos de fútbol en una ciudad controlada únicamente por una inteligencia artificial.
Fuente: Sacyr
Uno de cada dos europeos prefiere que una inteligencia artificial, y no los políticos, tome decisiones, según un estudio de IE University publicado en 2021. Esta idea, aunque parece más propia de la ciencia ficción, podría no estar tan lejos: la firma de arquitectura danesa Bjarke Ingels Group (BIG) y la compañía de tecnología china Terminus pretenden crear una ciudad inteligente controlada exclusivamente por una inteligencia artificial.
Tecnología para gestionar la ciudad del futuro
El objetivo es construir esta urbe inteligente dentro de Chongqing, una megaciudad en expansión atravesada por ríos y montañas en el suroeste de China. Poner un pie en este proyecto, llamado Cloud Valley, es como adentrarse en el futuro: en esta ciudad los robots entregan café, las puertas se abren solas al identificar a los ciudadanos y las sillas de oficina se reorganizan después de una reunión. Bjarke Ingels, socio fundador de BIG, asegura que Cloud Valley “se concibe como una ciudad donde las personas, la tecnología y la naturaleza prosperan juntas, con espacios diseñados para todo tipo de vida”: “Vida humana, vida vegetal, vida animal e incluso vida artificial”.
En teoría la urbe estará plagada de sensores y dispositivos conectados que recopilan todo tipo de datos: del clima a la contaminación pasando por los hábitos alimenticios de cada ciudadano. Con este proyecto, se pretende usar la robótica, la inteligencia artificial, el big data, el 5G y el internet de las cosas para anticiparse a las necesidades de cada persona. “Es casi volver a esta idea de vivir en un pueblo en el que, cuando apareces, aunque sea la primera vez que estás allí, el camarero conoce tu bebida favorita”, afirma Ingels. En las oficinas, múltiples sensores monitorizarán en tiempo real parámetros como la temperatura y la humedad para garantizar un entorno adecuado.
En dicha ciudad supuestamente abundarán, además, los espacios verdes con luz natural y ventilación, los tejados repletos de vegetación, los paneles solares y los hogares inteligentes. Según explica Terminus en su web, “cuando la luz del sol llega a las casas, las ventanas de los dormitorios ajustan su opacidad para permitir que la luz natural despierte a los residentes adormecidos”. Y ojo, que la película no acaba aquí: “Una vez que la luz ha llenado la habitación, un asistente de inteligencia artificial llamado Titán selecciona el desayuno, combina el atuendo con el tiempo y presenta un programa completo de su día”.
Los desafíos técnicos, éticos y de privacidad a sortear
La ciudad en cuestión está pensada para ocupar más de un millón de metros cuadrados. Aunque tiene el tamaño de un barrio grande, las dimensiones de esta iniciativa son colosales, especialmente teniendo en cuenta que se trata de un proyecto experimental. En esta superficie, equivalente a unos 200 campos de fútbol (o a un tercio del neoyorquino Central Park), está previsto que se construyan centenares de oficinas, hogares y espacios públicos inteligentes. También infraestructuras por las que circularán automóviles autónomos. El proyecto se puso en marcha en abril de 2020 y sus impulsores pretenden que la ciudad esté lista en unos tres años, según Terminus.
Algunas propuestas de Cloud Valley no suenan tan futuristas. De hecho, ya se han desarrollado en diferentes partes del mundo. Por ejemplo, existen robots que sirven comida, preparan hamburguesas e incluso limpian en restaurantes. Los asistentes de voz pueden ofrecer contenido personalizado al usuario, informar sobre el tiempo o establecer rutinas y recordatorios. También hay compañías que permiten monitorizar todo tipo de dispositivos cotidianos: desde sillas a puertas pasando por mesas y ventanas. La información recopilada puede resultar útil, por ejemplo, para saber el grado de ocupación de un espacio y optimizarlo.
Pero aún no se han hecho públicos múltiples detalles sobre el funcionamiento y el método de gobernanza de esta ciudad controlada por una inteligencia artificial. Llevar a cabo una iniciativa de tal envergadura suscita múltiples desafíos técnicos, éticos y de privacidad. Eva Blum-Dumontet, investigadora principal del grupo de defensa británico Privacy International, subraya que las ciudades inteligentes corren el riesgo de convertirse en una amenaza para los derechos humanos si las empresas y los gobiernos no toman medidas para limitar la vigilancia y garantizar la inclusión. “Necesitamos preguntarnos, por ejemplo, cómo afectará la ciudad a las personas que no tienen conocimientos de tecnología“, afirma a Reuters. También existe el riesgo de que “no exista un marco legal que limite el acceso que pueden obtener los gobiernos a los datos recopilados por empresas privadas”.
Además, el hecho de que un sistema de inteligencia artificial tome decisiones sobre la vida de los ciudadanos puede conllevar riesgos. En especial si estas son relativas a la concesión de créditos, la contratación de personas o las sentencias judiciales. Los datos con los que los algoritmos son entrenados están condicionados por prejuicios y las minorías son las más susceptibles de ser afectadas por estos sesgos, tal y como constatan algunas investigaciones.
A todos estos retos se suma el de cómo hacer frente a las amenazas de ciberseguridad. Si cualquier elemento de esta nueva ciudad está desprotegido, toda la estructura podría volverse vulnerable a ataques o sufrir interrupciones. No sería la primera vez que infraestructuras críticas como hospitales, oficinas, carreteras u otras instalaciones son víctimas de un ciberataque. Por ejemplo, hace unos meses nueve de cada diez gasolineras de Washington D.C. se quedaron sin existencias tras el secuestro a un gran oleoducto en Estados Unidos.
¿La clave para acabar con los grandes problemas del siglo?
Aún es pronto para saber si realmente esta ciudad china gobernada exclusivamente por una inteligencia artificial estará lista en tres años y hasta qué punto será tan futurista como describen sus impulsores. Pero no cabe duda de que el proyecto Cloud Valley es una muestra más de la fuerte apuesta de grandes naciones por incorporar las últimas tecnologías a sus territorios. La inversión en ellas no para de crecer en todo el mundo: se espera que aumente de 81.000 millones de dólares en 2018 a 189.500 millones en 2023, según Statista.
Solo en China se están construyendo más de 500 ciudades inteligentes, tal y como recoge la agencia de noticias Reuters citando datos del Gobierno de este país. Al impulsar estas urbes se pretende dar portazo a grandes problemas urbanos como la escasez de energía, el tráfico o la contaminación ambiental. Si hay algo en lo que todas las grandes potencias coinciden, es en que las nuevas tecnologías se presentan como un arma eficaz para superar cuanto antes algunos de los desafíos más ambiciosos del siglo XXI.