En los últimos años se han visto algunos proyectos en Chile que buscan paliar los efectos de la contaminación. Los bosques verticales son uno de ellos y consisten en edificios que cuentan con una gran cantidad de vegetación en sus fachadas, terrazas y balcones.
Fuente: Diario Inmobiliario
Nicole Spencer es arquitecta y directora general del proyecto AYMA, gestora de una de las propuestas de construcción sostenible más importantes en los últimos años. En concreto, sobre la base del uso de tierra y vegetación, y el aporte estructural del metal y la madera, levantan casas en condominios con una excelente aislación térmica, techos verdes que atraen polinizadores y emiten menos brillo. Un humedal que permite reutilizar aguas grises y negras para riego, así como espacios comunes para jugar y sentir la naturaleza.
Aparte de generar una estética diferente a la ciudad son muchos los beneficios ambientales, ya que pueden ser un atractivo turístico y cultural para las comunas. Por ejemplo, en Milán existe el “Bosco Verticale” uno de los proyectos más emblemáticos de la ciudad y ha conseguido importantes premios internacionales por su diseño e impacto positivo en el medio ambiente.
Para la arquitecta, unos de los proyectos que destaca en la capital es el “Edificio Consorcio inaugurado en 1993 y que fue precursor en esta mirada de generar un edificio verde, que además de aportar belleza y confort a sus habitantes a través de su vegetación, logró un ahorro energético significativo y aportó a su entorno con una imponente cortina vegetal que cambia de espesor y de color según las estaciones del año, absorbiendo CO2, refrescando el ambiente y con gran aporte estético”.
Asimismo la arquitecta, indica que “en los últimos años se observan algunos proyectos con pequeñas intervenciones y espacios para vegetación en su fachadas o azoteas. Es importante que se considere en estos casos la implantación de vegetación nativa que se adapte fácilmente al lugar, con poco requerimiento hídrico y que requiera mínima mantención. He visto proyectos que implementan palmeras introducidas, que no es la idea y poco tiene que ver con nuestro paisaje e identidad”.
A medida que las ciudades crecen y se vuelven más densas, los bosques verticales pueden ser una solución eficaz para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y reducir el impacto negativo de la urbanización en el medio ambiente.
Si un ser humano normal hace 20.000 inspiraciones al día, cada uno de nosotros quema un cuatrillón de moléculas de oxígeno cada 24 horas. Así, cualquier civilización inteligente debería ver en las plantas un aliado para su supervivencia. Por algo representan el 99,7% de la biomasa (el peso) de la tierra. Sin embargo, desde que se crearon las ciudades, las plantas fueron pasando a un segundo plano como si no supiéramos que su extinción significa la nuestra. Pero ahora somos más conscientes de esto y las plantas cada vez están más presentes en nuestras ciudades, por ejemplo, gracias a la regla de 3-30-300 y a los bosques verticales.
El futuro son los bosques verticales
Stefano Mancuso es neurobiólogo vegetal, profesor en la Universidad de Florencia y director del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal. A través de sus publicaciones – “El futuro es vegetal”, “La nación de las plantas” y “El increíble viaje de las plantas”, entre otros títulos-, se ha convertido en uno de los divulgadores más influyentes y toda una autoridad a nivel mundial sobre la importancia de las plantas.
Si un metro de vegetación genera el oxígeno necesario para una persona durante 1 año: ¿por qué no esperar más de la naturaleza en una situación de emergencia climática como la que vivimos en 2023? Los arquitectos urbanistas han crecido teniendo como referencia las ciudades de tablas del Renacimiento, donde se representaban sin verde y apenas con vida humana. En cambio en la actualidad, hay numerosos proyectos de ciudades sostenibles e integradoras que siguen los principios de Mancuso.
“Santiago es una ciudad muy contaminada, por lo que si contáramos con bosques verticales tendríamos verdaderos pulmones verdes ya que producen hidrógeno y oxígeno, absorben CO2 y purifican el aire atrapando partículas de polvo”, asegura la gestora de una de las propuestas de construcción sostenible más importantes en los últimos años.
El caso Nanjing, Milán y Dubai
Para tomar casos más concretos, en una reciente entrega de infobae se indicó que el estudio de arquitectura Stefano Boeri Architetti, tiene varios proyectos en marcha: el de Nanjing, el primero creado en Asia; y el de Dubái, donde será la sede de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP 2023) que estará compuesto por dos torres de 150 y 190 metros de altura, respectivamente, con fachadas que albergarán 2640 árboles y 27.600 arbustos, así como un sistema de invernaderos y jardines que autogestionan el ciclo del agua y utilizan energía de fuentes renovables.
Asimismo según los expertos en urbanismo sostenible, apoyados por las teorías de Mancuso para la creación de ciudades verdes, el ruido ambiental se vería reducido hasta 10 decibelios en el interior de los edificios (aunque esto dependería del tipo de planta). Así, las especies vegetales en los edificios actúan de pantalla acústica, reduciendo este tipo de contaminación.
Mitigaría el efecto isla de calor, reduciendo la temperatura del entorno. Con unos edificios repletos de vegetación, la radiación solar sería absorbida por las plantas y el sustrato, evitando que se almacene en los materiales de construcción y regulando el clima de la zona.
Reducirían la escorrentía del agua de lluvia o la cantidad de agua que corre libremente sobre un terreno. Las cubiertas vegetales retienen el agua de lluvia. Una parte se evapora y la otra se va evacuando paulatinamente. Así, se disminuirían los desbordamientos y el flujo de agua en el alcantarillado.
Las construcciones forradas de plantas ofrecerían un aislamiento térmico adicional, protegiendo los edificios de la radiación solar, regulando su temperatura y mejorando la eficiencia energética del propio edificio. En invierno protegería del viento y humedad, mientras que en verano el edificio se amortiguaría el calor. Purificaría el aire, absorbiendo el óxido de nitrógeno, el óxido de azufre y las partículas en suspensión. Por ejemplo, un edificio de cuatro plantas con una fachada vegetal filtraría 40 toneladas anuales de gases nocivos y atraparía 15 kilos de metales pesados.
“Sin las plantas, la energía solar no se transformaría en la energía química que nutre la vida. Las plantas ejercen una función esencial de descontaminación al absorber y degradar muchos de los compuestos contaminantes que produce el ser humano. No como nosotros, que en nuestro quehacer cotidiano deterioramos inevitablemente el suelo, el agua y la atmósfera del planeta que nos da cobijo”, sentenció el neurobiólogo.