La arquitectura está a punto de experimentar una transformación radical gracias a los llamados “materiales vivos”, una innovadora tendencia que combina biología y construcción para crear estructuras sostenibles, autorreparables y adaptativas.
Fuente: Ekos Negocios
Investigadores de todo el mundo trabajan en el desarrollo de estos materiales que podrían reducir drásticamente el impacto ambiental de la industria de la construcción, una de las más contaminantes a nivel global.
Los materiales vivos son aquellos que incorporan organismos vivos o sistemas biológicos en su composición, permitiendo que las edificaciones interactúen con el entorno y responden a cambios ambientales. Por ejemplo, se están diseñando concretos que pueden autorrepararse mediante bacterias que producen minerales para sellar grietas, o bioplásticos que se regeneran y se degradan sin dejar residuos tóxicos.
Esta nueva generación de materiales no solo promete mayor durabilidad y eficiencia, sino que también abre la puerta a construcciones que pueden crecer, adaptarse y autoregularse, imitando procesos naturales. “La arquitectura del futuro podría ser más que un refugio estático; será un organismo vivo que evoluciona con el tiempo”, explican expertos en bioingeniería aplicada a la construcción.

Además, el uso de materiales vivos contribuye a la reducción de la huella de carbono, un aspecto crucial frente al cambio climático. Al aprovechar procesos biológicos naturales, se disminuye la dependencia de materiales tradicionales altamente contaminantes como el cemento y el acero, y se fomenta una economía circular donde los edificios pueden reciclarse o regenerarse.
Aunque aún se encuentran en etapas experimentales, estos avances ya cuentan con prototipos y proyectos piloto en universidades y centros de investigación. La integración de materiales vivos en construcciones comerciales y residenciales podría ser una realidad en las próximas décadas, transformando no solo la manera en que se construye, sino también cómo habitamos y cuidamos el planeta.
En definitiva, los materiales vivos representan una prometedora frontera para la arquitectura sostenible, alineando tecnología, naturaleza y diseño para crear ciudades más resilientes, saludables y respetuosas con el medio ambiente. El futuro de la construcción ya está vivo, y su potencial apenas comienza a desplegarse.