¿Puede el cemento ser ecológico? El mundo de la construcción se encuentra en un punto de inflexión. A medida que crecen las ciudades y aumentan las necesidades de infraestructuras, no podemos ignorar la huella medioambiental de uno de los principales actores del sector: el cemento.

Fuente: AZO Build

¿Puede el cemento ser ecológico? El mundo de la construcción se encuentra en un punto de inflexión. A medida que crecen las ciudades y se amplían las necesidades de infraestructuras, no podemos ignorar la huella medioambiental de uno de los principales actores del sector: el cemento. La fabricación tradicional de cemento es responsable de entre el 7 % y el 8 % de las emisiones mundiales de CO2, es decir, aproximadamente cuatro veces más de lo que produce la industria de la aviación. Y dado que se espera que los países en vías de desarrollo generen el 94% de la demanda futura de cemento, encontrar alternativas con menos emisiones de carbono no sólo es importante, sino urgente.1,2,3

El objetivo de este artículo es detallar algunas de las innovaciones más recientes, los retos y los avances reales del cemento bajo en carbono y lo que significa para el futuro de la construcción sostenible.

El coste en carbono del cemento tradicional

El cemento puede parecer un material de construcción más, pero su impacto en el medio ambiente es cualquier cosa menos pequeño. Su fabricación es un proceso de alto consumo energético. El núcleo del cemento es el clínker, el aglutinante que lo mantiene todo unido. Para fabricarlo, la piedra caliza se calienta en hornos a una temperatura abrasadora de 1.450 °C. Este proceso libera dióxido de carbono en dos etapas. Este proceso libera dióxido de carbono por dos vías: por la quema de combustible y por la reacción química que descompone la propia piedra caliza.

Por cada tonelada de cemento producida, se emiten entre 0,6 y 0,9 toneladas de CO2. La mayor parte, entre el 60% y el 70%, procede de la fabricación de clínker. Aunque se ha mejorado la eficiencia a lo largo de los años, la industria sigue dependiendo en gran medida del carbón y de los hornos antiguos, lo que significa que las emisiones siguen siendo elevadas3,4.

Para muchos países en desarrollo, la apuesta es aún mayor. Se enfrentan a una enorme demanda de viviendas e infraestructuras, pero si no se toman medidas, la producción de cemento podría hacer descarrilar los objetivos climáticos. Sólo en África, se prevé que la población urbana se duplique de aquí a 2050, lo que requerirá unos 600 millones de nuevas viviendas. Si se construyen con cemento tradicional, las emisiones resultantes podrían afectar gravemente a los objetivos climáticos mundiales3.

Nuevos enfoques: ¿Qué está cambiando en el cemento?

Afortunadamente, la industria del cemento no se queda quieta. Las nuevas tecnologías están ampliando los límites, ofreciendo formas de reducir las emisiones y mantener los costes bajo control, sin comprometer la resistencia ni la durabilidad. He aquí algunas de las innovaciones más destacadas que están ganando terreno.

LC3: Una mezcla de cemento más inteligente

Uno de los avances más prometedores es el cemento de arcilla calcinada con piedra caliza, o LC3. Desarrollado por investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), el LC3 sustituye entre el 30 % y el 50 % del clínker por una combinación de arcilla calcinada y piedra caliza. El LC3 reduce las emisiones en un 40 % y los costes de producción en un 25 %, gracias a la menor demanda de energía. Y como la arcilla de baja calidad está ampliamente disponible en regiones como África y el sudeste asiático, esta tecnología es relativamente fácil de ampliar.2,5

Tomemos el ejemplo de Colombia: Cementos Argos lleva produciendo 1,4 millones de toneladas de LC3 al año desde 2020. Han reducido el uso de energía en un 30 % y las emisiones de CO2 a la mitad. Aun así, la adopción generalizada no ha sido fácil. Muchos fabricantes dudan a la hora de adaptar sus plantas, y los códigos de construcción obsoletos pueden ralentizar las cosas.2,5

Biocemento y ladrillos de carbono negativo

Aquí es donde las cosas se ponen especialmente interesantes: los científicos están utilizando la biología para replantearse el cemento desde la base. Investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder trabajan con cocolitóforos, microalgas que capturan CO2 mediante fotosíntesis, para cultivar piedra caliza. Este método no sólo reduce las emisiones, sino que podría hacer que el cemento fuera carbono negativo si se ampliara. Prometheus Materials, una nueva empresa basada en esta investigación, ya está produciendo bloques de mampostería a base de algas que cumplen las normas de resistencia y aislamiento de la Sociedad Americana de Pruebas y Materiales (ASTM)5.

También se está trabajando con cemento reciclado. Equipos de la Universidad de São Paulo y Princeton han desarrollado una forma de recalentar residuos de hormigón triturado a 500 °C, reactivando sus propiedades aglutinantes. Cuando se combina con una pequeña cantidad de cemento Portland tradicional, la mezcla resultante tiene el mismo rendimiento que el hormigón nuevo, pero reduce las emisiones en un 40%.6

MCE y captura de carbono: Reinventando la receta

Los materiales cementantes suplementarios (MCE), como las cenizas volantes, la escoria y el humo de sílice, son otra parte del rompecabezas. Estos aditivos reducen la necesidad de clínker y mejoran la durabilidad del producto final. McKinsey prevé que el mercado de los SCM podría alcanzar un valor de 60.000 millones de dólares en 2035 y, en algunas formulaciones, podrían reducir las emisiones hasta en un 80%. Fortera, una empresa con sede en California, está a la cabeza de esta iniciativa al capturar el CO2 de los hornos y utilizarlo para fabricar ReAct Cement, que ofrece una reducción de emisiones del 70 % por tonelada.5,7

En el ámbito tecnológico, la captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS) está ganando impulso. El Fondo de Innovación de la UE ha destinado más de 1.000 millones de dólares a proyectos de CCUS en el sector del cemento. Entre ellos figuran métodos avanzados como la oxicombustión y la adsorción por presión. Empresas como Heidelberg Materials se han fijado grandes objetivos, como reducir las emisiones en un 30% para 2030, combinando el CCUS con combustibles alternativos.1,4

Política y empuje del sector privado: ¿Quién impulsa el cambio?

La tecnología es sólo una parte de la historia. Para que estas soluciones se generalicen, necesitamos una política audaz, una contratación inteligente y una fuerte demanda del mercado.

El poder adquisitivo de las administraciones públicas puede marcar la diferencia. En EE.UU., la Iniciativa Federal Buy Clean destina 4.000 millones de dólares a dar prioridad a los materiales con bajas emisiones de carbono en la construcción pública. Nueva York está impulsando una reducción del 30 % de las emisiones de hormigón en proyectos financiados por el Estado para 2028. Y en Europa, políticas como el Mecanismo de Ajuste en la Frontera del Carbono (CBAM) y el Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) están aumentando la presión sobre las importaciones de alto contenido en carbono.1,7

Para los países del Sur Global -donde el cemento puede representar hasta el 20% de las emisiones nacionales (frente a sólo el 3% en Europa)- el LC3 representa una oportunidad real. La EPFL calcula que el cambio al LC3 en África podría eliminar 95.000 millones de toneladas de emisiones de CO2, crear puestos de trabajo locales y reducir la dependencia de los materiales importados.2

Las grandes tecnológicas también apuestan por un hormigón más ecológico. Microsoft y Meta están invirtiendo en cemento bajo en carbono para reducir la huella de carbono de sus centros de datos. Microsoft trabaja con Sublime Systems, una empresa que produce cemento mediante métodos electroquímicos. Por su parte, el HQ2 de Amazon utilizó más de 106.000 yardas cúbicas de hormigón con inyección de CO2, lo que evitó unas 1.000 toneladas métricas de emisiones.1,8

Ampliar la solución: ¿Qué se interpone en el camino?

El impulso es real, pero los retos persisten. He aquí lo que está ralentizando las cosas:

Lagunas en la cadena de suministro: Con el cierre de las centrales de carbón, la disponibilidad de materiales como las cenizas volantes es cada vez menor. Esto empuja al sector a explorar alternativas como la arcilla calcinada.7,8

Normativa obsoleta: Muchos códigos de construcción siguen reflejando materiales antiguos y no dejan espacio para nuevas mezclas. Brasil está dando un buen ejemplo al cambiar a normas basadas en el rendimiento que se centran en los resultados más que en las fórmulas.6

Costes elevados: Adaptar una fábrica de cemento a una nueva tecnología como el CCUS no es tarea fácil: McKinsey calcula que el coste es de unos 1.000 millones de euros por instalación. Esto supone una carga para las empresas más pequeñas.7

Conceptos erróneos y educación: Algunos arquitectos e ingenieros siguen preocupados por el rendimiento del cemento bajo en carbono. La EPFL ha estado trabajando para hacer frente a esos prejuicios y promover la adopción basada en pruebas, especialmente cuando se favorecen materiales tradicionales como la madera o el bambú.2

¿Y ahora qué? La innovación se une a la colaboración

Alcanzar un nivel cero en el cemento no consiste en una única solución, sino en avanzar en varios frentes.

En el frente de los materiales, los investigadores están yendo más allá de las mezclas tradicionales, desarrollando alternativas como geopolímeros activados por álcalis, cementos a base de magnesio y hormigón impreso en 3D optimizado por inteligencia artificial que puede adaptarse a la resistencia, el tiempo de curado o el comportamiento climático. No se trata de experimentos marginales: se están probando en entornos de construcción reales, con resultados iniciales prometedores.

Mientras tanto, el impulso hacia la circularidad está empezando a remodelar la forma en que pensamos sobre el ciclo de vida del cemento. Proyectos como Cement 2 Zero están demostrando que los residuos de la construcción y la demolición pueden ser algo más que vertederos: pueden recapturarse, reactivarse y reintegrarse en nuevas mezclas de cemento, reduciendo tanto las emisiones como la demanda de materias primas.

Pero quizá la pieza más crítica, y que se pasa por alto, sea la equidad global. Las regiones que impulsarán la mayor parte de la demanda futura de cemento carecen a menudo del capital, los marcos normativos o el acceso a las tecnologías emergentes necesarios para cambiar rápidamente. Por eso son tan importantes grupos como la Alianza Mundial LC3. No se limitan a promocionar un producto, sino que crean cadenas de suministro, ayudan a elaborar códigos basados en el rendimiento y forman a ingenieros sobre el terreno. Sin este tipo de apoyo estructural, incluso las mejores innovaciones con bajas emisiones de carbono corren el riesgo de quedarse estancadas en el laboratorio o en proyectos piloto aislados.2,4,6,9

Conclusión

El cemento bajo en carbono no es un sueño lejano, ya está sucediendo. Con el LC3 ganando terreno en África, el cemento a base de algas entrando en el mercado y el CCUS cada vez más viable, hay pruebas claras de que la construcción sostenible y el desarrollo económico pueden ir de la mano.

Sin embargo, para que la situación cambie, todo el mundo tiene que implicarse. Los responsables políticos deben actualizar la normativa. Las empresas deben integrar la sostenibilidad en sus decisiones de compra. Y los investigadores y las nuevas empresas tienen que seguir tendiendo puentes entre el laboratorio y el mundo real.

Mientras las ciudades siguen creciendo, el cemento bajo en carbono ofrece algo que necesitamos desesperadamente: una base sólida y climáticamente inteligente para el futuro.


Referencias

  1. Pope, E. (2025). Demand For Low-Carbon Cement Is On The Rise. IDTechEx. https://www.idtechex.com/en/research-article/demand-for-low-carbon-cement-is-on-the-rise/32355
  2. Low-carbon cement for greener development in Global South. (2024). World Economic Forum. https://www.weforum.org/stories/2024/06/low-carbon-cement-sustainable-development-global-south/
  3. Cheng, D. et al. (2023). Projecting future carbon emissions from cement production in developing countries. Nature Communications14(1), 1-12. DOI:10.1038/s41467-023-43660-x. https://www.nature.com/articles/s41467-023-43660-x
  4. Barbhuiya, S. et al. (2025). Low carbon concrete: advancements, challenges and future directions in sustainable construction. Discover Concrete and Cement. 1, 3. DOI:10.1007/s44416-025-00002-y. https://link.springer.com/article/10.1007/s44416-025-00002-y
  5. Three emerging technologies for low-carbon concrete. (2024). ClimateWorks Foundation. https://www.climateworks.org/blog/three-emerging-technologies-for-low-carbon-concrete/
  6. Poore, C. et al. (2025). Princeton Engineering – Recycled cements drive down emissions without slacking on strength. Princeton Engineering. https://engineering.princeton.edu/news/2025/03/18/recycled-cements-drive-down-emissions-without-slacking-strength
  7. Apel, F. et al. (2024). The future cement industry: A cementitious ‘golden age’? McKinsey & Companyhttps://www.mckinsey.com/industries/engineering-construction-and-building-materials/our-insights/the-future-cement-industry-a-cementitious-golden-age
  8. An Introduction to Low Carbon Concrete. (2024). CarbonCure Technologies Inc. https://www.carboncure.com/blog/concrete-corner/a-complete-guide-to-low-carbon-concrete/
  9. Terán-Cuadrado, G. et al. (2024). Current and potential materials for the low-carbon cement production: Life cycle assessment perspective. Journal of Building Engineering96, 110528. DOI:10.1016/j.jobe.2024.110528. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352710224020965

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