Fuente: Plataforma Arquitectura

Desde los primeros bocetos de un proyecto de arquitectura, es fundamental que las restricciones estén bien definidas. 

Esto guiará el proyecto, haciéndolo más adecuado a la ubicación, las posibilidades de los propietarios y las condiciones locales. Entre las restricciones más comunes, reducir el costo de la obra es quizás la más común. Conversamos con los arquitectos de VAGA, una oficina con sede en São Paulo, sobre los desafíos y las oportunidades de trabajar en proyectos con presupuestos reducidos.

Todo proyecto tiene como punto de partida una serie de limitaciones, que van desde las condiciones geográficas y sociales, hasta la realidad económica del mandante. Armados con toda esta información, los arquitectos tenemos el desafío de materializar un objeto que, sumado a otras intenciones y expectativas, interpreta las condiciones absolutas y transforma una realidad preexistente. Dentro de la oficina, tratamos de ver estas limitaciones como oportunidades, es decir, cuanto mayor es el desafío, más inventivas e ingeniosas deben ser las soluciones y, en consecuencia, más intrigante y singular se vuelve el proyecto. Como oficina, nunca fue nuestra intención trabajar dentro de un nicho específico, creemos en una producción arquitectónica diversa e integral.

Vivimos en un mundo en el que la cuestión financiera es siempre relevante y debemos estar preparados para enfrentar las realidades más diversas, operando principalmente en un país tan desigual como Brasil.

 Cada tipología tiene sus especificidades que terminan por determinar ciertas decisiones iniciales de diseño y en consecuencia, el costo de su construcción. Un espacio destinado a la vivienda debe ser acogedor, además de poder brindar privacidad y convivencia colectiva en diferentes momentos o incluso simultáneamente. En general, esto termina impulsando la necesidad de crear espacios para usos específicos (ideales para comer, cocinar, dormir, trabajar, etc.), cada uno con características particulares, diferentes niveles de privacidad e integración.

A la hora de diseñar espacios para uso comercial o industrial, generalmente nos encontramos con la necesidad de que el edificio cubra la necesidad básica de albergue con una mínima infraestructura para su funcionamiento, además de entregar una alta flexibilidad, debido a la mayor imprevisibilidad y variedad de usos posibles. A lo largo de la vida útil de este tipo de edificaciones, pueden producirse numerosos cambios debido a las necesidades específicas de cada ocupante, haciendo de la flexibilidad un aspecto fundamental a considerar desde el momento de la concepción. En el caso de Galpões CL, por ejemplo, inicialmente se imaginó que las unidades serían ocupadas por usos como tiendas de conveniencia, pequeños carpinteros, cerrajeros o talleres, pero no se tenía certeza de cómo el complejo sería acogido por la población local.

edificio
Pedro Napolitano Prata

Al finalizar la obra, observamos que los almacenes despertaron el interés principalmente de los comerciantes, ya que se presentaban como una situación única en la ciudad, utilizando los módulos para contener bares, restaurantes y tiendas de ropa. Para que esta incertidumbre inicial de usos no limitara la comercialización de los espacios por parte del promotor o propiciara una obsolescencia temprana del edificio, era fundamental considerar este alcance e indeterminación de usos desde el inicio. Sin embargo, esto no significa que los edificios de viviendas no deban contar con un cierto nivel de versatilidad para poder adaptarse a la demanda y deseo de cada familia a lo largo del tiempo.

El partido arquitectónico de un proyecto va mucho más allá de la distribución de los espacios en planta. En nuestra opinión, el sistema estructural y la materialidad deben ser investigados y definidos junto con la organización del programa, y ​​deben integrar un conjunto acorde con las intenciones del proyecto.

Un partido arquitectónico, por lo tanto, debe contemplar tanto los aspectos materiales de una construcción física, como la economía, la racionalización, la ecoeficiencia y otras soluciones técnicas, como cuestiones inmateriales y simbólicas, como la atmósfera que será creada, las relaciones humanas que serán enaltecidas y la condición de la realidad que será transformada.

Todos estos temas deben manifestarse a través de la materialización de un objeto o un conjunto que vislumbre, esencialmente, la fundación de un lugar. Este es el papel principal del arquitecto en su oficio.

Cuando la restricción de costos es grande, el arquitecto está obligado a decidir sobre dónde es posible gastar un poco más y dónde es necesario ahorrar. Para ustedes, ¿en qué parte del proyecto nunca debemos rendirnos?

Cada vez que existe una limitación significativa en el presupuesto, buscamos concentrar los esfuerzos financieros en elementos específicos que sean capaces de potenciar determinadas relaciones entre los espacios propuestos, el territorio en el que se insertan y las personas que lo habitarán. La definición de estos elementos proviene exclusivamente de las problemáticas particulares de cada proyecto, con situaciones en las que es necesario priorizar una apertura generosa para buscar una vista, espacios libres y amplios capaces de albergar usos inusitados, una composición volumétrica singular que inaugure un marco territorial, o alguna tecnología que represente una eficiencia económica a largo plazo.

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