En la era digital actual, la Inteligencia Artificial (IA) es más que una simple tendencia; se ha convertido en un componente integral de nuestras vidas diarias. Según un informe de PwC, se estima que la IA agregará hasta $15,7 billones al PIB global para 2030, con un crecimiento anual promedio del 4,6%.

Fuente: Comunicado de Prensa

Sin embargo, mientras nos sumergimos en este mundo de innovación tecnológica, es crucial comprender los mitos y verdades detrás de la IA, especialmente desde la perspectiva del usuario final.

Uno de los mitos más difundidos es la idea de que la IA eventualmente superará a la humanidad y dominará el mundo, propio de la ciencia ficción. La IA, en su forma actual, está diseñada para complementar las capacidades humanas, no para reemplazarlas. Desde asistentes virtuales hasta sistemas de recomendación, la IA se centra en mejorar nuestras vidas.

Y es que no se trata solo de tecnología; se trata de cómo esta herramienta se integra a nuestro día a día, facilitando y enriqueciendo nuestras vidas. La complejidad inherente de los algoritmos de IA puede generar la percepción de que son inaccesibles para el ciudadano común. Sin embargo, muchas aplicaciones de IA están diseñadas para ser intuitivas y fáciles de usar.

En Samsung, a partir del lanzamiento de dispositivos como Galaxy S24, hemos desarrollado Galaxy AI, nuestro propio software de IA que busca facilitar aspectos de la vida cotidiana como la traducción de conversaciones en tiempo real o la edición intuitiva de fotos y videos, abriendo un abanico de posibilidades para los usuarios

Incluso si no te das cuenta, es probable que interactúes con la IA regularmente. Desde los motores de búsqueda que utilizas hasta las plataformas de streaming de música que te recomiendan canciones, la IA impulsa muchas de las herramientas digitales que utilizamos a diario. Reconocer su presencia y comprender su funcionamiento puede ayudar a los usuarios a tomar decisiones informadas sobre su uso.

Ética y futuro laboral

Si bien la IA tiene un potencial extraordinario para el progreso, su uso responsable es fundamental. Los desarrolladores y las empresas tienen la responsabilidad de garantizar que la IA se utilice de manera ética y equitativa, evitando sesgos y discriminación. Los usuarios deben estar atentos y exigir transparencia en el funcionamiento de los sistemas de IA que utilizan.

Un estudio realizado por McKinsey Global Institute sugiere que, si bien la automatización podría afectar aproximadamente al 15% de los empleos globales para 2030, también podría generar entre 40 y 160 millones de nuevos empleos, dependiendo de la rapidez con que se adopten nuevas tecnologías y la evolución de la demanda laboral.

La IA puede ayudar a optimizar tareas repetitivas y permitir a los trabajadores enfocarse en actividades de mayor valor agregado que requieren habilidades humanas únicas, como la creatividad y el pensamiento crítico. En ese sentido, en lugar de temer la automatización, los trabajadores pueden aprovechar la IA como una herramienta para mejorar su productividad y eficiencia. Desde sistemas de gestión de inventario hasta software de análisis de datos, la IA puede facilitar tareas laborales y liberar tiempo para actividades más estratégicas y gratificantes.

Conscientes de las potencialidades del desarrollo de la IA, el Senado actualmente cuenta con una mesa de trabajo denominada “Legislando sobre Inteligencia Artificial”, con el fin de ser un insumo para la creación de políticas públicas y regulatorias en torno a este tema. Entre las iniciativas, se plantea desarrollar una industria algorítmica en Chile, a fin de capturar el valor que puede aportar la IA al país, generando empleos y creando oportunidades de inversión.

La Inteligencia Artificial es una herramienta poderosa que está transformando nuestra sociedad de formas inimaginables. Al separar los mitos de las realidades, los usuarios pueden abrazar el potencial de la IA de manera informada y responsable, aprovechando sus beneficios mientras se mantienen alerta ante sus desafíos. La clave radica en comprender que la IA es una extensión de nuestra propia inteligencia colectiva y que su impacto depende en gran medida de cómo elijamos utilizarla.

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