La industria de la construcción enfrenta desafíos estructurales en sostenibilidad, productividad y resiliencia. Se trata de un sector con baja productividad, que consume cerca del 40 % de las materias primas globales, genera aproximadamente el 40 % de los residuos sólidos y es responsable de entre el 35 % y el 40 % de las emisiones de CO₂, además de utilizar un 16 % del agua dulce disponible a nivel mundial. Ante este nivel de impacto, innovar no es opcional, sino una necesidad urgente.

Autor: Héctor Hernández López, Profesor Construcción Civil UC

No obstante, la innovación implica “cambio”, algo particularmente desafiante en una industria caracterizada por su resistencia, ya sea cultural u organizacional. Innovar requiere transformar productos, procesos, resultados y mentalidades. En construcción, esto se traduce en generar soluciones nuevas y valiosas ante los retos del sector, considerando todas las fases del ciclo de vida del producto edificatorio (diseño, construcción/manufactura, operación y eventual demolición selectiva o deconstrucción). Los resultados de las innovaciones deben evaluarse en función de sus impactos económicos, sociales, tecnológicos, normativos y ambientales.

En este contexto, la innovación en construcción puede entenderse de tres formas complementarias: a) Como un resultado, reflejado en la incorporación de nuevas tecnologías, procesos constructivos o modelos de negocio; b) Como un proceso, que requiere planificación, sistematización, gestión y evaluación de su desempeño; c) Como una mentalidad, que promueve una cultura organizacional orientada al aprendizaje continuo, la toma de riesgos controlados y la experimentación aplicada.

Las imágenes siguientes (de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha) ilustran algunas aplicaciones innovadoras en la industria: el trabajo colaborativo entre robots y operarios en obra; el uso de elementos de plástico reciclado en losas de hormigón para reducir material en zonas no estructurales; la utilización de BIM para optimizar el diseño y apoyar la toma de decisiones; el empleo de componentes prefabricados bajo criterios de constructabilidad y sostenibilidad; la integración de paneles fotovoltaicos en fachadas para alcanzar estándares de edificaciones de energía neta cero; y la producción de elementos constructivos mediante impresión 3D con concreto, utilizando sistemas tipo pórtico.

Figura 1. Ejemplos de diversas aplicaciones innovadoras en la industria de la construcción.  Fuente: The B1M

Un punto de partida para la innovación en construcción puede ser la implementación de estrategias de construcción industrializada y circular. Esto implica desarrollar métodos constructivos que promuevan la modularidad, la estandarización, el uso de materiales sostenibles, la digitalización y automatización, procesos de manufactura y montaje más eficientes, y el diseño para el desensamble. Estos enfoques permiten reducir el consumo de recursos, las emisiones y los residuos, mientras aumentan la resiliencia del entorno construido.

Sin embargo, persisten barreras significativas. La fragmentación de los proyectos, la escasa colaboración entre actores y la baja difusión del conocimiento técnico limitan la adopción de nuevas prácticas. Para superarlas, se requieren modelos abiertos de innovación y gestión integrada de proyectos (como BIM e IPD), que promuevan la coordinación temprana entre mandantes, diseñadores, contratistas y proveedores. La incorporación de tecnologías digitales, plataformas colaborativas e inteligencia artificial permite además configurar soluciones adaptadas a las necesidades del cliente y optimizar procesos en tiempo real.

Otro eje de innovación reside en los modelos de negocio. Los sistemas Producto-Servicio (PSS) priorizan la función por sobre la propiedad del producto, reduciendo el consumo de recursos y la generación de residuos, y alineándose con principios de economía circular. Asimismo, la digitalización y la trazabilidad basada en blockchain permiten generar confianza entre las partes, incentivar la transparencia y maximizar el valor durante el ciclo de vida de las edificaciones.

En el ámbito de la cadena de suministro, la estandarización y la prefabricación —respaldadas por sistemas digitales de logística y monitoreo— permiten una producción más precisa y con menor incertidumbre. Esto se traduce en una disminución de los tiempos de ejecución, una reducción de residuos y una mayor previsibilidad y seguridad en obra. La innovación también debe permear la organización interna de las empresas, promoviendo una cultura de apertura al cambio e impulsando procesos de innovación abierta, donde clientes, usuarios y actores externos puedan contribuir activamente al desarrollo de soluciones.

Fuente: The B1M

Un desafío particular para Chile es el déficit habitacional proyectado: más de 2,6 millones de viviendas al año 2035. Este problema exige no solo construir más, sino construir mejor. Innovar en procesos constructivos, materiales y estrategias de diseño es esencial para atender esta demanda de forma sostenible y escalable. La innovación en la construcción no se limita a la introducción de tecnología; requiere una transformación profunda de los modelos mentales, las estructuras organizacionales y las dinámicas de colaboración. Así lo plantean enfoques contemporáneos como la teoría de la difusión de innovaciones, que reconoce que las transformaciones exitosas dependen de la percepción de valor por parte de múltiples actores, de la existencia de líderes de opinión que impulsen el cambio y de un entorno institucional que habilite y legitime las nuevas prácticas.

Innovar no consiste simplemente en incorporar lo último en tecnología; es comprender por qué, cómo y para qué se innova. Empresas que han ignorado esta necesidad han desaparecido —como lo evidencian casos paradigmáticos como Kodak o Blockbuster. En una industria marcada por la variabilidad y la incertidumbre, construir una cultura de adaptación y mejora continua no es solo deseable: es vital. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿cuántas empresas podrían haber sobrevivido a la pandemia o al actual contexto económico si hubiesen contado con una estructura organizacional adaptable y la capacidad de implementar cambios con rapidez?

Frente a los desafíos del presente y del futuro, hacemos un llamado a las empresas de la industria de la construcción nacional a repensar sus formas de producir y retener valor, asumir un rol activo en la innovación y construir colectivamente una industria más resiliente, productiva y sostenible.

Desde la Escuela de Construcción Civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile, formamos a nuestros estudiantes para que sean agentes de cambio. Los preparamos con las competencias técnicas, estratégicas y humanas necesarias para liderar procesos de transformación y contribuir al desarrollo de una industria capaz de enfrentar los desafíos de este siglo. Innovar no es una opción. Es el camino.

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