No es tan sencillo lograrla, pero es viable tener estilos de vida más simples, menos materialistas, de menor consumismo: Luca Ferrari, investigador y exdirector del Centro de Geociencias.

Fuente: UNAM

La humanidad está no sólo ante una crisis climática, sino civilizatoria que se divide en tres: energética y material, ecológica, y social, afirmó Luca Ferrari, investigador y exdirector del Centro de Geociencias.

Ante el panorama actual, señaló, es deseable una transición energética, pero no es tan sencillo lograrla. En cambio, es viable tener estilos de vida más simples, menos materialistas, de menor consumismo, y poner más atención a las fuentes no materiales de satisfacción de la vida. “Suena utópico, pero la alternativa a eso es la hambruna, el colapso”.

El sistema agroindustrial actual no es sostenible, funciona con combustibles fósiles, por lo que se necesitaría desarrollar otros, agroecológicos, y tener dietas más vegetarianas. Junto con esto se deben crear productos que duren y se puedan reciclar, y así declarar el fin de la “obsolescencia programada”.

Otras medidas para un futuro mejor serían poner un tope al consumo de los ricos; lograr mayor equidad en la distribución de los recursos; y abandonar el Producto Interno Bruto (PIB) como medida de bienestar, “porque no lo es”, lo que mide son las transacciones económicas.

En la conferencia “La transición energética. Necesaria, sin duda, pero ¿posible?”, organizada por el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), el científico recordó que en el siglo antepasado la principal energía usada por la humanidad era la biomasa; luego se comenzaron a utilizar carbón, petróleo y gas, y ahora las renovables. La cantidad de energía que se emplea tiene un crecimiento exponencial, pero no sólo es eso: no ha habido una transición de una a otra; es decir, se siguen usando todos esos energéticos. Los combustibles fósiles hoy representan 85 por ciento de la matriz energética que consumimos.

Así como crece la cantidad de energía que consumimos, aumenta la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. En otras palabras, “toda la civilización industrial se encuentra basada en el crecimiento exponencial asociado a la energía”.

Hasta que no descubrió y utilizó de manera masiva los combustibles fósiles, la humanidad nunca rebasó los 400 o 500 millones de personas; hoy somos 8,000 millones de habitantes. Así se pudo construir la civilización industrial, el crecimiento de la economía quedó vinculado al consumo energético y se estableció una relación directa entre las emisiones de CO2 y el PIB mundial.

Para Ferrari, el problema no es cuándo se agotarán el petróleo, el gas o el carbón, sino cuándo llegamos a un máximo de su producción y luego a su disminución, “porque entramos en la zona donde cada vez es más costoso producir tales recursos”.

Desde la década pasada, alertó, entramos en la era de la energía cara, de campos de petróleo y gas cada vez más pequeños, profundos y difíciles de explotar, lo cual aumenta el costo de producción y venta. Entre 2005 y 2010 se llegó al máximo de la producción del petróleo convencional, y ahora recurrimos al que no lo es, que resulta de peor calidad, pesado, profundo y más caro, señaló el geólogo y doctor en Ciencias de la Tierra.

Ferrari recalcó que el crecimiento económico no se refleja en una mejora de vida para todos. También hay una situación de neocolonialismo en la que el norte global extrae recursos del sur global; dentro de cada país además existe una desigualdad creciente: a escala mundial, 1.1 por ciento de la población posee casi la mitad de la riqueza.

Además, hay una injusticia ambiental, ya que no todos somos responsables de la misma forma de lo que está ocurriendo: el 10 por ciento más rico de la población mundial es causante de 50 por ciento de las emisiones contaminantes, y el 50 por ciento más pobre no llega ni a 10 por ciento. Las 23 naciones más ricas emiten la mitad de ellas.

Se han hecho cálculos y la pretendida sustitución de los combustibles fósiles por renovables, manteniendo el nivel de consumo actual, es imposible; los materiales, minerales, etcétera, para lograrlo no son suficientes.

También hay límites ecológicos, porque la industria de los renovables implica un impulso masivo de la minería, y “sabemos los impactos que tienen”, recordó Luca Ferrari.

Para una transición energética, ambiental y socialmente sostenible, finalizó, hay que vivir dentro de los límites: entre lo mínimo que necesita un ser humano para satisfacer sus necesidades básicas, y el tope por encima del cual no se puede ir. “Esto implica cambios radicales en el estilo de vida de una buena parte de la población, y en la organización de la económica global”, concluyó.

Cambios en el sistema

Raúl Ornelas Bernal, coordinador de la conferencia e investigador del IIEc, recalcó la imposibilidad de alcanzar un sistema energético similar al que tenemos con combustibles fósiles.

La transición energética debe ser integral. No solamente se tienen que sustituir las fuentes, sino también transformar la concatenación del sistema, los usos de la energía y la manera en la que trabajamos con ella para producir riqueza, destacó.

La forma como la catástrofe ambiental avanza rebasa el tiempo que llevará construir una nueva base energética. La velocidad del desastre contrasta con la lentitud de crear una base energética alternativa, concluyó el universitario.

Ver Anterior

Construtechs y proptechs: aliados esenciales para la evolución del mercado de la construcción

Ver Siguiente

CoolRoof, pintura térmica reflectante extremadamente blanca que capta el 95% del calor del sol en el tejado de los edificios

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (Ninguna valoración todavía)
Cargando...

Comentar Publicación