La construcción es una industria intensiva en emisiones de carbono, pero una nueva generación de hormigón ecológico podría cambiar las cosas.
Fuente: I’MNOVATION
El hormigón nos lleva acompañando desde hace dos milenios, cuando los romanos utilizaban un material de construcción similar llamado opus caementicium. Y es comprensible: por su durabilidad, su versatilidad y la facilidad para transportarlo es difícil pensar en otras alternativas, especialmente en el terreno de las grandes infraestructuras como puentes o túneles, donde el hormigón es esencial. ¿Y cuál es el inconveniente? Pues principalmente que el proceso de fabricación es intensivo en el uso de energía, sobre todo en la fase de producción del clínker, uno de sus componentes esenciales. ¿Es posible crear un hormigón o verde o más sostenible? Tal como te contamos en este artículo, ya se están produciendo avances en ese sentido. Desde opciones más experimentales a técnicas validadas, hay varios enfoques que permiten reducir las emisiones.
Qué es el clínker
El clínker es un componente fundamental en la fabricación del cemento, que a su vez es un material clave en la producción de hormigón. Se trata de un producto intermedio que se obtiene a través de la calcinación de una mezcla específica de materias primas, principalmente piedra caliza (carbonato de calcio) y arcilla, a altas temperaturas, generalmente entre 1.400 y 1.500 grados Celsius.
Durante el proceso de calcinación en un horno rotatorio, las materias primas experimentan una serie de reacciones químicas que resultan en la formación de pequeñas bolas o nódulos grises, conocidos como clínker. Estas bolas contienen los compuestos esenciales que confieren al cemento sus propiedades aglomerantes: los silicatos y aluminatos de calcio.
Una vez que el clínker se ha enfriado, se muele finamente y se mezcla con una pequeña cantidad de yeso para producir cemento. El yeso se añade para controlar el tiempo de fraguado del cemento cuando se mezcla con agua. El producto final, el cemento Portland, es el tipo de cemento más comúnmente utilizado en la construcción.
Un tercio de las emisiones de CO2 de la fabricación del clínker se deben al uso extensivo de la energía en el horno de calcinación y en la molienda del clínker, mientras que dos tercios son debidos a la reacción de descarbonatación de la caliza que tiene lugar durante el proceso.
3 estrategias para reducir la huella de carbono del hormigón
En la actualidad se están aplicando distintos enfoques para producir hormigón verde con bajas emisiones. Además del recurso del reciclaje del hormigón, estas serían las tres más importantes:
- Sustitución del clínker por otros materiales. Una de las soluciones más extendidas pasa por reemplazar el clínker por materiales como las cenizas volantes y escorias procedentes de altos hornos. Aunque no es una sustitución total, sí que permite obtener un hormigón con bajas emisiones en comparación con el hormigón tradicional. Por ahora, la única manera de eliminar el clínker por completo es el uso de geopolímeros, pero se trata de una técnica que aún está dando sus primeros pasos.
- Hormigones funcionales capaces de absorber dióxido de carbono. Además de la posibilidad de inyectar CO2 en el hormigón durante el proceso de fabricación, de forma que quede almacenado en él, se están investigando compuestos –como es el caso de aditivos minerales– que absorban CO2 atmosférico a lo largo de la vida útil del material.
- Hormigones con bioagregados. El uso de materia orgánica, que abarca desde residuos agrícolas a posos de café, permite crear hormigones más ligeros y con mejores propiedades térmicas, lo que a su vez redunda en una menor huella de carbono de los edificios.
Un puerto de hormigón verde en Cádiz
En Cádiz, la ciudad con una ocupación continua más antigua de Europa, ha primado siempre la utilización de un material local como es la piedra ostionera de origen orgánico, es decir, formada por residuos de moluscos, que conforma muchos de sus edificios. Hoy un nuevo material ecológico toma el relevo con un proyecto constructivo en ese mismo puerto que antaño acogiera las embarcaciones fenicias venidas del Mediterráneo. Se trata de los bloques que conforman la ampliación de la nueva Terminal de Contenedores del Puerto de Cádiz.
En la construcción del muelle se emplearán de forma pionera más de cuarenta y ocho mil toneladas de hormigón verde. Este material, conocido como ECOPLANET III/A 42,5 N/SRC, reduce en un 27 % las emisiones de CO2 al incorporar escorias de altos hornos, lo que disminuye el contenido de clínker. El resultado es un hormigón que no solo es más respetuoso con el medio ambiente, sino que también mejora la durabilidad y reduce el mantenimiento de las infraestructuras. El innovador hormigón, en forma de gigantescos cajones kugira, permitirá duplicar la explanada del muelle de manera más sostenible hasta alcanzar los 1.100 m2.
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