Fuente: EcoInventos

Más del 40% de la población mundial vive en zonas costeras. Enfrentan un enemigo cada vez más agresivo: la erosión acelerada por el cambio climático, tormentas más intensas y el aumento del nivel del mar. Las playas retroceden, las propiedades peligran, y los métodos tradicionales apenas compran tiempo.

Los enfoques clásicos como los muros de contención, la reposición de arena o la inyección de cemento resultan costosos, invasivos y de efectividad limitada. Muchos terminan fallando cuando la base arenosa se erosiona o licua, colapsando la estructura encima.

Electricidad de bajo voltaje: una cementación natural

Un equipo liderado por el ingeniero Alessandro Rotta Loria (Universidad Northwestern) propone una alternativa radicalmente distinta: aplicar corriente eléctrica de baja intensidad (2 a 4 voltios) para transformar la arena suelta en una masa sólida similar a roca.

Este proceso, llamado cementación inducida eléctricamente, imita la química natural de moluscos que convierten el calcio marino en conchas, pero usando una fuente externa de energía. El resultado es la formación de minerales como carbonato de calcio, hidróxido de magnesio e hidromagnesita, que aglutinan los granos de arena como si fuera concreto, pero sin usar cemento.

Ventajas clave de la tecnología

• Rápido y efectivo: tras solo unos días de estimulación eléctrica, la arena tratada se comporta como piedra sólida.
• Alta resistencia: los minerales formados son más duros que el hormigón convencional y resisten el ciclo de humedad, sal y viento.
• Bajo impacto ambiental: no introduce químicos externos ni requiere presión, y es reversible si se invierte la polaridad.
• Económico: su costo va de 4 a 8 dólares/m³, frente a los 70 dólares/m³ del sellado químico tradicional.
• Compatible con ecosistemas marinos: los animales marinos no se ven afectados por la leve corriente.

Aplicaciones en el mundo real

Este sistema puede aplicarse en:

• Playas en retroceso, estabilizando la arena sin alterar el paisaje.
• Dunas y suelos inestables, ayudando a preservar barreras naturales.
• Cimientos marinos y rompeolas, reforzando estructuras ya existentes.
• Suelos volcánicos o ricos en hierro, que también responden bien al tratamiento.

Cada tipo de arena mostró buenos resultados, incluso con minerales complejos. Cuanto más tiempo se aplica la corriente, más espesa y resistente se vuelve la “cementación”.

Potencial

Este avance ofrece una nueva herramienta limpia, escalable y adaptable para enfrentar la crisis climática costera. Su bajo consumo energético y su capacidad para usar minerales ya presentes en el mar lo convierten en un método verdaderamente sostenible.

Al eliminar la necesidad de estructuras pesadas y materiales industriales contaminantes, reduce la huella ecológica de las defensas costeras. Además, al conservar la integridad de las playas y dunas, protege hábitats clave y servicios ecosistémicos vitales.

Esta tecnología puede redefinir la forma en que cuidamos nuestras costas, no solo como protección, sino como parte de una estrategia ecológica integrada. Si las pruebas en playas reales confirman lo observado en laboratorio, podríamos estar ante una revolución silenciosa en la lucha contra la erosión global