La neuroarquitectura es una rama de la arquitectura que trabaja directamente con científicos, y busca entender cómo el entorno modifica nuestras emociones.

Fuente: Inmobiliare

La neuroarquitectura es una rama de la arquitectura que trabaja directamente con científicos, y busca entender cómo el entorno modifica nuestras emociones. Con ella se busca construir espacios que mejoren el bienestar de las personas, ya sea en sus viviendas, oficinas o lugares de ocio.

De acuerdo con el arquitecto y sociólogo John Zeizel, el siguiente reto para ‘el arte de los espacios’ es intimar con el cerebro, entender cómo funciona y por qué hay espacios que favorecen ciertos estados de ánimo. 

La neuroarquitectura traslada las sensaciones a datos objetivos y medibles, que sirvan para entender cómo nos sentimos en el espacio desde un punto de vista científico. Para hacerlo, los neuroarquitectos cuentan con herramientas médicas, pero también con innovaciones tecnológicas. Es posible medir la actividad cerebral de las personas cuando están interactuando con un espacio construido.Si se combinan con otras mediciones, como por ejemplo la frecuencia cardíaca, puede registrarse cómo van cambiando sus niveles de estrés o de ansiedad. Todos estos datos pueden trasladarse a ordenadores o bases de datos para ser posteriormente analizados.

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La arquitectura busca crear espacios placenteros y relajados, en los últimos años se ha apoyado en la ciencia para encontrar un mejor resultado. Las personas pasamos la mayor parte del día en un inmueble, ya sea en casa o en el trabajo, por lo que la arquitectura de estos sitios incide en múltiples aspectos de la vida humana. Aunque parece nueva, lo cierto es que tiene un aproximado de 60 años usándose en el sector de la construcción y el diseño de espacios.

Un entorno positivo influye directamente en la productividad, la felicidad y la calidad de vida. Así, la neuroarquitectura busca la orientación de la luz, evitar el calor mediante sistemas de aislamiento térmico, la ubicación de las ventanas, espacios abiertos y pasillos amplios. Los humanos buscamos ambientes ventilados, llenos de luz natural. La neuroarquitectura crea sitios donde las personas disfruten vivir y trabajar, por eso, cada vez está más presente al momento de construir.

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La Academia de Neurociencias para la Arquitectura (ANFA), fundada hace una década, confía en que ahora la ciencia del cerebro está en posibilidad de generar un parteaguas en el desarrollo arquitectónico. Por otro lado, la realidad virtual es una tecnología cada vez más presente en la arquitectura y la neuroarquitectura. Con ella es posible situar a una persona en entornos de cualquier tipo para analizar cómo su organismo reacciona ante las construcciones y cómo le afectan los cambios.

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