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Bélgica albergará en 2026 la primera planta solar del mundo que genera hidrógeno verde directamente del aire en un parque solar de 2 MW.

Startup belga impulsa el primer parque solar de hidrógeno del mundo que genera electricidad e hidrógeno directamente del aire y el sol

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... Noviembre 17 - 2025

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Fuente: EcoInventos

 

La provincia de Namur, en el corazón de Valonia (Bélgica), se convertirá en pionera global en 2026 con la apertura del primer parque solar de hidrógeno a escala comercial. No se trata solo de generar electricidad con paneles solares tradicionales. Este sitio innovador producirá hidrógeno verde directamente del aire, usando una tecnología que no necesita ni combustibles fósiles ni agua líquida.

El proyecto reúne a cuatro actores clave: Solhyd, responsable del suministro y mantenimiento de los paneles de hidrógeno; Nippon Gases, encargada del almacenamiento del hidrógeno; Ether Energy, como operador del parque; y SunBuild, que instalará tanto los paneles fotovoltaicos como los sistemas de baterías.

La alianza se formalizó en las instalaciones de TRANSfarm, en Bierbeek, donde Solhyd tiene su base de operaciones. La capacidad inicial será de 50 kilovatios, pero el objetivo es alcanzar 2 megavatios en los próximos años, marcando una evolución clave para la aplicación práctica de esta tecnología.

Una tecnología belga que transforma aire y sol en energía limpia

Desarrollada durante más de una década por investigadores de la KU Leuven, esta tecnología se basa en paneles de hidrógeno que capturan vapor de agua atmosférico y lo dividen en hidrógeno y oxígeno, usando la luz solar. El oxígeno se libera al aire y el hidrógeno se almacena. Todo el proceso ocurre sin necesidad de electrolizadores convencionales, agua líquida ni materiales raros.

La startup Solhyd, surgida de este entorno universitario, logró escalar el concepto hasta convertirlo en un panel funcional. Y lo hizo con un enfoque centrado en la sostenibilidad integral, reduciendo la huella de carbono desde la fabricación hasta la operación.

A diferencia de otras formas de producción de hidrógeno, esta no requiere grandes cantidades de agua potable —algo especialmente relevante en contextos de estrés hídrico creciente— ni consume energía procedente de la red eléctrica.

Una alternativa real al hidrógeno gris

Hoy, casi todo el hidrógeno que se produce en el mundo proviene del gas natural, en un proceso que libera enormes cantidades de CO₂. De hecho, según datos del sector, la producción de hidrógeno representa cerca del 2 % de las emisiones globales, el equivalente a todo el sector de la aviación.

Este parque solar apunta directamente a revertir esa cifra. Como señala Jan Rongé, CEO de Solhyd, “si queremos cumplir con los objetivos climáticos, hay que descarbonizar la producción de hidrógeno. No hay otra opción”.

Por ahora, el foco está en aplicaciones industriales complejas, donde la electrificación no siempre es viable: aceroaviacióntransporte marítimo. En esos sectores, el hidrógeno puede desempeñar un papel clave como combustible limpio o como materia prima para procesos químicos.

Proyectos y contexto europeo

Este desarrollo no ocurre en el vacío. Bélgica, y especialmente Flandes, ha apostado por liderar la carrera del hidrógeno verde. En paralelo, existen planes para instalar paneles de hidrógeno en tejados antes de 2030, como parte de una estrategia más amplia de descarbonización urbana.

Además, la Unión Europea ha definido al hidrógeno verde como un vector estratégico en su plan “Fit for 55” para reducir las emisiones en al menos un 55 % de aquí a 2030. Iniciativas como la de Namur no solo cumplen con esos objetivos, sino que demuestran que la tecnología ya está lista para salir del laboratorio y pisar el terreno.

Potencial

La tecnología desarrollada por Solhyd no solo promete transformar industrias contaminantes, sino que abre la puerta a nuevos modelos energéticos descentralizados. Paneles de hidrógeno en edificios públicos, estaciones móviles de abastecimiento o incluso zonas rurales desconectadas de la red: las posibilidades son amplias y cada vez más realistas.

Además, al no depender de grandes infraestructuras ni de agua líquida, estos sistemas podrían instalarse en regiones donde otras tecnologías renovables no son viables. Esto puede significar acceso energético limpio en zonas áridas o con redes eléctricas inestables.

Por último, si el costo de producción continúa bajando con la escala, se abrirá la puerta a usos más cotidianos: desde sistemas híbridos de autoconsumo residencial hasta microplantas urbanas de hidrógeno para alimentar flotas municipales sin emisiones.

El parque solar de Namur no es solo un experimento tecnológico. Es un paso concreto hacia un modelo energético más limpio, más local y más resiliente. Si se replica a escala, puede convertirse en una de las piezas clave de la transición energética global.

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