La implementación de la neuroarquitectura y el diseño bioclimático en los proyectos de interiorismo en oficinas tiene un impacto notable en el bienestar de los empleados y, en consecuencia, una mejora del rendimiento. Por ejemplo, un estudio realizado por la Universidad de Exeter encontró que la introducción de plantas en la oficina aumentó la productividad en un 15%, ya que reducía la fatiga visual y mental y mejoraba la concentración.

Fuente: Interempresas

Por este motivo, Moinsa, compañía experta en proyectos de diseño de interiores y equipamiento mobiliario, explica porqué la combinación de estas disciplinas es una poderosa herramienta para la creación de espacios saludables, sostenibles y eficientes.

Si bien la neuroarquitectura tiene en cuenta factores como los colores, la luz natural o la integración de elementos naturales para fomentar la concentración y la inspiración de los equipos, la arquitectura bioclimática toma su nombre de la utilización de elementos naturales, para adaptarse a los cambios climáticos sin necesidad de hacer uso de sistemas de aire acondicionado, con lo que se consigue una reducción del consumo energético y un espacio mucho más sostenible.

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El diseño bioclimático pone en el eje la salud y el confort, para mejorar, en el caso de un edificio de oficina, la productividad de sus empleados.
Foto: Moinsa

¿Y qué se obtiene al fusionar ambas disciplinas? Desde Moinsa destacan las siguientes ventajas:

  1. Mejora del bienestar físico y mental: El diseño bioclimático se centra en la calidad del aire y la comodidad térmica, mientras que la neuroarquitectura puede mejorar el bienestar mental y emocional. Juntos conforman un conjunto de factores esenciales para crear un entorno ideal para el trabajador.
  2. Creación de espacios más sostenibles: Al aprovechar la luz natural, la ventilación pasiva y otras estrategias nacidas del diseño bioclimático, se puede reducir el consumo de energía y la huella de carbono del edificio. Esto, sumado a las mejoras acústicas y las vistas al exterior que promueve la neuroarquitectura, tiene claros efectos positivos en la salud mental y la productividad.
  3. Aumento de la resiliencia: Los edificios que incorporan principios del diseño bioclimático y de la neuroarquitectura son capaces de adaptarse a los cambios climáticos y mantener un ambiente interno saludable en cualquier época del año.
  4. Una mayor eficiencia económica: A largo plazo, la aplicación de estas disciplinas combinadas puede reducir costes, si tenemos en cuenta que la comodidad y satisfacción de sus empleados, que se traduce en una mayor productividad y, por lo tanto, mayores beneficios.

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