En lugar de cristal líquido, las ventanas inteligentes aplican una tecnología basada reacciones químicas y físicas
Una de las premisas fundamentales para universalizar la aplicación de las innovaciones tecnológicas es que tenga un precio asequible. De lo contrario, el uso del nuevo producto queda reducido a círculos muy restringidos. Es precisamente lo que sucedía con la investigación y el desarrollo de las ventanas inteligentes, aquellas capaces de variar el grado de opacidad o transparencia al gusto del usuario.
Tradicionalmente, estas ventanas contenían vidrios conductores o compuestos de cristal líquido (LC). Teniendo en cuenta que se destinarían a ocupar grandes superficies (fachadas, vidrieras, puertas correderas…), el alto coste de los materiales dificultaba enormemente la posibilidad de su producción a gran escala.
Hasta ahora. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC) ha dado una vuelta de tuerca al concepto de ventana inteligente, dejando a un lado los materiales basados en cristal líquido y desarrollando una nueva solución que reduce los costes de producción de miles de euros por metro cuadrado… ¡a unos pocos céntimos!
¿Cómo funcionan estas ventanas inteligentes?
En lugar de utilizar cristal líquido, las ventanas inteligentes desarrolladas por el CSIC aplican una tecnología basada en la activación controlada de una combinación de reacciones químicas y físicas que permiten oscurecer o volver transparentes los cristales.
Esta tecnología, pionera en el sector, recibe el nombre de EMDs (Externally Modulated Displays). Su funcionamiento consiste en películas delgadas de material poroso que al ser expuesto a la humedad o la sequedad del ambiente cambian su transmisión óptica consiguiendo que las ventanas se vuelvan opacas o transparentes. De esta manera, la ventana regula la cantidad de luz que entra a través del cristal.
Controlando el grado de humedad de la corriente de aire que circula por los cristales, el usuario puede activar o desactivar a su antojo la transparencia de las ventanas de su hogar, oficina o negocio para ver u ocultar el interior de la estancia. El tiempo de respuesta es de cuestión de unos pocos segundos.
Otra de las ventajas de las ventanas inteligentes es que no requieren ninguna adaptación a las normativas vigentes, puesto que se trata únicamente de una variación en el vidrio que se utiliza en la actualidad. Además, supondrán un gran ahorro en aire acondicionado durante los meses de calor, ya que al regular la cantidad de luz solar que penetra en la casa o en la oficina se puede reducir la temperatura del ambiente sin necesidad de bajar las persianas y encender la luz.
Es, por lo tanto, una ventana al futuro cuyo coste podría permitir una rápida popularización.