Proyectos de la industria privada que ofrecen desarrollos inmobiliarios con planeación urbanística para crear grandes comunidades, se acercan cada vez más al ideal de las smart cities.
Fuente: Obras por expansión
La tecnología se ha convertido en un elemento cotidiano para los seres humanos y se ha hecho fundamental para nuestro entorno. Incluso se comenzó a pensar en ciudades cuyo funcionamiento se basará en ella, surgiendo así el concepto de las “smart cities” o ciudades inteligentes.
Cuando se acuñó el término urbanístico, hace 10 años, se imaginaron metrópolis futuristas con todos los sistemas automatizados, muy al estilo ‘Cyberpunk’, similar a la película ochentera Blade Runner. Pero con el paso del tiempo esta imagen se hizo cada vez más realista.
La visión de autos voladores y escaneo de rostros cambió por personas utilizando vías de comunicación más eficientes y nuevas maneras de gestionar residuos y gases contaminantes para afectar lo menos posible al medio ambiente. Sin embargo, los “requisitos” para que una ciudad sea llamada inteligente se han vuelto cada vez más abstractos debido a la complejidad de cada urbe que requiere de personalización, dice Alejandro Granja Peniche, director holístico de Grupo Colorines, que busca crear una smart city en Yucatán.
No obstante, todos los términos tienen los mismos objetivos: mejorar la calidad de vida y brindar bienestar a los ciudadanos, siempre en armonía con su entorno.
“Cuando le preguntaba a mi papá qué era para él una ciudad inteligente, decía que una que tenga buen internet, pero mi sobrino que estaba junto a él decía que ya todo el mundo lo tiene, así que no lo consideraba parte de una ciudad inteligente. Por otro lado, si le preguntas a activistas dirán que son ciudades que producen energías renovables y seguramente los urbanistas pensarán más en la infraestructura. Y todo es verdad respecto a qué es una smart city, ya que lo que todas estas ideas comparten es que se busca que las ciudades sean conscientes”, agrega.
Este tipo de ciudades suelen ser el ideal, pero lograrlo es el verdadero reto. Para Rubén Alejandro Segovia, director de la Maestría de Arquitectura y Diseño del Tec de Monterrey, la recopilación y análisis de datos son clave para llegar a tener estas ciudades ya que de esa manera los gobiernos y los mismos ciudadanos podrán tomar decisiones con información en mano como por ejemplo, en dónde hace falta construir más vivienda de acuerdo al déficit existente, o qué tipo de equipamiento es necesario para cada colonia.
Sin embargo, esta estrategia es complicada de implementar en ciudades que ya están construidas y que son densas, ya que las estructuras están definidas y hay poco margen de maniobra. Aunque hay iniciativas que buscan hacerlas más eficientes alrededor del mundo, aún hay obstáculos.
“Pasa mucho en América Latina y países en desarrollo, en donde las ciudades pueden ser inteligentes para algunos usuarios y nada para otros. Por ejemplo, en CDMX la colonia Roma se puede acercar a esta definición, porque los usuarios pueden caminar a su trabajo, tomar Uber, Ecobici o un patín eléctrico, muchas opciones de movilidad. O pueden pedir Rappi y recibir rápido pedidos de tiendas de conveniencia, pueden salir a pasear a sus mascotas a áreas verdes, están cerca de servicios de salud y también es una zona segura”, dice Eduardo Orozco, CEO de Alohome, plataforma de conversiones inmobiliarias.
Por el contrario, hay personas que pierden hasta 25% de sus ingresos al trasladarse a su empleo debido a la lejanía y en los lugares que residen no cuentan con suficientes servicios básicos como para desarrollar su vida con plenitud.
Una de las alternativas más factibles son las micro ciudades inteligentes, comunidades que se rigen bajo la idea de los 15 minutos y que por sus dimensiones se pueden construir desde cero utilizando tecnología y sistemas sustentables. La tesis es que las personas pueden ir a todos los lugares de su vida cotidiana en menos de 20 minutos caminando: escuela, hospitales, tiendas, sitios de entretenimiento y espacios públicos, dice el experto del Tec de Monterrey.
“Es algo que necesitamos en México, sobre todo cuando nuestras ciudades principales se han extendido horizontalmente, sus manchas urbanas han crecido muchísimo y esto provoca problemas de movilidad, calidad del aire, salud mental, aumenta el estrés… las micro ciudades ofrecen la posibilidad de generar ambientes más próximos que eleven la calidad de vida”, detalla Rubén Alejandro Segovia.
Mientras que la principal responsabilidad en mejorar estos aspectos en las grandes urbes recae en el gobierno, en el caso de los proyectos micro es la industria privada la que se está poniendo manos a la obra en el desarrollo de proyectos a partir de la oferta inmobiliaria. El negocio es un ganar-ganar. Las inmobiliarias adquieren terrenos a bajo costo ya que todavía no están urbanizados, a cambio de ellas implementar sistemas tecnológicos y sustentables que hagan más atractivos los desarrollos.
“Gracias a su conocimiento técnico y su experiencia en la gestión de proyectos, la empresa privada, en colaboración con universidades y otras instituciones, resulta idónea para liderar y desarrollar proyectos de ciudades inteligentes. Además, puede aportar eficiencia y suponer un importante ahorro para las entidades público-privadas”, dice la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra que todos los años elabora el estudio Cities in Motion, en donde califica a las ciudades inteligentes.
Las iniciativas en México existen. Ciudad Maderas en Querétaro, estado que está en apogeo por su ubicación y sus precios menores a los registrados en lugares como Ciudad de México y Guadalajara, es uno de los lugares que ha buscado implementar la idea de crear no sólo un desarrollo de vivienda, sino una comunidad inteligente, integrando terrenos residenciales (para que las personas construyan en ellos), comerciales, equipamiento, amenidades, planes de urbanización y conectividad con el resto de la ciudad.
Otro caso en un estado que también ha tenido un crecimiento en la demanda es el de Grupo Colorines en Yucatán, que bajo el lema de construir la primera smart city en el estado hacia 2025, desarrollan un proyecto que contempla desde la fuente de energía para espacios públicos a partir de paneles solares, así como infraestructura hidráulica basada en el tratamiento de aguas. Además de espacios para distintas actividades: deportes, cultura, vida urbana y social.
“Está llegando mucha gente de diferentes lugares del mundo en búsqueda de un lugar en donde puedan vivir mejor. Y es algo que queremos aportar, nos enfocamos en la ciudad consciente, para quienes quieren estar más con ellos mismos”, comenta Alejandro Granja Peniche.
Aunque comparten similitudes con las comunidades planeadas, como las que se desarrollan en la periferia de las ciudades en donde aún hay grandes extensiones de terreno disponibles, hay diferencias sobre todo a nivel urbanístico. El experto de la proptech Alohome, explica que las microciudades cuentan con el elemento de estar más densificadas, que las personas no dependan del automóvil para moverse, que no sólo haya residencias, sino comercios y servicios y algún elemento productivo que pueda emplear a parte de la y los habitantes y, finalmente, el uso de internet y tecnología.
Cada vez son más comunes estos proyectos, pero Eduardo Orozco de Alohome considera que todavía tienen deficiencias centradas en la parte productiva. Algunas de las inquietudes que pone sobre la mesa es la movilidad de las personas que trabajan en la ciudad, pero no residen en ella. Así como el transporte de las personas que viven en las ciudades grandes y que, en la mayoría de las ocasiones, deben trasladarse en automóvil.
*Este texto se publicó originalmente en la edición de mayo 2023 de Expansión Inmobiliario.