La fundadora de GA Estudio, Xaviera Gleixner, se refiere a su experiencia arquitectónica con la madera a través de distintos proyectos en la Región de Valparaíso.

Fuente: Madera21

La fundadora de GA Estudio, Xaviera Gleixner, con trayectoria en docencia universitaria, se refiere a su experiencia arquitectónica con la madera a través de distintos proyectos en la Región de Valparaíso. Apuestas en donde se aprovecharon las características del material y por las que se valorizó el contexto social, cultural y geográfico en el que se emplazaban.

Gran parte de lo que ha realizado en madera se encuentra en Algarrobo (Región de Valparaíso). Balneario que debe su nombre al árbol papilionáceo de copa densa y tonalidad rojiza que abundaba en ese territorio hace más de cuatro siglos. Uno que se diferenciaba de las otras especies vegetales por su altura, forma y diálogo con el paisaje, tal como se refiere la arquitecta sobre sus obras realizadas con este material en el litoral central.   

Xaviera Gleixner es la fundadora de GA Estudio. Firma donde ella y su socio Tomás García de la Huerta han desarrollado distintas propuestas arquitectónicas en Chile y el extranjero. Sus trabajos han sido presentados XVI Bienal de Arquitectura de Santiago Chile (2008), en la XIV Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires (2013), en la 16ª Bienal de Arquitectura de Venecia (2018) y en la XIX y la XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo Chile (2015 y 2019), entre otros.  

Sobre su trabajo en la zona, señala que “se trabaja mucho la albañilería y las obras deben ser parte del lugar, pero siempre respondiendo a su clima, y a la necesidad que tiene cada sector en Chile, algo que nos caracteriza mucho como país”.

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Dentro de los proyectos en madera desarrollados por GA Estudio, Xaviera Gleixner comenta tres experiencias significativas con el material. La primera fue una casa en Algarrobo, ubicada en una parcela de cargada presencia arbórea y con un claro que marca, casi naturalmente, como si así se hubiese querido, el punto asignado para la obra. 

Dos volúmenes constituyeron esta vivienda. El primero fue el público, que unificó los espacios de la casa y se comunicó hacia el patio exterior. El otro fue el privado, que segregó las habitaciones y los espacios interiores por medio de terrazas y patios de luz que daban mayor intimidad en su interior. 

La arquitecta entra en detalles sobre este último aspecto. “Generalmente, cuando se trabaja con tabiques de madera, no se considera como un material aislante. Entonces, lo que hicimos para este proyecto fue generar patios de luz entre las habitaciones, pequeñas terrazas que pudieran generar aislación acústica. Algo que no habría sido necesario si lo hubiésemos realizado en hormigón, pero que por las características de la casa y su materialidad, nos permitieron una gran respuesta que aprovechó la tipología de la construcción en madera”. 

Lo mismo ocurrió con otra experiencia en el balneario: un bed and breakfast, también elaborado con madera. Y es que ante la solicitud de aislación acústica por parte de sus clientes, tanto para los espacios públicos como también para los interiores destinados al hospedaje, la propuesta fue generar un patio de 7×7 metros que proveyera distancia entre las habitaciones y las zonas comunes, en semejanza con la vivienda anteriormente mencionada. “De la problemática que podía existir, logramos lo bueno de las características de la casa y sobre todo, del material”, dice Gleixner. 

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Otro proyecto desarrollado en la zona fue un pabellón de madera diseñado para contener una cuba caliente, previamente instalada a la intemperie. La estructura, en base a listones de pino que obedecen a una retícula de 60×60 cm, venía de un requerimiento inicial sencillo por parte del cliente, recuerda la fundadora de GA Estudio. Algo que ocuparon como insumo para ir más allá y abarcar una propuesta arquitectónica más completa. Fue así como investigaron ciertas tipologías en específico, que les permitiera involucrar a la madera de la mejor forma posible, hasta que llegaron a la que específica con que construyeron el pabellón. 

“Como el proyecto era pequeño, nos la quisimos jugar con la madera desde el detalle. Diseñamos una especie de costilla que fuimos repitiendo de forma cuadrada para generar un borde alrededor de esta cuba caliente y que sirviera programáticamente. Así logramos una especie de muro abierto y que permite a la gente sentarse, dejar sus cosas, moverse por la estructura, que los niños puedan jugar, etc”, explica. 

Y continúa. “Lo que nosotros queremos hacer siempre con la madera es mostrar su estructura. Que su esqueleto se muestre tal cual es, que sea verídico. Que sea realmente con el material y no algo que se asemeje. De hecho, es un consejo que le doy siempre a los estudiantes de arquitectura. Si el encargo es de madera, no puedes llegar con un proyecto que también podría ser hecho de metal”.

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–¿Qué tipo de madera predomina en los tres ejemplos mencionados y con qué elementos la trabajaron?

–Hemos usado pino insigne, el que nos ha funcionado bien. Para el exterior ha sido pino tratado y no tratado para el interior, donde en algunos casos hemos pintado parte de la estructura y en otros la hemos dejado a la vista. De todas formas, el pino insigne se pone un poco verde pasado el tiempo, lo que también nos ha permitido aprendizajes con respecto a cómo la obra crece, a cómo sigue desarrollándose en el tiempo. El pabellón de la cuba caliente fue pintado de negro enteramente, a través de una pintura para exteriores, mientras que las casas también tienen sectores con la madera natural trabajadas con un barniz incoloro. 

–¿Qué otro aspecto se relaciona entre estas tres obras en madera? 

–Algo que hemos repetido en estas tres obras en Algarrobo tiene que ver con el suelo y cómo la madera dialoga con el mismo. Como hemos trabajado sin calculistas, porque cuando son de dos pisos no son necesarios, nos dedicamos a diseñar los planos de fundación de la casa, lo que ha sido relevante para este tipo de arquitectura. Siempre nos hemos elevado, por el tema de la humedad, en al menos 30 ó 40 cm del suelo, generando dos tipos de niveles. Uno liviano de madera y otro pesado que tiene que ver con la fundación del suelo en hormigón. Una característica del pensamiento constructivo en madera es que considera desde el suelo hasta el último rincón de la obra.

–¿Qué tendencias le llaman la atención con respecto a los distintos desarrollos en madera desde la arquitectura?

–Quizás porque yo no la trabajo y por eso me llama mucho la atención, en el sentido de siempre querer investigar un poco más, y que de hecho lo vi mucho en el concurso de Madera21, es la arquitectura generativa. Cuando aparecen las curvas y formas más orgánicas en relación a la madera. Es un mundo gigante, pero también un poco complejo porque siempre hay propuestas que proponen cosas en madera que no terminan construyéndose. Pero sin duda que hay un punto de inflexión interesante y mucho que estudiar de eso. 

–¿En qué se basa ese punto de inflexión?

–En relación con las posibilidades reales que tiene la madera. Es un material que, al fin y al cabo, tiene que ver con lo tradicional y con sus propias limitaciones. Es un tema que me gustaría desarrollar más porque veo que lo hacen mucho los estudiantes y también los arquitectos más jóvenes. Si antes lo veíamos aplicado con hormigón, ahora se mantiene la tendencia pero con la madera. 

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