Cómo y de dónde surge esta tendencia que gana terreno tanto en Buenos Aires como en el interior del país.
Fuente: Fortuna
El Wood frame – también conocido como sistema de construcción en seco – es un modelo constructivo que usa madera como material principal para crear estructuras de suelo, pared y techo.
En Argentina existe desde inicios del siglo XX a través de construcciones aisladas en la modalidad del “wood frame” o sistema de bastidores ligeros de madera. Es una metodología que ingresó al mercado de la mano de los ingleses que la utilizaron mucho en el sur del país por la facilidad y las ventajas de todo tipo en climas fríos y alejados de los centros urbanos (estaciones de ferrocarriles, campamentos mineros, depósitos y galpones portuarios o agropecuarios para la ganadería ovina, entre otros). Pero durante la segunda mitad de dicho siglo se detuvo esta tendencia, posiblemente a partir de la nacionalización de los ferrocarriles y el fin de las grandes guerras mundiales, sumado al desarrollo de una industria nacional muy centrada en el hormigón y el acero.
Recién en la década de 1980 se empezaron a recuperar estas técnicas constructivas de manera incipiente para cobrar más fuerza a partir del cambio de siglo y el advenimiento de una conciencia de sustentabilidad motorizada por el reconocimiento del cambio climático y la necesidad de pensar en la eficiencia energética.
Esto es porque, en lo que respecta a sus aspectos sustentables y de reducción de consumo de energía, se destaca en el Wood frame – primero que nada – el uso de un material renovable y sostenible como es la madera, proveniente de bosques reforestados y/o implantados de forma responsable.
Su uso genera un menor impacto ambiental, ya que la producción de materiales de madera requiere menos energía que otros materiales de construcción, lo que reduce su huella de carbono: manufacturar una tonelada de este material requiere una cantidad significativamente menor de energía en comparación con otros materiales de construcción tradicionales (el cemento consume 5 veces más energía; el vidrio, 14; el acero, 24 y el aluminio,126).
A su vez, la elección de madera genera también un impacto positivo a nivel energético ya que este material es un excelente aislante térmico, volviendo las estructuras más eficientes que las realizadas con materiales tradicionales de construcción. La optimización de este consumo se transmite en importantes ahorros en costos de calefacción y refrigeración para sus habitantes.
Por otro lado, en lo que se refiere a la ejecución de las obras, este sistema permite una mayor velocidad de construcción, además de brindar una versatilidad arquitectónica.
“La aplicación de este método es aproximadamente un 60% más rápido que la construcción tradicional. Los componentes de madera prefabricados pueden ser ensamblados en el sitio de forma eficiente, lo que permite acelerar los tiempos de la obra. A su vez, la madera es un material muy versátil que puede ser utilizado en una amplia variedad de diseños, permitiendo la creación de estructuras únicas y personalizadas”, explica el Arquitecto Octavio Roca.
La madera es un material liviano en comparación con otros materiales de construcción, lo que permite reducir los requisitos estructurales y de cimentación, así como los costos asociados con ellos. Además, es un material con una gran durabilidad. “Cuando se utiliza madera tratada de calidad y se realiza un mantenimiento adecuado, las estructuras de madera pueden ser tan duraderas como las construidas con otros materiales. La madera tratada es retardado del fuego, la putrefacción y los insectos”, agrega Roca.
“A igual parámetros y prestaciones de calidad, durabilidad, eficiencia energética y confort, los sistemas de construcción en seco con madera (Wood Frame, Paneles SIP y Poste-Viga) son entre un 15 y 20% más económicos. La comparación se hace confusa a la hora de ver solo el precio final cuando no se tienen en cuenta estos parámetros de calidad y durabilidad. Se ha normalizado un standard de vivienda de ladrillo y hormigón que no cumple con muchos parámetros legales de habitabilidad para poder mantener un precio competitivo frente a la construcción en seco. El día que se haga cumplir la normativa de eficiencia energética en todas las viviendas nuevas, las casas de ladrillo van a ser tan caras que ya muy pocos podrán emplear estos sistemas”, comenta el arquitecto que trabaja junto a Maderera Newton, una de las madereras especializadas más relevantes del país.
En nuestro país, las tres zonas con mayor desarrollo de estos sistemas son la región cordillerana, que va desde San Carlos de Bariloche y Villa La Angostura hasta San Martín y Junín de los Andes; la Costa Atlántica (desde San Clemente hasta Mar del Plata) y la Zona Norte del Gran Buenos Aires. Y en muchos casos, estas viviendas se encuentran dentro de barrios cerrados, aunque no es algo excluyente. “También hay algunos desarrollos menores más al sur como El Calafate y El Chaltén; en las Sierras de Córdoba y en el Norte de la Mesopotamia, principalmente en Misiones y norte de Corrientes”, agrega Roca.
Aún hay mucho potencial en nuestro país porque este tipo de sistemas constructivos representa un porcentaje bajísimo del total de obras nuevas por razones varias (tradición, escasa formación de profesionales en estos sistemas, y la sociedad marcadamente “conservadora” en lo que tiene que ver con los bienes raíces. “Afortunadamente esto va cambiando rápidamente y la realidad de las tendencias mundiales respecto a los sistemas constructivos avanza en nuestro país, sumado a la facilidad de información disponible y la posibilidad de viajar a conocer lo que se hace en los países más desarrollados. Este crecimiento se percibe año tras año”. A modo de referencia, en Chile el 40% de las casas se construyen con sistemas a base de madera y en Uruguay se terminó una planta de CLT (Cross Laminated Timber) de primer nivel para producir todos los elementos en madera maciza capaces de construir edificios de más de 20 pisos de altura.
“Este cambio de sistemas y la manera de pensar nuestros edificios no tiene vuelta atrás y la madera será el gran protagonista de la construcción de este siglo ya que es el único material constructivo capaz de reducir de forma eficaz y sencilla las emisiones de CO2, lo que la posiciona como un material clave para la descarbonización de la construcción”, concluye Roca.