La aparición de materiales de construcción innovadores, muchas veces inspirados en plantas e insectos como los escarabajos, ofrece alternativas constructivas.
Fuente: Imnovation Hub
El escarabajo longicornio que habita en zonas volcánicas del sudeste asiático ha inspirado un nuevo material de construcción capaz de refrigerar edificios y dispositivos. Pero ¿qué tiene de particular esta criatura? Durante el último tiempo han ocurrido erupciones que se han registrado en Hawái, Islandia o las Islas Canarias en los últimos años. Lava que supera los mil grados centígrados, gases tóxicos, cenizas o rocas incandescentes constituyen un entorno verdaderamente hostil a la vida.
Sin embargo, tal como sucede con las bacterias que proliferan en las fumarolas submarinas, el escarabajo longicornio se las arregla para sobrevivir en las proximidades de los volcanes. Conocido como Neocerambyx Gigas, este insecto resiste temperaturas ambientales por encima de 40º C y suelos que alcanzan los 70º C. El secreto reside en su capacidad para disipar el calor.
Los investigadores de la Universidad de Texas han creado una película de refrigeración pasiva inspirada en las pelusas del escarabajo asiático que ha demostrado una eficacia inusitada. Para ello, siguiendo los principios de la biomimética, han replicado la forma triangular de sus estructuras, que disipan el calor.
La película está fabricada con PDMS, un polímero flexible de uso muy extendido, y partículas cerámicas. Posteriormente, se ha llevado a cabo un proceso de microestampado. El resultado es un material de construcción que podría revestir edificios y reducir sus temperaturas sin necesidad de energía.
En los experimentos, el material radiante ha reducido la temperatura de los objetos hasta en 5,1º C. Este innovador material no solo es aplicable a la construcción, sino que también podría emplearse en dispositivos electrónicos o incluso prendas de vestir.
Junto con el escarabajo longicornio, existe otra especie de coleóptero que también ha despertado el interés de los científicos. Se trata del escarabajo acorazado diabólico, que es capaz de resistir fuerzas de hasta 1500 kilogramos. Más o menos el atropello de un coche.
Esta resistencia proviene de la forma en que encajan sus élitros y distribuyen la presión, como si fueran las piezas de un rompecabezas. Tras este hallazgo, los investigadores de la Universidad de California diseñaron un composite de fibra de carbono de alta resistencia y flexibilidad que podría utilizarse en la aviación y otras industrias.