¿Cómo pueden las ciudades y las comunidades pasar de ser parte del problema del cambio climático a formar parte de la solución?
Fuente: Sostenibilidad
“La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza”, escribe Italo Calvino en Las ciudades invisibles. Y pese a que el autor italiano quería acercarnos a estos espacios de forma diferente, lo cierto es que esta afirmación no puede ser más certera. La rápida expansión urbana se ha llevado por delante, en muchas ocasiones, la biodiversidad que la rodea, ha contaminado el agua y el aire, y se ha construido sin tener en cuenta los principios de igualdad o justicia social. Sin embargo, estamos a tiempo de cambiarlo, porque estos lugares pueden -y deben- convertirse en ciudades y comunidades sostenibles.
¿Qué es una ciudad sostenible?
La ciudad sostenible es un espacio de convivencia construido para proteger el medio ambiente, defender la justicia social y buscar un desarrollo económico inclusivo, que no deje a nadie atrás.
Hasta ahora, los espacios urbanos han sido lugares con un gran impacto en el planeta. Sin embargo, también tienen un gran potencial para poder solventar los problemas que enfrentamos las personas actualmente: cambio climático, contaminación, desigualdades, etc.
Las ciudades y comunidades sostenibles pueden impulsar el progreso hacia la Agenda 2030 y ayudarnos a cumplir con el Acuerdo de París. Para lograrlo, deben diseñarse -o rediseñarse- de tal manera que utilicen los recursos de forma responsable y se conviertan en lugares más resilientes, inclusivos y justos.
Los retos que debe superar una ciudad para ser sostenible
La calidad del aire es actualmente el mayor riesgo ambiental para la salud en estos espacios. Si bien las ciudades cubren solo el 2 % de la tierra, son responsables de alrededor del 70 % del total de emisiones generadas por la actividad humana.
A nivel mundial, la mala calidad del aire contribuye a entre 6 y 7 millones de muertes prematuras cada año. Por lo tanto, reducir la contaminación será fundamental.
La degradación y pérdida de la biodiversidad es otro de los grandes problemas que enfrentan las ciudades y que está directamente relacionado con la calidad de vida de las personas. La biodiversidad proporciona una multitud de beneficios para los seres humanos a partir de los servicios ecosistémicos y las recursos naturales.
Por ejemplo, si disminuyen las especies de insectos polinizadores -como el caso de las abejas- se reduce la productividad agrícola y, consecuentemente, aumenta la inseguridad alimentaria. Del mismo modo, contar con una gran cantidad de vegetación y árboles en los espacios urbanos ayuda significativamente a reducir la contaminación.
Otro de los retos es lograr construir infraestructuras y edificios resilientes que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático. Se estima que el riesgo de inundación del suelo urbano en lugares costeros aumentará hasta un 40 % en 2030. Además, el aumento del nivel del mar -incluso en un escenario de bajas emisiones- amenazará el bienestar de 200 millones de personas que actualmente viven en áreas que quedarán bajo el agua a finales de siglo.
¿Cómo se construyen ciudades y comunidades sostenibles?
Las ciudades y comunidades sostenibles tienen el potencial de alterar radicalmente las tendencias actuales de aceleración del cambio climático, pérdida de biodiversidad, contaminación y estrés social.
Pueden catalizar un cambio transformador a través de la innovación, la educación, el empleo, la economía, así como el entretenimiento y la interacción cultural.
Es el momento de reimaginar, rediseñar, rehacer y reconstruir estos espacios de manera que contribuya tanto a la justicia y la inclusión como a la sostenibilidad ambiental, la resiliencia y la mitigación del cambio climático.
Precisamente, el informe Perspectivas del Medio Ambiente Mundial para las Ciudades: hacia ciudades sostenibles y justas, identifica las medidas para lograr estos cambios.
El documento, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat), describe tres dimensiones para convertir a las ciudades en parte de la solución y no del problema:
Una ciudad circular sin emisiones ✅
La mayoría de los gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera provienen de la producción de los bienes que consumimos o del transporte. Por eso, uno de los principales objetivos que plantean desde PNUMA y ONU-Hábitat es transformar los sistemas de producción para reducir significativamente la extracción de recursos naturales y otras formas de contaminación y desechos a través de la economía circular. En este punto, será esencial:
- La reutilización y el reciclaje de residuos para transformarlos en nuevos materiales.
- Maximizar la energía renovable y hacer un uso eficiente del agua y la energía.
- Los edificios de las ciudades y comunidades sostenibles deben diseñarse bajo los criterios de alta eficiencia energética, aislamiento térmico y con fachadas o tejados verdes.
- Aprovechar las azoteas para instalar placas solares.
- Construir parques eólicos en las regiones periurbanas, como fuente de energía renovable y de empleo sostenible.
Ciudades resilientes y sostenibles ✅
El cambio climático ya es una realidad a la que debemos adaptarnos. Para ello, es indispensable que el nuevo modelo de ciudad cuente con construcciones y espacios que protejan a las poblaciones y los lugares urbanos vulnerables de la degradación ambiental, los impactos del calentamiento global y de los eventos meteorológicos extremos. ¿Qué contempla el informe para las ciudades y comunidades sostenibles?
- Medidas para proteger las tierras agrícolas, los bosques y los hábitats de vida silvestre limítrofes a la ciudad.
- Promover el uso del transporte público y de vehículos eléctricos.
- Garantizar una red de transporte de calidad que vincule los centros de trabajo con la vivienda, los espacios cívicos, los centros de salud, las escuelas y los distritos comerciales. Esto contribuye al objetivo de las “ciudades de 15 minutos” articulado por París, que trata de reducir los tiempos de viaje para las actividades diarias a un cuarto de hora.
- Fomentar formas de movilidad no motorizadas (caminar y andar en bicicleta) a través de la ampliación de calles peatonales o carriles bici. Otra de las medidas que proponen es desarrollar senderos y rutas seguras y atractivas que, además, ayuden a promover la actividad física y la salud de las personas.
- Establecer planes locales de adaptación climática y recuperación de desastres naturales, así como desarrollar las capacidades locales para implementarlos, ayudando a crear redes de apoyo mutuo frente a eventos extremos.
- Instaurar programas de asistencia específicos para apoyar a los grupos sociales y comunidades marginados, incluidas las mujeres, las minorías étnicas y religiosas, las personas con discapacidad, los niños y los jóvenes, los ancianos y los migrantes y refugiados mediante la construcción de mecanismos inclusivos.
Ciudades y comunidades sostenibles inclusivas y justas ✅
De poco sirven los puntos mencionamos anteriormente si no contamos con todos, sin dejar a nadie atrás y protegiendo a los más vulnerables. Los nuevos modelos de ciudades y comunidades sostenibles deben involucrar a los ciudadanos, la naturaleza urbana y la biodiversidad en las decisiones institucionales y de gobernanza.
- Urbanismo inclusivo: planificar las ciudades y el uso del suelo teniendo en cuenta la diversidad de la ciudadanía para que sean accesibles para las personas con discapacidad.
- Distribución equitativa de las inversiones climáticas: el cambio climático ejerce su impacto a escala global, pero afecta primero y de la peor manera a las comunidades empobrecidas y vulnerables.
- Estrategias positivas para la naturaleza: que protejan los espacios de alta biodiversidad de la expansión urbana y que prioricen el uso eficiente del suelo metropolitano para minimizar la pérdida de áreas silvestres.
Cerramos este artículo con otra cita del mismo libro de Italo Calvino que escribía que “la ciudad nos cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, cañonazos”.
Y del mismo modo que nos cuenta su pasado, la ciudad también puede hablarnos de su futuro y de cómo avanza hacia una transformación urbana que proteja al medio ambiente y a las personas y que nos garantice un mañana sostenible.