Visitamos las instalaciones de la empresa Econward en Rivas (Madrid) para saber cómo funciona el proceso de reciclaje.

Fuente: Idealista News

La sociedad cada vez está más concienciada en la necesidad de reciclar y de intentar dar una segunda vida a todos los residuos que generamos. Sobre todo, los bautizamos ‘biorresiduos’.

Gracias a los avances tecnológicos, en el mercado ya hay soluciones que permiten reconvertir la basura del contenedor marrón en energía renovable, compost e incluso en materiales de construcción, como la que comercializa la empresa española Econward. Ha trabajado con grandes ayuntamientos y comunidades autónomas, y ha realizado investigaciones junto con el CSIC. idealista/news visita sus instalaciones de Rivas (Madrid), donde Alberto Tuñón, director comercial de la compañía, nos explica en qué consiste su propuesta, cómo reciclamos en España y cómo la responsabilidad es imprescindible para dejar a las futuras generaciones un mundo más limpio y sostenible.

El primer mensaje que lanza Tuñón es que en España queda mucho camino por recorrer en lo que se refiere al reciclaje. Actualmente son muchos los hogares que no separan los residuos o lo hacen de forma incorrecta ante las dudas sobre qué contenedor es el más adecuado para un desecho o un producto concreto.

Tuñón insiste en la necesidad de ponérselo fácil al ciudadano, aunque también cree que todo es cuestión de tiempo, y de la llegada de nuevos avances en esta materia.

Reconoce que la directiva de residuos que ha impulsado la Unión Europea, que obliga a todos los Estados miembros a implantar la recogida separada de los residuos orgánicos antes de 2024, es un gran paso y permitirá avanzar en los objetivos marcados para 2035.

Para ese año, todos los países europeos deben reciclar al menos un 65% de los residuos municipales, incinerar un máximo del 25% y llevar a vertedero no más de un 10%. Y es aquí donde entra en juego la reconversión de los llamados biorresiduos, que representan más del 40% de los residuos sólidos urbanos.

Según explica el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, dentro de la categoría de biorresiduos se encuentran los restos de carne y pescado, la piel de la fruta, la cáscara de huevo, comida en mal estado, posos de café, flores, servilletas de papel o tapones de corcho.

 “Cuando hablamos de biorresiduos nos referimos a la fracción orgánica de los residuos municipales, que principalmente vienen de la comida de los domicilios y también de restaurantes. Tienen un alto potencial no solamente para ser reciclados, sino para tener múltiples salidas dentro del mundo de la economía circular”, explica el director comercial de la empresa tecnológica Econward.

Una de las principales vías es aprovechar la energía química de toda esa materia orgánica para producir biogás y biometano; es decir, para convertirla en energía renovable. Y también buscar usos alternativos para aquellas partes que no pueden reconvertirse en energía limpia, como por ejemplo fertilizantes para el campo, e incluso aislantes para las viviendas o materiales que se puedan utilizar en la construcción de carreteras. ¿Cómo? A través de la tecnología.

“Teniendo en cuenta el gran volumen que representan los biorresiduos es importante centrarse en esta parte y es lo que hacemos en Econward”, detalla Tuñón.

La compañía está formada principalmente por ingenieros y ha puesto en marcha una tecnología a la que ha llamado BIOMAK. Su función es mejorar el proceso de reciclaje a través del tratamiento y la valorización de los residuos.

“BIOMAK es un equipo industrial que lo que hace es aplicar un tratamiento térmico a los biorresiduos, con la intención de degradarlos, homogeneizarlos y limpiarlos de patógenos a través de un proceso de hidrólisis térmica, que ya se utiliza en otras industrias como la del tratamiento de aguas y que permite aprovechar el vapor de agua para reducir el consumo energético. ¿Qué conseguimos con esa degradación del material? Básicamente, prepararlo para que el proceso de producción de biogás y metano (es decir, el proceso de la digestión anaerobia) sea mucho mejor. ¿Por qué? Porque los residuos municipales vienen muy mezclados y sucios, y es muy complejo producir biogás de forma eficiente con ellos”, explica.

Este equipo es capaz de procesar hasta 63.000 toneladas de residuos al año, en torno a 8 toneladas por hora, y está preparado para funcionar de forma diaria a máximo rendimiento. Su precio de mercado es de unos 8 millones de euros, incluyendo la máquina y la tecnología. La compañía cifra en 20 años la vida útil del equipo, mientras que la inversión empieza a ser rentable a partir del séptimo año.

Durante el proceso, los biorresiduos se separan y quedan libres de patógenos, para que posteriormente puedan reconvertirse en energía renovable (biogas y biometano), aunque también “se aprovecha la fracción sólida que queda del proceso para una aplicación agronómica”, como por ejemplo compost o fertilizantes.

“Desgraciadamente, la experiencia nos dice que la separación que hacemos las personas en origen no es perfecta, algo entendible por la altísima complejidad de materiales que consumimos”, lamenta Tuñón, quien añade que en los contenedores marrones encontramos materiales que no deberían estar ahí.

Muchos de ellos son materiales inertes, compuestos plásticos…, que ya no serían reciclables. Nosotros lo que proponemos es una separación de la materia orgánica y que esos residuos que te quedan, que ya no son orgánicos y por tanto no son dañinos porque no generan emisiones, también se puedan aprovechar para que no acaben en vertederos. Estamos explorando algunas vías como puede ser la utilización de este residuo de rechazo como materiales de construcción, como pueden ser aislantes o materiales de cobertura para carreteras. En función del tipo de material y de la caracterización, ese residuo puede tener distintas aplicaciones”, expone el directivo. Un proyecto en el que Econward ha estado trabajando junto con el CSIC.

Actualmente se están centrando en los biorresiduos, aunque la compañía afirma que este proceso se podría aplicar sobre otros tipos de residuos sólidos.

Un llamamiento a Administraciones y gestores de residuos

El equipo BIOMAK está pensado para las Administraciones Públicas, nacionales o extranjeras, y para los grandes gestores privados de residuos, “que son realmente los últimos responsables en el tratamiento de los residuos”.

Según detalla Tuñón, el equipo de Econward está desarrollado para integrarse en las plantas de residuos, tanto en las nuevas como en las ya existentes, para mejorar su eficiencia.

“Nos estamos dirigiendo a todos ellos con la intención de que entiendan que este es un negocio que tiene una triple vertiente: medioambiental, social y económica, con un impacto positivo que es impresionante. Al final estamos hablando de un negocio que por un lado es capaz de capitalizar el coste de la disposición de los residuos y, por otro lado, de darle un valor en forma de energía renovable”, expone Tuñón.

La compañía lleva más de una década enfocada en el I+D+i. Además de las oficinas centrales de Rivas Vaciamadrid, donde tienen un equipo piloto de BIOMAK para mostrar su funcionamiento a potenciales inversores, socios y clientes, tienen un laboratorio en California (EEUU), donde reproducen todas las pruebas que hacen en España y existe un importante potencial de desarrollo del reciclaje de residuos urbanos.

Econward también tiene el respaldo industrial de empresas como el gigante Navantia, ha hecho investigaciones junto con el CSIC y ha hecho trabajos puntuales para el Ayuntamiento de Madrid o el Gobierno de Castilla-La Mancha.

La importancia de hablar del reciclaje

El director comercial de Econward considera necesario que el mundo de los residuos y el reciclaje gane visibilidad. “Todos sabemos lo que son los residuos porque los generamos nosotros mismos, pero a nadie le gusta hablar de ello. Creo que es bueno que gane visibilidad, porque al final de lo que se trata es de que todos aportemos nuestro granito de arena”, afirma.

Tuñón confiesa que actualmente es muy complicado aspirar a generar ‘cero residuos’, sobre todo con los elevados niveles de consumo actuales, pero sí que ve posible “un mundo en el que todos los residuos que se generan se puedan reciclar y se puedan introducir en el sistema. Al final es de lo que trata la economía circular y no solo es lo que se debe hacer, sino que se puede hacer”, sostiene.

Para conseguirlo, ve necesario la colaboración de todos los eslabones de la cadena: desde los productores hasta los consumidores, pasando por las Administraciones Públicas o los inversores.

De hecho, afirma que “dar una segunda vida a los residuos empieza a ser una realidad, pero todavía tenemos mucho camino por recorrer”. Por ejemplo, recuerda que es necesario una mayor flexibilidad en la normativa de residuos, así como la reducción de la burocracia. También ve indispensable que aumente la inversión en materia de reciclaje y que tanto bancos como fondos financien más proyectos.

“Sabemos que es posible lograr un mundo más limpio y más sostenible a partir de la innovación tecnológica. Esto parece un tópico, pero es cierto. De lo que se trata es de poder dejar un mundo mejor para nuestros hijos”, concluye Tuñón.

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