A pesar de ser incipiente en España, esta técnica con base tradicional puede ser una respuesta eficiente para actuaciones que precisen rapidez y sencillez.
Fuente: ABC
Uno de los retos europeos para reducir las emisiones de carbono tiene puesto el foco en aminorar los efectos contaminantes del sector de la construcción. La apuesta por la sostenibilidad explora diversas técnicas y materiales para reducir el uso de recursos, además de explorar técnicas que permitan apostar por construcciones que aprovechen la energía natural y promuevan una arquitectura sostenible. A partir de estas indagaciones, en los años 80 el arquitecto Nader Khalili puso en boga una técnica de construcción ecológica que se conoció en su momento como ‘velcro adobe’. Un planteamiento que surgió de la intención de construir viviendas en la Luna y Marte. Aquella técnica fue publicada por la NASA y avalada por las Naciones Unidas. Así se abrió un camino para indagar en el superadobe, una conexión de sacos llenos de tierra estabilizada superpuestos entre sí por alambre de espino. Extendido principalmente en América, se utiliza sobre todo para dar consistencia a las estructuras y crear resistencia ante desastres naturales mediante una técnica simple y económica.
En España se han ido explorando tímidamente las posibilidades de esta técnica, una indagación que se ve hasta cierto punto limitada por los altos criterios técnicos que maneja el sector de la construcción. Aún así se evalúan nuevas oportunidades para aprovechar los beneficios de esta práctica, que se enmarca en el giro hacia la bioconstrucción que vive el sector, inspirado en la arquitectura tradicional de tierra.
Manuel Rodríguez, profesor del departamento de construcción de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (UPM), sostiene que en España los ejemplos de construcción en superadobe aún son escasos y se circunscriben a viviendas de tamaño pequeño y de una sola planta. Además, resalta que las construcciones en tierra, adobe o tapial responden a cimentaciones tradicionales en el país, principalmente del ámbito rural. «Se trata de aprovechar los materiales disponibles sobre el terreno en el lugar en el que se construye, con el fin de minimizar los impactos medioambientales derivados de la manipulación, transformación y transporte», explica.
Rodríguez sostiene que dicha técnica es sostenible en tanto emplea la tierra como material principal, que además es abundante. «Es una técnica muy adecuada en construcciones de emergencia o donde se requiera inmediatez y sencillez constructiva», explica. No obstante, el doctor en arquitectura, describe las limitaciones constructivas que puede presentar esta técnica. «No podemos construir más de una planta, también existe una cierta dificultad para establecer un programa funcional interior», afirma.
Examinar la técnica
Si bien la exploración del superadobe es incipiente, aún se reafirma el interés por explotar el uso de esta técnica. Desde el instituto Calearth de España, la arquitecta técnica Gadea García explica que ellos fomentan la elaboración de proyectos de investigación y formación promoviendo el uso del superadobe. La especialista menciona que «técnicas actuales como el tapial o los bloques de tierra son una evolución del superadobe».
Esta experta subraya especialmente las ventajas sostenibles que incorpora este sistema, ya que trabaja con todo en base a la tierra. Y resalta que es posible utilizar sacos de distintos tamaños para construir muros de diferentes grosores según las necesidades. «Otro factor a considerar es el coste que rondan entre los 900 y 1500 euros el metro cuadrado, y finalmente la construcción con otro material puede bordear el mismo precio», explica. García recuerda que el uso de esta técnica aún es testimonial en España, y se emplea en construcciones ligeras y pequeñas, más temporales, algo que también está vinculado al control regulatorio.
Pero el superadobe busca su lugar en nuestro país. «Queremos llevar al máximo el concepto de sostenibilidad y vemos que las capacidades del superadobe son ilimitadas», afirma el cofundador de Domoterra, Quique Salgado. El especialista sostiene que el uso del superadobe está muy avanzado en Sudamérica y en España está creciendo. «Los problemas que haya podido encontrar el superadobe son los que se encuentra cualquier vivienda por el tema de su licencias y de su edificabilidad dentro de los ayuntamientos», afirma.
Eficiencia
El ahorro de la climatización también es un factor relevante en el tema. «Los muros de tierra son anchos y actúan como condensadores de temperatura. Entonces absorben calor o frío y les dan temperatura a los espacios», sostiene la cofundadora de Domoterra, Bárbara Mas.
Además, la experta sostiene que la importancia de la técnica tiene su base en una estructura autoportante que funciona bien cuando se trabaja en la autoconstrucción. «Es un material que pertenece a la arquitectura vernácula, pero se han generado muchas barreras en cuanto a licencias y permisos por ser complicado de estructurar. La tierra tiene una composición diferente en cada lugar», explica. No obstante, menciona que ahora existe más investigación a nivel mundial y también en España. La dificultad surge en el ámbito técnico burocrático.
Pros y contras
A pesar de los beneficios, algunos expertos concuerdan que la técnica tiene limitaciones y no es un sistema de construcción general. Jade Serra, socia fundadora del estudio Slow Studio, especializado en arquitectura sostenible, explica que el superadobe es una alternativa interesante cuando hablamos de sistemas constructivos sencillos, rápidos y económicos. Presenta además, de acuerdo a Serra, «ventajas en el funcionamiento pasivo de la construcción, reduciendo la presencia de sistemas activos (consumidores de energía) y las emisiones derivadas de los procesos industriales».
Pero coincide con otros expertos en el peso de los frenos normativos. «En España se limitan mucho las construcciones de este tipo, además de las personas que pueden participar en la construcción. Si ello no se cumple, la responsabilidad recaerá sobre el técnico que lo firma y puedes enfrentarte a temas penales», sostiene. Para la especialista, los tecnicismos y la burocracia frenan la intención de utilizar materiales que llevan años de historia en la construcción. «Hoy en día es muy difícil acoplar la técnica del superadobe, por ello lo que nosotros aplicamos es la construcción en tierra», comenta. La socia del estudio Slow Studio sostiene que en las construcciones tradicionales no se considera el factor de la contaminación y solo se reduce la evaluación a lo cuantitativo, cuando el impacto ecológico también debe ser medible.
La arquitectura orgánica está adaptando nuevas alternativas para encontrar soluciones en el terreno y aprovechar los espacios bioclimáticos. Sobre este tema, el CEO de la empresa Ecodome, Eduardo Canals, explica que empezó la construcción de una casa con siete cúpulas de superadobe, en el año 2012. «Ahí me di cuenta de que la construcción fue mucho más dura de lo que yo podía imaginar. Implicó una tarea pesada de cargar tierra de cubo a cubo», sostiene. Además, en la tarea de conseguir una casa que esté aislada, en principio el superadobe funcionó adecuadamente, pero luego tuvo efectos que no contempló. «En julio registramos una diferencia de temperatura entre el interior y el exterior de 10 grados, lo que me resultó sorprendente. Pero luego, debido a la acumulación del calor trabajaron como radiadores, y ello ya no fue tan confortable. Entonces vi que requería más aislamiento», afirma. Ahora Ecodome trabaja con balas de pajas, «por ser ligero, muy buen aislante y económico», explica.
El superadobe es una apuesta por el aprovechamiento de recursos naturales, la mejora de las técnicas milenarias y el fortalecimiento de las propuestas para la arquitectura sostenible en España. Una opción aún residual, pero prometedora, para reducir las emisiones de una industria altamente contaminante.