Proyecto Génesis, el vecindario formado por 100 viviendas impresas en 3D, se está llevando a cabo en Texas de la mano de la tecnológica Icon, la constructora Lennar y el diseño de Bjarke Ingels Group.
Fuente: Arquitectura y Empresa
Estos 100 hogares, situados al norte de Austin, son fruto de una tecnología robótica innovadora y el uso de materiales avanzados y sostenibles. Todo esto es posible gracias a LENX, la empresa que ha creado una estrategia dentro de Lennar para dar soluciones tecnológicas integradas en la industria de la construcción.
“Este proceso crea un material de construcción más resistente y duradero en comparación con las técnicas tradicionales, y hace que las casas sean más resistentes frente a los climas extremos”, afirman desde ICON. También aseguran una resistencia a inundaciones, incendios y demás desastres naturales, mucho mayor que los sistemas tradicionales; además de que la impresión en 3D unida a las cubiertas de paneles fotovoltaicos implica que las viviendas sean autosuficientes energéticamente, reduciendo también los residuos que se dan en el proceso de construcción habitual.
Teniendo en cuenta que los expertos meteorólogos advierten que las catástrofes naturales van a ser habituales en los próximos años, y más después de haber comprobado los resultados tras los huracanes en la zona de Florida, resulta alentador que por fin se proponga un sistema que garantice cierta seguridad frente a estas sorpresas meteorológicas.
Genesis ofrece 8 tipologías de vivienda diferentes, con subtipos que varían entre 480 a 640 m2 de superficie útil, con 3 o 4 dormitorios, y 2 o 3 baños, según el modelo concreto. Todas recibirán energía solar a través de los paneles de la cubierta, y vendrán equipadas con el paquete domótico Connected Home de Lennar, que incluye videoportero, cerradura, termostato inteligente y wifi. Las reservas comenzarán en 2023 y se prevé que los precios de venta comiencen a partir de 450.000 dólares.
Para la construcción del proyecto completo, se utilizarán 5 impresoras robóticas con el sistema Vulcan, de 14 metros de ancho, que funcionan inyectando una mezcla de hormigón llamada Lavacrete. Gracias a estas máquinas, es posible construir el cerramiento de una vivienda de 120 m2 en tan sólo 24h y, debido a lo silenciosas que son, pueden trabajar durante la noche sin interrupción.
Según Icon, el sistema ofrece una gran libertad de diseño, pero es curioso observar el resultado en renders del proyecto pues, a pesar de que la distribución interior es atractiva, con cocina abierta al salón y decoración moderna, desde el exterior es similar a una vivienda unifamiliar clásica de las que acostumbramos a ver en las películas de los años 50, pero con otros materiales. Lo justifican argumentando que combina la estética contemporánea con el estilo ranchero tradicional de la zona de Texas… podría ser. No obstante, ¿por qué Bjarke Ingels? Los que conocemos los diseños atrevidos de BIG, nos quedamos un tanto desilusionados con el resultado.
Entonces, ¿merece la pena? ¿por qué se busca implantar este nuevo sistema constructivo?
Hoy en día, la subida de precio de los materiales hace que ser propietario de una vivienda no sea posible para muchas personas. Eso, unido a la escasez de mano de obra y las dificultades en la cadena de suministro, ha provocado que el tiempo promedio de edificación en EEUU aumente casi un 30% en 3 años. Por ello, el sistema de impresión 3D a gran escala busca satisfacer la demanda de viviendas más asequibles, energéticamente eficientes, y de manera mucho más rápida.
Según datos de Asprima (Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid), los costes de mano de obra equivalen entorno a un 40% de los costes de construcción. Empresas como Black Buffalo afirman que con la impresión 3D reducen hasta un 80% sus gastos de mano de obra, pues la impresora Vulcan de Icon sólo necesita 3 trabajadores para manejarla.
Estas impresoras pueden colocar la cimentación y comenzar a trabajar a capas desde ella, sin necesidad de utilizar encofrados para los muros, lo cual ahorra mucho tiempo y material. La vivienda promedio en 2020 precisaba de 24 personas subcontratadas que intervenían en su construcción, pero con este sistema, aunque todavía no se pueda resolver la fontanería o la instalación eléctrica, muchos de los trabajadores no serían ya necesarios. ¿Implicará este cambio drástico otra revolución industrial? Tenemos que estar preparados para esas posibles consecuencias.